Tomamos prestada esta crónica escrita por Claudio Minoldo en el semanario Primer Día de Jesús María, Córdoba. Informa sobre esta innovación realizada en esa región de la mano de dos jóvenes de Bélgica y Francia. Se trata de “una muestra del potencial de lo que en el mundo se conoce como la industria del insecto”, informa el autor.
Cuando Anabel Uanino, al frente de la Fundación La Huella y de la escuela Olga Cossettini, decidió traer a Colonia Caroya a Günter Pauli y sus ideas sobre economía azul, lejos estaba de pensar que en su Colonia Caroya natal se iban a desarrollar proyectos que se convertirían en negocios. Es que de la mano de Pauli, llegaban también dos “locos” lindos, Francois Nolet y Julien Laurençon, un belga y un francés con muchas ganas de despertar el potencial dormido que habitaba en la región y pusieron en marcha dos proyectos de economía circular.
Con la poda de los viñedos, desarrollaron el cultivo de gírgolas, un hongo comestible de reconocidas propiedades. Y, en paralelo, montaron el prototipo de la primera industria del “insecto”.
Las obreras de esta industria son las larvas de una mosca, la Hermetia illucens, también conocida como mosca soldado negra que es nativa de América y tiene la apariencia de una avispa.
¿Qué hacen estas larvas? Comer y comer y comer residuos orgánicos hasta aumentar su peso 4000 veces en 14 días. Son tan eficientes que si les das una tonelada de residuos orgánicos, te devuelven 400 kilos de humus y 250 kilos de larvas que pueden utilizarse en la alimentación de animales (peces, gallinas, cerdos, entre otros).
En una etapa posterior, con otro proceso, podrían obtenerse también 75 kilos de harina proteica y 23 kilos de aceite.
En Caroya, Frans y Julie le dieron forma a Procens, una empresa de biotecnología que brinda una solución integral para bioconvertir residuos orgánicos de municipios y otros actores de la agroindustria.
Desde Bélgica trajeron las primeras larvas de la mosca soldado negra y armaron un prototipo en un container marítimo que instalaron en Chacra de Luna. Con ese prototipo funcionando, pudieron convencer a inversores cordobeses de apostar por Procens.
Federico Uanino, Luciano Nicora, Gabriel Florensa, Lucas Emma, Germán Merlo, Roberto Viviani, Fedora Viviani, Sergio Asís, José Dib, y Martín Piazzoni se sumaron a la iniciativa que dio un enorme paso en estos días.
https://www.facebook.com/watch/?v=574282746557719
Desde septiembre, harán una prueba piloto con los residuos de la papa, mayoritariamente cáscara, en la localidad bonaerense de Balcarce para la firma canadiense Mc Cain, cuyos productos congelados se encuentran en la mayoría de las góndolas de los supermercados.
“En algún momento hay que tirarse a la pileta, salir a buscar gente interesada que te pueda apoyar. No se puede llegar solamente con la idea y decir necesito tantos millones para construir una planta. Hay que hacer demostraciones. Nosotros llevamos dos años antes de poder concretar esto”, dice Frans.
Y completa Julien: “El mensaje es que -pese a este contexto de pandemia, recesión, y casi default- logramos que inversores ‘ángeles’ de Córdoba se sumen al proyecto. Plata hay, aunque hay que saber captarla. Vendemos un sueño, es cierto, pero respaldado con mucho trabajo”.
Tendremos unas cuantas muy buenas noticias sobre ellos de ahora en adelante.