Anabel Pomar se presenta como periodista y vecina fumigada de Exaltación de la Cruz, integrante de Exaltación Salud (Vecinxs en lucha contra las fumigaciones y por la Soberanía Alimentaria), y como nacida en Pergamino. Escribió esta nota que tomamos del sitio Huerquen. Nos permitimos robar esta nota porque hace referencia directa a Matías Longoni, el editor de Bichos de Campo, a quien se tilda de “bastardo” y se acusa de llevar adelante “un periodismo pro agronegocio”. También volvemos a publicar el programa que hicimos varios meses atrás en Pergamino, donde hay una intensa polémica social por las aplicaciones de agroquímicos en las zonas periurbanas y donde la justicia federal acaba de procesar a tres productores.
Dice la nota de Anabel:
“Hoy confirmaba con Sabrina Ortiz, -de la organización Madres de Barrios Fumigados de Pergamino, víctima de las pulverizaciones que denuncia, y abogada en su propia causa que logró un fallo de protección y procesar a tres productores-, que la justicia citó a indagatoria a quienes la amenazaron de muerte a ella y a su familia en julio de este año, las hijas de Mario Roces uno de los productores procesados.
Recordemos que en el marco de la causa por las fumigaciones con agrotóxicos en campos linderos de tres barrios de Pergamino, el juez Carlos Villafuerte Ruzo procesó sin prisión preventiva a tres productores rurales, Fernando E. Cortese, Mario R. Roces y Víctor H. Tiribo, por considerarlos “prima facie” coautores penalmente responsables del delito de “contaminación del ambiente en general, de un modo peligroso para la salud, mediante la utilización de residuos calificados peligrosos (agrotóxicos)” y les fijó un embargo a cada uno de ellos por tres millones de pesos.
Mario Roces, uno de los procesados fue entrevistado por Matías Longoni para Bichos de Campo. El video de mayo de 2019 está en internet. Vale la pena ver ese testimonio con detenimiento y escuchar tanto lo que dice el ahora procesado pero mucho más las preguntas inducidas de quien hace la entrevista. Para que puedan sacar conclusiones ustedes mismos del daño que produce este grado de complicidad mediática y no solo llevarse por esta opinión. Realmente no tenía pensado escribir sobre quién se supone es un ¿colega? y hoy no es parte de la noticia. Por un lado, para no darle más espacio del que ya tiene, por cierto, con un alcance infinitamente superior al que puedan tener estas palabras. Y por el otro, para protegerme y no alimentar la indignación que me produce no solo su falta de rigor profesional sino su servilismo cómplice a un modelo tóxico. Pero es necesario hacerlo.
Las personas citadas a declarar este próximo 14 de noviembre son hijas del productor Roces quien pudo despachar su discurso “campechano” ante el micrófono gentil de Longoni que nunca mencionó que en julio de este año María Teresa Roces y Fernanda Lilian Roces ingresaron armadas a la casa de la mamá de Sabrina. Le dijeron “Te vamos a prender fuego la casa. Y a la negra de mierda de tu hija la vamos a mandar a matar”.
Algunos extractos de la “nota”: “No tiene sentido que haya soja acá” creyendo en la palabra del productor y reafirmándola sin mencionar las pruebas que forman parte de la causa y desmienten esto. Causa que da a entender deriva de “un problema de vecinos” que vinieron a vivir después y no “de toda la vida” como lleva en el lugar el productor al que compadece, con sonrisitas, por ser injustamente tratado de “victimario” o quedar “en el medio”. –“¿Por qué le parece que se queja la gente?”– pregunta y se contesta casi solo. Roces menciona, “Por el agua. Les preocupa el agua”. Y Longoni afirma que el agua tiene arsénico, “nada que ver con agrotóxicos”. Agua en la que la justicia probó hay 18 sustancias químicas de la industria del agro que son altamente peligrosas para la salud.
Toda esta información, repito, figura en el expediente pero Longoni la ocultó en toda la entrevista. En esos cinco minutos casi de material sí tuvo tiempo para las palabras de ninguneo hacia la investigación de la justicia pero no para pruebas acreditadas en la misma pertinentes de ser mencionadas si se entrevista; nada más y nada menos, que a uno – en ese momento- de los acusados en una causa con tanta notoriedad e importancia a nivel nacional. Por eso no es esto solo un cuestionamiento al lugar desde donde se para y opina para ejercer su rol periodístico, ya que es extensamente conocida su militancia pro agronegocio, sino la de realizar un señalamiento sobre la falta absoluta del mínimo atisbo de honestidad intelectual al entrevistarlo.
No es desconocimiento de lo que es el periodismo. Longoni tiene más de la mitad de su vida dedicada al periodismo especializado en agro. Trabajó en Télam y en Clarín para luego fundar su propio producto periodístico multiplataforma. Es autor de dos libros, ganó un par de Martín Fierro a los programas de cable y dos veces el premio Fopea al periodismo de investigación en medios nacionales, así como obtuvo otras tantas menciones en el Colpin, el concurso latinoamericano de periodismo de investigación. Haciendo lo que hace.
