Dicen que las comparaciones son odiosas, pero hablar con periodistas agropecuarios de otros países para entender cuáles son las preocupaciones de los productores de otras latitudes, y si son tan diferentes de los productores de Argentina, resultó un buen ejercicio.
En Colombia las principales preocupaciones del agro tienen que ver con la comercialización de los productos, una cuestión que arrastran desde hace años. “Hay varios eslabones en la cadena que imposibilitan que el productor tenga una rentabilidad adecuada”, aseguró a Bichos de Campo Fabio Romero Martínez, periodista agropecuario de Colombia y director general de la revista Agricultura de las Américas (Latam).
Mirá la entrevista completa a Fabio Romero:
“Justamente hace poco se resolvió un inconveniente con los productores de papa porque los precios disminuyeron bastante, al igual que el consumo de la papa. No encuentran precios justos ni razonables. Como hay mucha intermediación, a los productores les sale costoso producir, los intermediarios les pagan precios bajos y eso les genera pérdida”, explicó Romero.
El periodista, que hace 8 años ganó un reconocimiento por su labor (Órden al Mérito Agrícola en el grado de Caballero) otorgado por el Gobierno, manifestó que “el papel del Estado no es el de fijar precios en productos perecederos, aunque sí está controlando algunos precios en las centrales mayoristas, principalmente en los precios que van al consumidor final, pero entre el distribuidor y el productor hay una libertad de precios que es lo que dificulta las relaciones”.
En cuanto a cómo actúa el Estado en Colombia, Romero indicó que no hay intervención directa y citó el caso del café, producto emblemático en ese país: “Ese producto se comercializó libremente a lo largo de su historia y son los mismos gremios agropecuarios relacionados al café, en este caso la Federación Nacional de Cafeteros, los que generan las políticas que tienen que ver con los caficultores, las cuales dependen del precio internacional de ciertos países como Brasil, América Latina y Taiwán”, declaró.
“Esta situación hace que haya una fluctuación en precios y vaivenes, y se ve libertad salvo en algunas ocasiones de emergencia o disminución de los precios, donde el Estado interviene dando un precio de sustento para apoyar a los caficultores”, agregó Romero.
Acerca de cómo es la relación entre los gremios agropecuarios, representantes de los productores y el Gobierno de Colombia, Romero explicó que se presentan dos corrientes: “Una es más amiga del Gobierno de Iván Duque Márquez y algunas de las políticas generadas por la pandemia, por el cambio climático o por variaciones de precios, y hay otra corriente que está en desacuerdo con el Gobierno, donde hay miembros de la oposición que buscan resultados al margen de reclamos que, aunque pueden ser justos, no coinciden con todo lo que se está haciendo en política agropecuaria”, relató.
Según Romero, “Colombia no es un país rico en recursos y presupuestos, y no puede dedicar lo suficiente a todos los sectores económicos, pero se busca la forma de subsidiar algunas actividades productivas cuando hay heladas o inundaciones, y entonces ahí se contribuyen con algunas partidas”.
De acuerdo a Romero, “hay una multiplicidad de representaciones agropecuarias en Colombia y también hay desacuerdos entre los mismos gremios, sobre todo entre los que representan a los grandes y los que representan a los chicos”.
Al respecto de la mirada social al respecto del uso de agroquímicos, Romero cree que los productores gozan de una buena percepción social “porque generaron la provisión de los alimentos que se necesitaba, y esto hizo que la gente citadina le tomara gran aprecio”.
Los agricultores en general se dividen en dos grupos en Colombia. Para Romero están “los más tecnificados y organizados en la parte de comercialización, que son también citadinos con inversiones en el campo, y otros más pequeños que atraviesan varias dificultades y a los cuales el Gobierno no les pudo solucionar todo, pero que también son reconocidos socialmente en su labor de productores de alimentos. Ellos también son gente muy honesta y trabajadora, y aunque se distancien en la parte tecnológica, cultural y educacional también guardan buena relación con la gente de la ciudad”.
El principal desafío del agro colombiano, según referenció el periodista, tiene que ver “con la competitividad y con la forma de producir. Hay una parte muy adelantada y tecnificada pero también hay otra parte muy atrasada que precisa más tecnología y preparación en mercadeo para saber qué es lo que realmente precisan los consumidores, y tener mejores practicas agrícolas y certificaciones de sus producciones. Se necesita modernizar a una gran porción de productores que están quedando al margen de las reglas de juego”.