Cada 21 de marzo, fecha dispuesta por la ONU para conmemorar el Día Internacional de los Bosques, funciona como recordatorio de los recursos valiosos que tenemos a disposición. El problema es que siempre se ha asociado aquello al extractivismo, lo que ha llegado a poner al sector forestal en jaque.
Proteger los bosques no implica sólo dejar de talar árboles, sino también contemplar al ecosistema que constituyen y que provee de alimentos a miles de millones de personas en todo el mundo. De eso se trata la consigna difundida por Naciones Unidas para esta efeméride, “Bosques y alimentos”, que invita a pensar en todo lo que obtenemos gracias a este recurso.
“Además de proporcionar alimentos, combustible, ingresos y empleo, los bosques favorecen la fertilidad del suelo, protegen los recursos hídricos y ofrecen hábitats para la biodiversidad”, destacaron desde la Asociación Forestal Argentina (AFoA), la única entidad que representa al sector en el país, y que nuclea a actores de toda la cadena.
En Argentina, hablar de bosques es hacer alusión a unas 1,3 millones de hectáreas, de las cuales el 80% se ubican en la Mesopotamia y Delta. En términos económicos, es un activo que emplea de forma indirecta a alrededor de 100.000 personas, exporta unos 700 millones de dólares anuales y es el sustento y medio de vida de cientos de comunidades.
“Con el marco jurídico que lo respalde, es un sector que puede atraer inversiones que dupliquen la producción y el empleo y triplique las exportaciones”, señaló Claudia Peirano, directora ejecutiva de la entidad fundada en 1946. Un claro ejemplo de eso es el tan mentado Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI), que no sólo demostró ser factible sino que incluso altamente provechoso en términos productivos y medioambientales.
Recientes estudios y experiencias concretas respaldan que puede haber animales de raza mayor, como vacunos, caballos o mulas, junto a las colmenas en el interior de un bosque, sin necesidad de deforestar ni avanzar sobre sus recursos.
De hecho, ya son varios los productores que se embarcaron en la travesía de producir mieles monoflorales a partir de especies autóctonas. En el Monte chaqueño hay quienes lo hacen con algarrobo blanco, y en la Mesopotamia optan por la miel de eucalipto. Cada variedad tiene sus propios aromas y sabores, pero la constante es que son productos 100% naturales y con un beneficio extra para el bosque, por la introducción de polinizadores.
En cuanto al sector ganadero, producir en zonas no deforestadas es un activo clave para la certificación como actividad carbono neutro y así posibilitar el ingreso a la Unión Europea, en línea con el Reglamento 2023/1115. Esa es una de las razones por las que el manejo silvo-apícola pastoril tiene tanta difusión en el país.
La fecha también invita a repensar los niveles de deforestación en el mundo, ya que la ganadería bovina está entre las actividades que más potencian el fenómeno. “Proteger y restaurar nuestros bosques es urgente y necesario: de ellos depende el bienestar del planeta y de las generaciones futuras”, difundió la ONU en su comunicado, en referencia a que, cada año, se talan unas 10 millones de hectáreas de bosques y se pierden otras 70 millones por incendios.
Las campañas de forestación y recuperación de los bosques aún no son suficientes para contrarrestar esas cifras. De acuerdo con la FAO, esas iniciativas sólo alcanzan los cinco millones de hectáreas al año, pero el dato positivo es que el nivel de desmonte se ha reducido significativamente a comparación de décadas anteriores.