Lucio Abatedaga es un ingeniero agrónomo que junto a otro colega y una bioquímica formaron Demeterlab. Se trata de un laboratorio radicado en Ordoñez, en el centro-este de la provincia de Córdoba, que se ha especializado en la investigación del comportamiento de los productos químicos utilizados en el agro. Esto es, son expertos en elaborar del modo correcto el “caldo” que se utilizará en la pulverizadora, para evitar “incompatibilidades”.
En un momento de la entrevista con Bichos de Campo bromeamos con Lucio, que tiene una inconfundible tonada cordobesa: saber combinar los agroquímicos es casi tan importante como aplicar las dosis correctas del fernet y la coca.
“Muchas veces el agrónomo no es el que está en el campo al costado de la máquina mientras se hace el trabajo, y es el operario el que termina muchas veces renegando con filtros o picos tapados si el caldo no fue correctamente preparado, y generalmente no es el culpable de dicha situación”, explicó Abatedaga.
Aquí la entrevista completa con el ingeniero agrónomo cordobés:
Lucio contó que además de los incordios en pleno trabajo en el campo, el problema de las incompatibilidades en las mezclas, como se conoce a estos problemas, son los causantes de fitotoxicidades visibles, aquellas severas que destruyen plantas. O bien, las fitotoxicidades subclínicas, que no se notan a simple vista pero que ocasionan que la planta termine luego gastando energía en detoxificarse, perdiendo tiempo en crecer o llenar el grano y lograr rinde.
Las fitotoxicidades no ocurren solo por errarle burdamente al aplicar un producto sobre un cultivo, sino que muchas veces son producto de haber hecho mal la mezcla anterior, donde en el caldo termina sedimentando partículas que quedan pegadas en las paredes del tanque de la máquina. Estos restos son díficiles de limpiar a priori, pero luego en la carga siguiente se desprenden progresivamente y termina llegando un principio activo al suelo o a un cultivo que no se desea.
Desde Demeterlab organizan jornadas anuales por la zona de Villa Los Patos, entre Ordoñez y Bell Ville, donde muestran en diferentes parcelas con soja, maíz y girasol en pre y postemergencia el impacto de las fitotoxicidades a diversos agrónomos y asesores. “Generamos los problemas que pueden cometerse a campo para que los técnicos puedan identificarlos y diferenciarlos de una enfermedad o deficiencias de un nutriente”, explicó Lucio.
“Existen muchos tipos de fitoxicidades subclínicas, muy difíciles de identificar, que terminan deprimiendo el rinde. Es como a nosotros cuando nos entra una enfermedad, tenemos que gastar energía en nuestras defensas para derrotarla. Lo mismo le ocurre a la planta, que le quedará menos energía para destinar al grano”, explicó.
Abatedaga advirtió que muchos de estos inconvenientes ocurren por cuestiones básicas fáciles de corregir, en las que el agrónomo no debe ser un bioquímico para darse cuenta. Por ejemplo, errores en el orden de carga de los productos, poner un agroquímico antes que otro.
“Un experimento básico puede ser armar el caldo a escala en una botella por ejemplo, si vemos separaciones de fases, precipitaciones o agregados de gran tamaño, eso significa que hay incompatibilidades que causarán problemas en la aplicación”, ejemplificó. En la siguiente imagen puede notarse un caldo que precipitó, el de la izquierda, que a simple vista ya puede notarse un problema.