Más allá de la larga historia que el Aloe Vera tiene entre nosotros, nunca se lo había reconocido oficialmente como un posible ingrediente para la preparación de alimentos y bebidas. Esa falta se acaba de subsanar con la incorporación del jugo de esa planta en el Código Alimentario Argentino (CAA).
El reconocimiento del jugo del Aloe Vera se produjo mediante una resolución compartida por el Ministerio de Agricultura y su par de Salud, que administran el CAA. Lo que se hizo fue incorporar el Artículo 827 bis, que define que “con el nombre de Aloe Vera se entiende a la hoja/tallo de las especies de Aloe Barbadensis Miller y Aloe arborescens”.
En ese sentido, la resolución explica que “el aloe es originario de África tropical y actualmente se cultiva en zonas climáticas cálidas de Asia, Europa y América”. Pero de inmediato aclara que “hay más de 250 especies de aloe cultivadas en todo el mundo, sin embargo, solo dos especies se cultivan comercialmente”. Son las que se autorizaron como insumo de la industria alimenticia.
La nueva normativa establece que “los alimentos y bebidas que contengan aloe vera deberán cumplir con el límite máximo de aloína establecido en el presente código”.
La razón es que la aloína Ay B son antraquinonas presentes en la savia o exudados amarillos del látex de la hoja de aloe vera. Estos dos compuestos, se explicó, “ejercen un poderoso efecto purgante cuando se ingieren en grandes cantidades”. De allí que se pongan límites.
Como ya existen antecedentes de comercialización en el país de suplementos dietarios que contienen aloe vera en su formulación, se aplicará ara evitar riesgos los límite de aloína exigida en la Resolución GMC 10/06 (Grupo Mercado Común).
El texto incorporado en el capítulo de “Alimentos Vegetales” del Código también establece que “los alimentos y bebidas deberán indicar claramente en el rótulo que no se recomienda su consumo para niños menores de 12 años, embarazadas y mujeres en periodo de lactancia”.
El origen de este expediente fue un pedido para que se permita utilizar el jugo Aloe Vera para la elaboración de bebidas analcohólicas. De inmediato se estudió el caso de la Unión Europea, donde varios países tienen un historial de consumo del aloe vera siempre y cuando no contengan aloína.
En esta resolución tomó intervención el Consejo Asesor de la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) y se sometió a Consulta Pública.
En Argentina el cultivo de aloe se inició durante la década de los ‘90. Las provincias pioneras fueron Córdoba y Santa Fe, pero con la variedad de saponaria. En Misiones, Corrientes, Mendoza, Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Buenos Aires y Tucumán el nivel de producción es considerablemente menor y con mayor diversificación de variedades (saponaria, barbadensis, arborescens millar).
En particular, la variedad más apta para la mayor parte del suelo argentino es la saponaria, ya que tolera temperaturas de –7ºC, puede ser cultivada en suelos arenosos y requiere alto nivel de exposición solar. La única restricción es el exceso de agua.
Al tratarse de un cultivo intensivo, la mayor parte de las explotaciones no supera las 5 hectáreas. Cada hectárea soporta una carga de entre 3 mil a 18 mil plantas, aunque el volumen óptimo debe ser ajustado para maximizar el rendimiento a largo plazo de la explotación.
La cosecha comienza alrededor de los 3 años de haber colocado los plantines. Una planta adulta permite extraer alrededor de 12 hojas por año, con un peso aproximado total de 3 kilos. Por ende, el rinde total por hectárea puede ir de 30 a 54 toneladas, según la densidad de plantas y ritmo de corte. Es necesario, de todos modos, realizar una renovación de las plantas cada 8 años, a fin de mantener estable la productividad.
Hace un tiempo, Bichos de Campo entrevistó a Ricardo Peralta, que producía Aloe Vera en el Chaco. Como la mayoría de los productores, con fines medicinales.