La devaluación del real brasileño está mejorando la competitividad de los sectores agroindustriales brasileños en un momento en el cual ocurre el efecto inverso en la Argentina.
Este jueves el real brasileño registró una acentuación del proceso de depreciación que viene experimentando en los últimos meses cuando falta poco más de un mes para el inicio de la cosecha de soja.
El valor del dólar comercial se disparó y alcanzó los 6,0 reales por primera vez en la historia de Brasil y existe probabilidad de que aún pueda seguir subiendo un trecho más.
Con una macroeconomía ordenada –la inflación minorista es del 4,7% en Brasil con una tasa interbancaria de referencia del 11,2% mensual– toda devaluación impacta en lo inmediato de manera favorable en la competitividad de los sectores agroexportadores.
Un ejemplo es lo que sucede con el valor de referencia de la soja Paranaguá, el cual, medido en reales, viene morigerando la caída de los precios internacionales gracias a la devaluación de la moneda local.
Una devaluación sostenida del real puede llegar a promover un mayor ritmo de venta de soja a partir de enero próximo por parte de los productores brasileños. Y lo mismo podría ocurrir con el maíz temprano a partir de febrero de 2025.
Lo contrario sucede con las importaciones brasileñas –como es el caso del trigo proveniente de Argentina, Uruguay o Paraguay–, el cual se encarece medido en reales con la depreciación del real.
En términos coyunturales, como el fenómeno se presenta en el período estival, es probable que incentive viajes masivos de argentinos hacia destinos turísticos brasileños, lo que repercutirá de manera negativa en la dinámica de las reservas del Banco Central (BCRA).
En la Argentina se presenta una dinámica inversa a la ocurrida en Brasil: el peso se está revalorizando de manera creciente y con eso se desdibuja la competitividad de las agroexportaciones, las cuales, en el caso de los granos, se encuentran comprometidas por el impacto de los derechos de exportación.
Sigue vigente el “cepo” que dificulta la llegada el país de “embajadores” de alimentos argentinos