La brecha entre los precios de la carne vacuna y la hacienda es cada vez mayor y la absorbe, por ahora, la industria. La situación da cuenta de lo deprimido que se encuentra el consumo interno, donde se destina el 70% de lo que se produce.
El informe de precios que acaba de publicar el IPCVA, indica que la carne vacuna aumentó un 9,8% en noviembre con respecto a octubre, que el precio del pollo subió un 5% en el mismo período, y que el precio del cerdo tuvo un aumento del 5,4%. Sin dudas fueron saltos importantes pero “en la comparación interanual, la carne vacuna aumentó 55,5%, el pollo 63,7% y el cerdo 52,0%” lo que significa que los precios de todas las carnes empataron contra la inflación.
De las tres, sin embargo, el pollo ha sido la menos perjudicado ya que, por tener alta oferta, y precio por kilo más bajo, recibió parte del hueco que dejó la carne vacuna en el mercado local por el incremento de las exportaciones, pero sobre todo, por la pérdida del poder de compra del salario.
Mientras la carne vacuna aumentó 55% en forma interanual, los precios de la hacienda le ganaron a la inflación, al menos si se toma como referencia lo que pasó en los últimos 12 meses.
En noviembre el precio promedio del novillo en el Mercado de Liniers fue de 75,6 pesos por kilo vivo, lo que significa que tuvo un aumento del 75% con respecto a igual mes del año pasado. En el caso de los novillitos, el promedio dio 78 pesos, lo que indica una suba interanual del 73%, y para la vaquillona el promedio del mes pasado fue de 76 pesos, con un incremento del 85%.
En este contexto, la brecha de precios entre el valor de la carne en la góndola y el de la hacienda lo está absorbiendo la industria frigorífica intermediaria entre el ganadero y la gente de a pie. El sector ya alertó que requiere de un reordenamiento de los valores porque, para los frigoríficos y matarifes, con los valores de los subproductos también en baja, las cuentas están más que complicadas.
Según Daniel Urcía, de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales (Fifra), “se espera una nueva suba tanto de la carne como de la hacienda, por la simple escasez de la oferta, pero esos incrementos deberán generar un reacomodamiento al interior de la cadena porque la brecha en el precio de la hacienda y el de la carne, por ahora lo está absorbiendo la industria, que a su vez cobra cada vez menos por los subproductos de la faena”.
De todos modos, la suba en el precio de la hacienda, que le gana a la inflación, no alcanza para cubrir los costos del feedlot, lo que se refleja en los menores índices de encierre. Los engordadores dicen que con los costos actuales (invernada en 90 pesos, el maíz en no menos de 8.500 pesos la tonelada y el valor del gordo por debajo de esos precios) lo que sale de los corrales da pérdidas, y que por eso se están vaciando, lo que augura una tensión mayor en los precios para los meses que vienen.