¿En qué va a terminar esta causa? “En nada”, dice el productor ahora procesado y cuyas hijas armadas amenazaron a Sabrina Ortiz y a su madre. La justicia le respondió con contundencia al procesarlo por su accionar.
Esperemos ahora también que caiga todo el peso de la ley para quienes realizan amenazas de muerte a punta de pistola. Aunque después no salga “en muchos lados” esa información o se siga desestimando. Si la sociedad no tiene información que al menos la justicia envíe un mensaje claro destinado a frenar las patoteadas delictivas que nos son privativas, tristemente, de Pergamino sino que pueden verse en Entre Ríos, Santa Fe y un largo etc.
Y si esto sucede, si se condena a quienes amenazaron a Sabrina y a su familia, no será por la presión de los medios tal como es presentada por Bichos de Campo, otros sitios de lobby disfrazados de periodismo y la gran mayoría del periodismo lleno de pautas de la agroindustria como tan ciego y mudo ante lo que es, lejos, el crimen socioambiental más grave de nuestro país.
Si sucede será por el valor inmenso de mujeres como Sabrina y tantas otras que le ponen el cuerpo a la defensa del territorio mientras estos mercenarios las convierten en “quilomberas” o blancos móviles. Y también por el aporte realizado desde la ciencia digna que ha provisto de pruebas a la justicia para que pueda procesar a quienes dañan la salud y al ambiente. Porque, sepan, si Sabrina es una negra de mierda, los negros de mierda son, somos, y seremos muchos. Es bueno también que tomen nota. Y no es una amenaza. Eso es la especialidad de algunos cobardes que con esa actitud solo serán cada vez más repudiados por la sociedad a la que dicen alimentar mientras la envenenan. La misma que les grita basta es basta.
Y por el contrario, me atrevo a afirmar que la impunidad con las que personas como los Roces se mueven es posible gracias a ese discurso de apoyo mediático al agronegocio y a la construcción de sentido por parte de esos mismos medios de que hay razones válidas para que los productores se sientan ofuscados, molestos, perseguidos cuando se les hace cargo del daño que producen. Y eso, “colegas”, los vuelve cómplices de los delitos por ellos cometidos. Por no tipificarlos como tal, por esconderlos bajo la alfombra, por amañarlos, quitarles el verdadero peligro u ocultar las consecuencias de sus acciones y daños.
Sabrina Ortiz ya padeció dos ACV isquémicos, y tiene en el cuerpo glifosato y lambdacialotrina (un insecticida agrícola que actúa por contacto) en una cantidad 58 veces más alta de lo tolerable. Su hija tiene niveles de glifosato 100 veces mayor de lo aconsejable para su peso. Su hijo menor, de apenas siete años, 120 veces más. Sabrina viene denunciando las fumigaciones desde 2011. Tuvo que dejar su casa y perdió un embarazo.
Toda información que figura en el expediente y que por supuesto tampoco fue mencionada en un reportaje del espanto con micrófono.
Sabrina es además de toda su lucha, una persona que sufre, que ve sufrir a sus hijos y además un cuerpo que en vez de ser abrazado se atreven a re victimizar en cada ataque. O a silenciar desde sus tribunas tóxicas. Pero que como también mencioné no está sola. Acá estamos Sabrina. En nombre de mi profesión te pido perdón por los bastardos. Te abrazamos fuerte.
Exaltación de la Cruz, 7 de noviembre de 2019″
Nota del editor de Bichos de Campo: En este misma nota, la periodista y ambientalista Anabel Pomar reconoce que la entrevista de este medio con el productor de Pergamino cuestionado se realizó en mayo de 2019, pero acusa al periodista Matías Longoni porque “nunca mencionó que en julio de este año María Teresa Roces y Fernanda Lilian Roces ingresaron armadas a la casa de la mamá de Sabrina”. Mal pudo haber anticipado Longoni en mayo un hecho que iba a suceder dos meses después.
Nota del editor de Bichos de Campo 2: Pomar también acusa a Longoni de no dar cuenta de lo que dice el expediente judicial y creer la versión del entrevistado. En realidad, Bichos de Campo se ocupó de mostrar en aquel programa la fuerte polémica social que existe en torno a las aplicaciones en el periurbano y como ésta condiciona el trabajo de los técnicos y los productores. Fue por eso que se entrevistó a todas las partes, incluida la abogada denunciante y el intendente de la ciudad. Y todas las entrevistas se publicaron completas en nuestra página. En ningún momento nos interesó especialmente lo que dijera el expediente judicial sobre tal o cual cosa, porque hacemos periodismo agropecuario y no judicial, aunque hemos venido dando cuenta de los avances de la causa, incluida la noticia de los procesamientos.
Los invitamos a ver el programa que emitimos sobre este caso para que cada uno saque sus propias conclusiones. La editorial de Longoni al principio es lo que piensa Longoni. Peor tanta parece ser su complicidad con el agronegocio, que por si acaso no nos hacemos cargo: