En la provincia de Buenos Aires, la localidad de San Pedro destaca por su diversidad, ya que basa su economía en diferentes producciones agropecuarias. Quizás la zona sea más conocida por la producción de frutales como duraznos y cítricos, pero también hay un cúmulo de viveros y producciones hortícolas donde se destacan la batata y también verduras “raras”. Así de particulares son las verduras que produce el matrimonio del experto en comercio Raúl Cheyllada y la agrónoma María Pía Grondona. Su emprendimiento se llama Green Seed.
Entre esas rarezas se encuentran varios tipos de kale morado, col de bruselas, coliflores blancos, crema, coliflores roanescos, coliflores graffitti, de color violeta, brócoli, radicchios, alcauciles en dos variedades: verdes y opales, espárragos blancos, morados y verdes, y también hacen algo de fruticultura en la ventana de verano con diferentes variedades de sandías y melón.
Pero la lista de cosas raras no se acaba allí, y basta con ver uno de los tantos cajones que salen de ese campo de 50 hectáreas, con productos y colores de lo más variados.
Se trata de 14 unidades productivas que rotan en el año con producciones muy diversas. “Buscamos una gran diferenciación en la producción hortícola que hacemos, en darles el valor agregado y en el concepto ´sin desperdicio´ generando una cadena de valor a la industria y a productos innovadores”, aseguró Cheyllada a Bichos de Campo.
El matrimonio se ocupa desde hace cinco años en este emprendimiento que hasta ese momento se dedicaba, sobre todo, a la producción de alcauciles. La empresa Green Seed no solo es novedosa por las raras verduras que se produce sino porque el desafío es agregarle todo el valor que se pueda a estos cultivos, y todo sin usar agroquímicos, los que les permite penetrar en un mercado de nicho exigente: el de dietéticas y establecimientos agroecológicos.
El proyecto es ciertamente audaz, pero ellos lo ven como “una gran apuesta en un lugar que para nosotros es estratégico, porque estamos casi en el medio de las dos ciudades de mayor consumo del país: Buenos Aires y Rosario, con una logística prácticamente propia, lo que nos da la chance de llegar con rapidez al mercado”.
Lo más novedoso de este emprendimiento sucede justo al lado del campo, en una pequeña cocina donde hacen la magia necesaria para lograr otra forma de consumir esas mismas verduras producidas: sopas líquidas de variados sabores: arvejas, lentejas, kale, espárragos, zanahoria, calabaza y tomate. Embotelladas y no en polvo. Toda una novedad para la oferta de alimentos en la Argentina.
“En este caso no trabajamos con un producto deshidratado como suelen venir la mayoría de las sopas, sino que hacemos directamente sopas líquidas listas para consumir”, remarcó Cheyllada. Este proyecto le llevó un año y medio de desarrollo al matrimonio hasta que pudo lograr un producto de góndola con una durabilidad de 6 meses desde su fabricación al vencimiento, gracias a lo cual pueden proyectar una venta regional. “Hemos presentado muestras en Brasil y en Chile”, contó entusiasmado.
Actualmente son dos los proyectos en sopas: el de sopas premium que se calientan en sólo dos minutos, y el de sopas de verano, que se beben frías y entre las cuales se encuentran las de gazpachos de melón, sandía, palta y mango. “Esto nos permite llegar al mercado con un producto 100% natural y sin conservantes que además pueda consumirse en el momento”, resaltó Cheyllada.
Estas sopas líquidas son vendidas en todo el país. “Dejamos transportes refrigerados en Buenos Aires y eso luego termina en el resto del país, incluso Salta y Tierra del Fuego. Cubrimos todo el territorio a través de nuestra empresa”, manifestó.
Sus canales de venta son el retail de la producción en fresco y la colocación de su producción con valor agregado en canales naturistas o dietéticas. También tienen un sector de gastronomía al que proveen de materias primas para restaurantes, hoteles y consumidores finales.
“El espíritu de Green Seed es el desarrollo, la tecnología y la posibilidad de diversificar y acercarse al consumidor, algo que se volvió mucho más importante en relación al covid-19 y considerando también el aporte que hacen las frutas y verduras al sistema inmunológico”, enfatizó.
A su vez, Cheyllada explicó que el objetivo es “maximizar la capacidad que se tiene de un producto y que este puede tener muchas alternativas más allá de su consumo en fresco, lo que hace que el consumidor no se aburra al consumir un producto siempre de la misma forma, pero también nos parece importante la estacionalidad, es decir, no tener que consumirlo una vez al año y luego olvidarse”.
Por supuesto que no todo es sopas líquidas en Green Seed. Hay otros proyectos en curso con el kale para maridarlo con comidas: kale con gigko, pimienta, cúrcuma, con distintas alternativas de ingredientes que le pueden dar un nivel de especialidad a la cocina. Y continúan con su línea de pasta en crema de alcauciles y con la venta de los corazones de estos también.
“Hoy estamos en un 60% de producción en fresco y un 40% de elaboración industrial pero pronto cambiaremos la matriz pasando a un 40% en fresco, 30% de industria y el resto a exportación. Hemos tenido asistencias técnicas muy importantes a través del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) lo que nos facilitó procesos industriales y poder generar condiciones de Buenas Prácticas, curvas térmicas, durabilidad y manufactura. También entramos en certificaciones de mejores continuas, y aunque eso lleva tiempo, nos da satisfacción poder entrar luego al mercado con productos innovadores”, sintetizó Cheyllada.
¿Qué se precisa para que haya empresas como Green Seed en Argentina? “Una visión asociativa y entender que la integración y el trabajo conjunto es el que luego potencia a los sectores productivos, el poder compartir proyectos con colegas nos permitirá luego conquistar marcas país en el mundo. El mundo nos ve siempre de modo sectorial cuando dice las carnes, el vino, el dulce de leche´. Bueno también queremos posicionar la horticultura argentina como un concepto de calidad, y eso se logra de modo asociativo. No se puede crecer en soledad y mucho menos luego de la pandemia”, concluyó.