“Conseguí pasaje, ya estoy en Misiones, conseguí cebú y no quiere llover”- El Himno al cucumelo, canción escrita por la banda Las Manos de Filippi, versionada y popularizada por el cuartetero Rodrigo alimentó quizás el prejuicio en torno a los hongos en Argentina y en Misiones, en particular.
Sin embargo, desde hace poco más de una década, se viene gestando en esta provincia un silencioso pero sostenido movimiento en torno a la puesta en valor de los hongos misioneros. Este sábado 19 y domingo 20 de julio, la Reserva Don Rodolfo al pie del Cerro Santa Ana (a unos 40 kilómetros de Posadas), será escenario de la tercera edición del Festival de la Funga, un punto de encuentro de un colectivo disperso que comprende a productores, recolectores, investigadores y un público curioso en torno al universo funghi.
“El Festival de la Funga nace con el propósito de visibilizar a los hongos en todos sus aspectos: a nivel ambiental, productivo, medicinal, gastronómico y también cultural” explica Agustín Ortiz, técnico en Agroecología y uno de los impulsores de este evento en diálogo con Bichos de Campo.
A partir de una mirada amplia e integral, el festival cuenta con talleres y charlas de diversos referentes en la temática, excursiones para recolección en el monte como así también un espacio para la comercialización de emprendedores relacionados con los hongos y la agroecología.
El interés por los hongos en Argentina no deja de ser un tema emergente. En este sentido, Ortiz señala que “existe en nuestra cultura, en este lado del planeta, un prejuicio que surge un poco del desconocimiento sobre los hongos asociado solamente a efectos psicotrópicos o al temor de que te pueden envenenar. Hay mucho desconocimiento, para terminar con eso, es que surgen este tipo de eventos”.
“En un punto, creo que también es válido decir que hay un boom de los hongos, que se le puede decir moda pero pienso más bien que es una temática que está en auge de manera incipiente. Los hongos son disruptivos, están ganando protagonismo y por eso empiezan a tomar trascendencia en estas latitudes” remarca el especialista. Al mismo tiempo, Ortiz advierte que los hongos están presentes en la cultura de países de Europa y de Asia desde hace muchos años a diferencia de lo que ocurre recientemente en Argentina y la región.
La curiosidad fue el primer factor que acercó a Ortiz a la temática de los hongos hasta convertirse actualmente en uno de los referentes en identificación y recolección en Misiones. Oreja de Judas, níscalo, parasol, velo de novia y los clásicos hongos de pino, entre otros, son un recurso presente tanto en la selva misionera como en los bosques implantados.
Este apasionado destaca el rol que viene cumpliendo el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) aportando desde la ciencia y la investigación en torno al potencial de este recurso forestal no maderable que encuentra condiciones privilegiadas para su desarrollo en la selva paranaense como así también para su cultivo utilizando descartes de la industria forestal. Parte de ese trabajo puede apreciarse en la Guía de bolsillo de hongos comestibles de Misiones.
“Es mucha la curiosidad, la pasión y la admiración por estas formas de vida tan intrigantes que, hoy por hoy, cuando le cuento a la gente que me dedico a trabajar con hongos, hay buena recepción, quizás es algo de comunicación, quizás hay mayor apertura, pero sin dudas los hongos generan curiosidad. Hay mucho interés por su potencial para la salud, la gastronomía e incluso para reducir impactos ambientales”, considera Ortiz.
“El festival hoy es un punto de encuentro de una comunidad diseminada que necesitaba reunirse. Con ese espíritu surge, para juntar a las personas entusiastas de los hongos. Uno solo es un bicho raro pero resultaba que éramos muchos bichos raros”, resume Ortiz, entre risas. A su vez, este espacio promueve vínculos entre recolectores, cultivadores, científicos y también curiosos que buscan acercarse a este mundo cada vez menos extraño.
A principios de julio, la Legislatura de Misiones aprobó una Ley para el Cultivo y Recolección de Hongos Comestibles Silvestres de Misiones. Al respecto, Ortiz sostiene que “es un hito importante para la cultura funghi porque abre caminos, como quien machetea el sendero, para que las personas que venimos trabajando en esto, tengamos un marco de referencia para nuestra actividad. Es un terreno tan nuevo en nuestro país que es positivo tener una herramienta legal, siempre y cuando aporte a las actividades que ya venimos realizando en territorio”.
“Si te defino, te limito” parece dar a entender Ortiz cuando le preguntamos, a modo de síntesis, por el potencial de los hongos en Misiones. “Es un universo ilimitado de posibilidades porque podemos hablar de las especies nativas, desde su recolección hasta su domesticación para la producción, incluso hacer inóculos de especies en suelos degradados para recuperar fertilidad” reflexiona.
A su vez, Kaa Porá no sólo es una plataforma mediante la cual Ortiz realiza excursiones y eventos vinculados al mundo funghi en toda la provincia sino también la marca de una serie de productos como yerba mate con hongos, extractos adaptógenos y escabeches, entre otros.
“Es un campo sin techo porque abarca tanto que aún es un mundo por descubrir. Y algo importante es que los hongos están siempre asociados a la sustentabilidad porque cumplen un rol fundamental para el equilibrio de los ecosistemas. Estamos en una provincia que se caracteriza o se preocupa por el cuidado de la biodiversidad y en esto los hongos son clave”.
En la antesala del evento, como un llamado a la curiosidad, Ortiz deja la invitación servida para quienes quieran tener un primer acercamiento: “no duden, en esa incertidumbre y misterio que encierran los hongos está su magia”.