Ella se llama María Carolina de Faveri, pero todos la conocen como Carito. Tiene 42 años y nació en Buenos Aires. Es ingeniera agrónoma recibida en la UBA, vive en una zona rural cercana a la localidad bonaerense de Saladillo, y en su camino de profesionalización descubrió en la ganadería una gran pasión.
Proviene de una familia de gente laburante de clase media que le enseñó la dignidad del trabajo. “Es uno de los valores que agradezco profundamente”, comenta orgullosa en diálogo con Bichos de Campo.
Su especialidad es el análisis integral de los sistemas ganaderos. “Al ser sistemas multifactoriales en los cuales hay gente involucrada, con criterios que no siempre coinciden, los profesionales o asesores somos una especie de mediadores”, remarca.
Carito es todo terreno, literal, y no se achica a las recorridas a campo de a pie, a caballo, en camioneta o en tractor. Todo lo que sea necesario, si el clima lo permite, para visitar establecimientos, clientes, ayudarlos a elegir hacienda para reposición y recría de reproductores. Asesora en forma particular o bien a empresas ganaderas y grupos de productores de Cambio Rural.
-¿En qué consiste el análisis integral de sistemas ganaderos?
-La realidad es que en trabajos de análisis integral se involucra todo, hasta la evaluación del impacto ambiental de cada una de las decisiones que tomamos. Por mi parte trato de incentivar al menor uso de insumos y salvo algunas excepciones, no hacemos pulverizaciones y muchas veces elegimos combatir las malezas con un pastoreo racional, respetando los tiempos entre pastoreo y descanso y así minimizamos gastos y trabajamos con animales y plantas que también son seres vivos. Porque esto implica un sistema biológico multifactorial desde la ecología de cada zona, y por ende siempre debe haber un respeto a la biodiversidad. Por eso siempre digo, cuando implanto una pastura, que las abejas son mis mejores socias y polinizadoras claves, con lo cual la labor del apícola será necesaria para cuando esas pasturas florezcan.
-¿Sos ecologista?
-Te aclaro que no soy una ecologista radical. Simplemente los agrónomos fuimos formados con un respeto hacia la biodiversidad, hacia el ambiente, y precisamente los agroecosistemas son nuestro lugar de trabajo, entonces lo que menos queremos es destruirlos. En la carrera siempre me inculcaron que debíamos dejar el ecosistema mejor de lo que lo encontramos para las generaciones futuras y así creo que trabajamos los profesionales responsables, minimizando el impacto ambiental y tratando de mejorarlo. Y acá quiero aprovechar a dar un agradecimiento enorme a los docentes de la educación publica que dejan absolutamente todo en esa facultad donde estudié, la Fauba. Es gente valiosísima con una pasión y vocación muy grande.
-¿Qué cambios de los que has sugerido en tus asesoramientos te enorgullecen verlos llevados a cabo?
-He logrado que en varios campos que asesoro se utilice energía alternativa. La energía que usamos es solar en muchos casos por sugerencia mía y prefiero que esto sea así cuando se puede llevar adelante, ya que son muy pocos los campos en el país que cuentan con buena cobertura de energía eléctrica.
-¿Qué te llevó a dedicarte a la ganadería con tanta entrega? ¿Tuviste en claro desde siempre esa meta?
-Confieso que desde muy chica amo el campo. Recuerdo que mi familia me llevaba a la exposición ganadera de Palermo y que nos sentábamos a ver las juras desde las tribunas. Jugábamos a jurar y confieso que muchas veces acertaba los elegidos. Me decían ´ah pero qué ojo tenés´, y así fue como descubrí que mi corazón estaba puesto en ese tipo de cosas. Pero no es que enseguida dije, esto es lo que quiero.
Cuando me recibí fui probando distintas áreas de acción; probé suerte en algún pool de siembra o administración, pero ahí descubrí que el trabajo de oficina no era lo mío y que el gusto venía por lo ganadero. Para mi lo mas lindo es estar codo a codo con el productor, viendo nacer un ternero y decir ´este dejalo para torito porque tiene tales o cuales características o es hijo de tal toro, o estamos buscando mejorar tu rodeo con las características de ese ternero´. Eso me encanta.
-¿Entonces hoy sos asesora ganadera independiente?
-Si y también trabajo haciendo auditorías de Buenas Prácticas Ganaderas. Hago asesoramiento grupal y hace 11 años que trabajo con un grupo de Cambio Rural. Esta es otra de las cosas que me apasiona porque es una forma de asesorar en la cual todos, incluso el asesor, aprenden de las experiencias del otro. Allí cada uno de los miembros del grupo abre las puertas de su campo para mostrar sus aciertos y errores, y ofrecen todo su conocimiento y están abiertos a recibir sugerencias de otros. Obviamente es algo que lleva mucho laburo desde lo sociológico y no siempre es fácil, pero yo tengo en claro que los agrónomos y veterinarios tenemos que tener un cierto nivel de amigo / psicólogo del productor.
-¿Y qué hay de tus recorridas a campo?
-Esa es otra de las cosas que me apasionan de la ganadería. A veces son sencillas porque no llovió o porque el camino está en buen estado, pero hay otras veces en que te toca hacerlas con el agua sobre la panza del caballo. Una que recuerdo es en 2014 con 7 meses de embarazo. Me tocó hacer una recorrida en tractor luego de una inundación muy grande. Si me preguntás si es fácil te digo que son gajes de este oficio, pero la realidad es que no es para cualquiera.
