La Secretaría de Agricultura emitió esta semana un comunicado festejando que se estaban vendiendo más lácteos. El parte oficial informó que “las ventas de lácteos en el mercado interno crecieron durante el primer semestre del año, respecto al mismo período de 2021”.
El comunicado referido al mayor consumo debería haber sido escrito por la cartera de Comercio, puesto que Agricultura debería ocuparse de los asuntos de la cadena productiva. Lo que nunca comunicaron desde allí es cuánto dinero pierden los productores como consecuencia de las políticas sectoriales, la ausencia de medidas de ayuda y la situación macroeconómica que castiga a una actividad de mucho arraigo, de la que cuando se sale, por lo general, es para siempre.
Los tamberos hace tiempo que lloran sobre la leche derramada. Dicen que con lo que les pagan las industrias no cubren sus costos y no puede retribuir al capital invertido. También argumentan que a la actividad le faltan políticas de aliento y que en ese contexto la concentración es inevitable y palpable.
En efecto, cada año hay menos tambos y los más grandes representan una porción mayor de la leche que se produce.
Esos argumentos tienen respaldo en las cuentas que hizo Jorge Giraudo desde el OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea Argentina). “La cadena presenta un resultado negativo en julio 2022 de 2.414 millones pesos”, afirmó. Esto, según los cálculos, equivale a 2,4 centavos de dólar por litro de leche equivalente.
Giraudo agregó que en este cálculo “el sector industrial tiene un resultado estimado positivo de 569 millones de pesos y quien lleva una pérdida significativa es el sector primario con 2.984 millones (unos 3 pesos por litro de leche)”.
Según estas cuentas, todo indicaría que el precio de equilibrio necesario para los tambos debería ser de “entre 54 y 55 pesos por litro para cubrir todos los costos operativos y el costo de oportunidad del capital”. Apenas superó los 50 pesos el mes pasado, y en el promedio nacional.
En definitiva, mientras que el consumo por fortuna sube, el que se está yendo al descenso es el productor, porque los perjuicios que recaen sobre toda la cadena tienen impactos disímiles. Los industriales logran “zafar” (obviamente cada empresa es un caso distinto) y tienen un resultado positivo. Pero los productores muestran números en rojo (aunque también aquí hay diferencias muy visibles para cada empresa).
El documento del OCLA indica que “a pesar de la importante mejora en el precio de la leche al productor en los últimos meses, la gran suba de los principales costos de producción hacen que ese precio cubra los costos de producción (gastos directos, gastos de estructura y amortizaciones) pero no llegue a retribuir el costo de oportunidad del capital invertido”.
El país no ayuda y se acelera el proceso de concentración en la producción de leche
El dinero que faltaría, según esta mirada, tiene que ver con que las políticas oficiales aplicadas, que no hacen más que impedir el ingreso a la cadena de dinero que el sector genera. Esto sucede con los derechos de exportación que recorta los ingresos por envíos al exterior. A eso se agrega el problema del desdoblamiento cambiario, que incluso tiene un peso mayor en el recorte de ingreso que el impuesto a la exportación
Respecto de las ventas al mercado interno, existen controles de precios y listas de precios de referencia, que reducen también los precios que cobran industrias primero y productores después.