Si fuera una película de Hollywood el aviso diría: “Después del rotundo éxito de las cajas negros en los frigoríficos llegan… los caudalímetros para los molinos”. Por lo pronto, el director es el mismo, el director nacional de Control Comercial Agropecuario, Marcelo Rossi. Y el final de la película debería ser que se achique el margen de informalidad y competencia desleal en dos de las cadenas que más facturan dentro del país: la de la carne y la de la harina.
No es una película y mucho menos puede afirmarse todavía que el operativo para instalar controles electrónicos en los frigoríficos haya tenido un rotundo éxito, más allá de que una mayoría absoluta de plantas de faena hayan cumplido con la obligación de montar en sus playas esos equipos antes de mayo. Pero lo cierto es que antes de conocer el final, el Ministerio de Agroindustria insiste con un nuevo capitulo de esta saga. O una remake, porque ya hubo un fallido intento de instalar estos “caudalímetros” a principios del milenio, que fracasó por completo.
Lo cierto es que este lunes se publicó en el Boletín Oficial la orden para que los molinos que muelen trigo deberán instalar a más tardar hasta octubre próximo un dispositivo electrónico de control.
“Eesulta primordial avanzar en la obligatoriedad para los establecimientos de molienda de trigo de incorporar tecnologías que permitan la obtención de los datos referidos al proceso productivo, los que a su vez garanticen la transparencia en la operatoria y generen datos estadísticos certeros”, indicó la resolución 84 firmada por el secretario de Agricultura, Guillermo Bernaudo, de quien depende ahora la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario.
Los Controladores Electrónicos de Molienda de Trigo (CEMT) cumplirán una función semejante a los equipos instalados en la mayoría de los frigoríficos de bovinos del país en los últimos meses: enviar información fiable al Estado para que se puedan controlar los volúmenes de trabajo de cada una de estas plantas y evitar así casos de evasión o subfacturación impositiva.
El camino para llegar a ese objetivo antes de octubre próximo será semejante al que se siguió con los frigoríficos bovinos. Primero se abrirá la convocatoria para las empresas interesadas en fabricar, vender y mantener esos equipos. El listado definitivo deberá estar listo antes del 2 de julio próximo y a partir de allí, según establecío la norma, correrá un plazo de 90 días para que las empresas elijan a su proveedor e incorporen el equipamiento, a costo propio.
¿Y qué debe poder hacer al CEMT? “Registrar fecha, peso, hora de pesada, fecha al momento de la parada del diagrama, peso acumulado al momento de la parada del diagrama, hora de la parada del diagrama, sistema de control de consumo eléctrico en banco de primera, sistema de control de consumo eléctrico en banco de segunda rotura, imagen del banco de primera rotura, imagen del banco de segunda rotura, imagen del diagrama de molienda y alarma de desconexión por manipuleo”. Y todo eso con un margen de error que no podrá exceder el 1%, definieron las autoridades.
La Argentina tiene un número bastante variable de molinos harineros, ya que en los últimos años muchos han abierto y cerrado siguiendo los vaivenes de la actividad. Pero por lejos superan las 150 plantas diseminadas por todo el país. En conjunto, muelen cerca de 6 millones de toneladas de trigo cada año, aunque tienen una elevadísima capacidad ociosa.
Veremos cómo sigue la película. Muy pronto, en todos los molinos del país