-Leí por ahí que fuiste una pieza clave en la conformación del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Buenos Aires
-Hace unos años me llamó un colega y me dijo ´Carito, vamos a reunirnos en Saladillo, hay que juntar colegas porque queremos formar el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de Buenos Aires´ y me invitaron a participar, así que me involucré en ese proyecto para jerarquizar nuestra profesión y tener colegio propio. Fue una experiencia dura pero agradezco el esfuerzo de todos los colegas que participaron porque gracias a ellos hoy tenemos colegio en el cual tuve el honor de participar como secretaria de la asamblea constitucional del mismo y luego como vocal hasta que arrancó la pandemia. Y también fundamos el Circulo de Ingenieros Agrónomos y Forestales de Saladillo, que es otro lugar de encuentro para colegas.
-¿Formaste familia?
-Si. Hace 11 años que estoy instalada en Saladillo y formé mi familia acá. Mi marido trabaja acá y tenemos una hija de 6 años que en este año tan especial entre presencialidad y virtualidad arrancó primer grado. Es un esfuerzo grande y se nos hace difícil pero damos el sacrificio para seguir trabajando y “mapaternando”. Luego, como heroína de la pandemia tengo a mi hermana, que es cirujana y que trabaja desde el primer día con pacientes con Covid. Incluso ella transitó la enfermedad pero por fortuna la sacó adelante.
-¿Cómo es un día de tu vida?
-Mi marido se levanta a las 6 y yo también. Si tengo que ir a un campo lejano me levanto antes. Desayuno con unos mates, y salgo con botellita de agua, barbijo infaltable y algún snack para el camino. Trato de llevar mi propio protocolo en la diaria y no estar en espacios cerrados con colegas, empleados o productores. Tengo visitas a campos de 60 kilómetros pero también a 260 kilómetros. Laburo en campos de Lobos, Monte, Mercedes, Tapalqué, Las Flores o 25 de Mayo. Todos cerca pero no tan cerca pero eso no importa cuando necesitás verde para tener paz mental.
Cuando llego a un campo hacemos una ronda de novedades, evaluamos los puntos críticos a mirar en la recorrida y ahí evaluamos el estado de los animales, de los recursos forrajeros, las labores que se están haciendo, o si hay que arreglar bebederos, tanques o alambrados. Por eso digo que son recorridas integrales. Siempre focalizo en el bienestar animal, que tengan sombra en los potreros porque sufren bastante el estrés térmico y que tengan agua cerca. Luego hacemos un resumen o informe sobre qué esta bien, qué hay que modificar, que insumos hay que comprar o qué nuevas labores hacer. Muchas veces llego a mi casa a la hora de cenar, por eso le agradezco a mi esposo que muchas veces me salva con la cena.
-¿Entran más tareas en un día de tu vida?
-Bueno. Si. Hace poco más de dos años un amigo me convocó para formar el equipo de Ganaderos, una empresa que surgió a raíz de grupos de WhatsApp. Hoy tenemos grupos hasta de Ganaderos latinoamericanos. De esa necesidad que detectamos en los grupos se armó lo que hoy es Ganaderos Comunidad, donde hacemos intercambios virtuales y a pedido de los productores que participan organizamos talleres y capacitaciones, las cuales hoy por la pandemia, las damos de modo virtual. Teníamos giras internacionales organizadas que quedarán en stand by, pero sentimos que es un intercambio valioso el que se da. Hoy ofrecemos administración, auditorías, asesoramiento, consultorías externas y cursos de capacitación. Yo estoy dando algunos cursos para el personal ganadero junto al dueño del campo para mejorar los equipos de trabajo, que es uno de los puntos más flacos dentro de una empresa ganadera.
¿Por qué decís que el personal de trabajo es un punto flaco?
-Es que se hace muy difícil conseguir gente para trabajar en el campo por la deficiencia en comodidades tales como la conectividad. Se hace difícil tener una familia con hijos cuando te exigen clases virtuales por Zoom y ni siquiera hay señal de celular en la zona. En zonas rurales se nota mucho más que la educación es un derecho vulnerado. Privarlos de educación es restarles oportunidades el día de mañana.
Y un anhelo que tengo es que se establezcan escuelas de oficios de forma regional entre 3 o 4 partidos. Oficios como el de alambrador o molinero, que pasaban antes de padres a hijos, hoy siguen teniendo salida laboral pero el problema es que muchos hijos no quieren continuarlo. Otra de las cosas que me parecen sumamente necesarias es que se den mas capacitaciones en energías alternativas, algo esencial para las áreas rurales. Más del 70% de los campos del país no tienen energía eléctrica y la energía solar es una solución y si se la promoviera más podría generar más oportunidades de trabajo y crecimiento.
Carito fue una fuente muy consultada por Adela Nores y Matilde Fierro cuando en 2018 escribieron su libro “Mujer Rural, Nuevas Voces”. Allí Carito dejaba en claro la necesidad de juntarse los pares para resolver problemas y en momentos en que había ausencia de un Colegio propio, comentó que eso les perjudicaba a ambos sexos, y mucho más cuando en las búsquedas laborales del sector pedían responsable de campo sexo masculino. “Siempre digo lo mismo y no me canso: la cabeza nos da a ambos sexos por igual y sobre todo teniendo el mismo título universitario. Un caso clarísimo son los grupos CREA, sobre 210 grupos aproximadamente sólo 15 tienen asesoras mujeres”, decía de Faveri en aquel libro.