En 1998 se uso en marcha el sueño de un grupo de productores de Leandro N. Alem, en Misiones. Ese sueño era el de lograr una reconversión y diversificación productiva para no depender exclusivamente del cultivo de tabaco, algo que muchos colonos quieren dejar de cultivar, o al menos reducir, en gran medida por la mala prensa que tiene el producto. Misiones es -junto a Salta y Jujuy- una de las tres grandes productoras de esas hojas que terminan, molidas y estacionadas, dentro de los cigarrillos.
Los tabacaleros de esta región decidieron entonces unirse y formar una cooperativa que le de forma y concrete esa diversificación productiva, agregando la producción porcina a las chacras que antes se dedicaban exclusivamente a la agricultura.
El sueño se materializó cuando se funda la Cooperativa Frigorífica Leandro N. Alem Ltda (Cofra) para incentivar esta reconversión que, sin abandonar por completo el tabaco, fomenta la producción porcina de la región y hoy en día se erige como una cooperativa emblema de la provincia de Misiones.
Desde 1998 hasta hoy Cofra fue creciendo al punto que hoy en día está conformada por 222 productores asociados y tiene 270 empleados, además de plantas frigoríficas, logística y punto de expendio de los productos chacinados que elabora bajo el mismo sistema asociativo.
Uno de los soñadores de aquella época es Luis Wilman Mieth, que ahora es presidente de la cooperativa. Luis cuenta con orgullo que es hijo de inmigrantes y que luego de mucho trabajo y esfuerzo hoy está donde quizá ni sus padres y abuelos hubiesen imaginado: produciendo a conciencia y generando un lazo con la comunidad que busca cambiar los paradigmas que dieron origen a aquella lejana tierra misionera.
Luis contó a Bichos de Campo los orígenes de la cooperativa, que tienen un fuerte arraigo personal y familiar: “Papá fue un productor tabacalero que hacía (la variedad) Virginia. Me crié en el tabaco, y surgió la necesidad de hacer algo. Empezamos algo que los misioneros lo conocemos bien, porque venimos de un país productor de cerdo. Papá es un inmigrante alemán-brasileño y yo ya soy argentino. Muchas tareas se trajeron de allá. Muchos productores conocen la producción de Brasil y eso estamos haciendo”.
Como todo este proyecto se originó por la necesidad de diversificar desde el tabaco, se decidió el emprendimiento cooperativo como alternativa “y algo más” para aquellos productores.
Diversificar es la palabra clave que Mieth enfatiza a cada paso cuando recuerda los orígenes de COFRA. “Es mejorar la productividad de la yerba, el té, el tabaco, algo de ganadería que se hacía en aquel entonces y forestación”. Y complementar todo eso en un sistema que en cada chacra se hace cíclico ya que todo armoniza para que se utilice al máximo el provecho, incluyendo los deshechos de los cerdos.
En varias partes de las instalaciones de la cooperativa se puede leer impresa una frase que está en el ADN de los 222 productores asociados: “El cooperativismo es el camino”. El presidente de Cofra admite que este eslogan está dado por los productos y servicios de calidad que birndan durante todo el año. “Que nuestros productos estén en las góndolas de los supermercados es un desafío pero lo llevamos adelante”, proclama.
El modelo asociativo de Cofra no es el único del país, pero en temas porcinos su organización tiene rasgos que lo hacen distintivo y casi señero. “Nosotros hacemos la cría y la recría, y el productor hace el servicio de engorde”, explica. A su vez el cooperativista resalta el rol del INTA en esto, dado que tienen una fuerte alianza de cooperación entre ellos para llevar adelante una adecuada alimentación de esos cerdos.
Cofra luego vincula la producción primaria con la producción industrial, y su posterior comercialización. A su vez, produce los balanceados en sus fábricas ubicadas en las localidades misioneras de San Vicente y Leandro N. Alem, y los lechones en otras dos granjas. Los reproductores los obtienen en el Centro de Multiplicación Genética de Alem, permitiendo abastecer a los centros de producción con más de mil madres cada uno. Tienen una proyección para llegar a 3.000 madres en un mediano plazo.
En cada chacra de los socios se realiza un tratamiento de efluentes, que luego son utilizados por los productores para recuperar los suelos degradados y fertilizar los cultivos de la zona.
“Arracamos con 60 madres y estamos en 2 mil con proyectos de seguir creciendo a medida que venimos creciendo. Tenemos proyectos con la alimentación de los cerdos y ser líderes con nuestra marca. Desde un inicio dijimos que esto no es solo hacer cerdos. Creemos que hay que recuperar el estiércol. Para eso firmamos un convenio con el INTA para complementarnos en ese sentido”, resume Luis.
La cooperativa en un corto plazo tendría el círculo completo, o “el lazo” como le dice el presidente. Gracias a su propia investigación y los acuerdos con INTA, producirán alimentos para los animales y montarán plantas de efluentes y de biogá. También avanzan con los servicios de logística que transportan los cerdos, y luego en las salas frigoríficas elaborar productos de calidad que se empacan para llegar a las mesas de las comunidades del NEA y el resto del país.
Es decir que parecen muchas empresas dentro de una, administrada y atendida por sus propios dueños, los productores agropecuarios. “Son un montón de eslabones que formamos esa gran cadena”.
El presidente de Cofra resume su sueño productivo y no desmiente el éxito logrado por el viejo proyecto de reconversión. “El camino es el cooperativismo. En equipo se puede lograr todo. El director técnico sólo no hace campeón a un equipo, pero juntos, en equipo se puede lograr”, resume en tono futbolero.