Funcionarios del gobierno nacional –tal como hicieron en otras oportunidades– volvieron a retacear la oficialización de permisos de embarque de cortes bovinos con el propósito de aleccionar a empresas frigoríficas.
La maniobra afecta a frigoríficos que, según el criterio establecido por la Secretaría de Comercio Interior, no cumplieron con la entrega comprometida de carne a precios mínimos estipulada en el acuerdo cárnico voluntario (que en los hechos es forzoso).
El último “acuerdo cárnico”, vigente hasta el próximo 15 de julio, determina que los frigoríficos exportadores, en función del volumen embarcado, deben aportar cortes a precios inferiores a los de mercado para que en la góndola terminen con un precio de 1172 $/kg en el caso del asado, de 1557 $/kg en el de la nalga, de 1484 $/kg para el matambre, de 1531 $/kg el vacío, de 764 $/kg la falda, de 1260 $/kg la paleta y de 1172 $/kg la tapa de asado.
Esa estrategia –financiada con recursos de los propios frigoríficos– es uno de los pilares de la estrategia oficial para intentar contener el número del próximo indicador de la inflación minorista medida por el Indec.
Entre los frigoríficos afectados por la medida se incluyen Forres-Beltrán, Procesadora Ganadera Entrerriana, Viande, Recreo, Regional Las Heras y Fridevi, entre otros.
Increíblemente, también perjudicó a emprendimientos dedicados a exportar especialidades cárnicas de alto valor, como es el caso de Malefu Agropecuaria, la firma exportadora del grupo Urien Loza.
El momento de aplicarle un “torniquete” al sector exportador no podría ser menos oportuno porque, del otro lado del mostrador el principal cliente de la carne vacuna argentina, China, está deliberadamente instrumentando acciones para “planchar” los precios de importación del producto.
El gobierno chino está buscando nuevos proveedores alternativos de carne vacuna para minimizar la dependencia del Cono Sur. De hecho, acaba de habilitar el ingreso de cortes provenientes de Pakistán. Adicionalmente, está dando vía libre a los canales informales de importación que operan en Hong Kong, los cuales ingresan carne de todo tipo y color –incluso de búfalo– proveniente de diferentes orígenes asiáticos.
Empresarios sudamericanos que visitaron recientemente China se sorprendieron al descubrir una demanda interna que quedó afectada por la pandemia y operadores que aún conservan cortes congelados importados hace meses porque no quieren validar la pérdida. El problema es que esa actitud agrava el problema porque los precios internos del producto descienden mes tras mes.
En ese marco tan complejo, los precios de los cortes congelados enviados a China ya están en el peor nivel de la pandemia de Covid-19 y todo indica que podrían continuar cayendo. Y para colmo, por si faltaba algo más para agravar el problema, el gobierno argentino introduce trabas a los exportadores que se niegan a vender una parte de su producción a un valor que no cubre los costos. “Cartón lleno” con maniobra “doble Nelson” para un negocio argentino que otrora fue emblemático para la “imagen país”.