Esta noticia necesariamente debe ser leída en un contexto. Desde 2008, luego del conflicto entre el agro pampeano y el gobierno de Cristina Kirchner, la Argentina no logra conciliar una política de desarrollo para su principal sector productivo. Todo lo contrario, la agenda ha sido de una constante confrontación: una grieta que separa un país partido al medio. La Mesa de Enlace y los sectores más cercanos a la ex presidenta no han logrado, doce años después, torcer esta larga historia de desencuentros.
El problema es que no se trata de un partido de fútbol. Desde 2013 o 2014 la Argentina está viviendo una crisis declarada, que condena a millones de personas a vivir bajo los niveles de pobreza. Y que ahora este panorama se agrava sensiblemente con la pandemia del coronavirus. Hay miseria declarada por todas partes y se ha perdido mucho tiempo para tratar de buscar una solución. Este es el contexto.
Este viernes, mediante una conferencia virtual, se lanzó el Consejo Agroindustrial Argentino, un conjunto por ahora bastante inorgánico pero decidido, conformado por más de 40 entidades y cámaras de las cadenas agroalimentarias. Hay de todo, incluidas tres de las cuatro gremiales tradicionales que en 2008 conformaron la Mesa de Enlace (la Sociedad Rural Argentina es extrañamente una gran ausente). Su mensaje de fondo, aunque no lo digan a viva voz para no ofender a nadie, es que quieren dar una vuelta de página.
Por eso la nueva gran organización del agro argentino se presentó con tonos propositivos y con un vocero de tonos muy moderados, el presidente de la Bolsa de Cereales, José Martins, que en todo momento se cuidó de recurrir a los agravios y a las quejas tan característicos de la discusión pública en torno al agro. La idea que prima es que la crisis es realmente grave y que el tiempo perdido fue demasiado. Por eso el Consejo se presentó cuidadosamente con una mano tendida, por lo menos hacia los sectores más moderados del gobierno de Alberto Fernández.
Tan visible la bandera blanca -no de rendición pero sí forzada por la necesidad de tejer un nuevo acuerdo de convivencia, ya que el país no podrá nunca prescindir de su agro pero tampoco de su Estado-, que Martins incluso ofreció una ofrenda muy significativa: declinó el reclamo histórico para una eliminación inmediata de los derechos de exportación. “Todos sabemos que las retenciones son distorsivas, pero también conocemos el momento actual que estamos atravesando, la situación económica y la renegociación de la deuda. En nuestro caso estaremos bregando por una estructura no regresiva”, indicó.
Hay que revisar el embrión de este movimiento potente de la cadena, que tiene entre sus principales impulsores a las Bolsas de Cereales pero también a los sectores más ligados a la agroindustria, como los proveedores de insumos o la cámara de la industria aceitera y cerealera (Ciara-CEC), además de varias entidades ganaderas, organizaciones de cadena de cultivos, entidades comerciales, etcétera. Las entidades de la Mesa de Enlace, están más ligadas a la producción primaria, por ahora están más a la expectativa que otra cosa, conscientes de que hasta aquí han venido chocándose las cabezas contra una muralla.
La génesis de esta unión fue una reunión pedida de urgencia al canciller Felipe Solá, hace tres meses, por un conjunto que por entonces reunía a 34 entidades. Fue luego de que el funcionario amagara con torpedear las negociaciones con el Mercosur. En ese encuentro, el ex secretario de Agricultura de los años ’90, conocedor del paño, no solo tranquilizó a los agroindustriales, sino que les dio la clave para “reperfilar” la relaciones con el nuevo gobierno: Había que sacrificar a la dama del sector, la Mesa de Enlace, para que el ala moderada que acompaña a Alberto Fernández pudiera a su vez contener los reclamos del ala más dura, que responde a la otra gran dama de esta historia, Cristina Kirchner.
De la disputa interna sobre los tonos y las formas que existen dentro del gobierno no hay mucho para decir: las diferencias se hicieron visibles sobre todo en el caso Vicentin o con las respuestas de unos y otros ante la ola de ataques a los silobolsa. No hace falta abundar en eso ni es nuestro tema: desde hace un par de meses que Alberto se ve obligado a hacer de equilibrista ante cada uno de los temas de la agenda pública.
El agro es uno de esos temas porque cruza casi toda la economía, y porque la economía derruida depende mucho más de la generación de divisas genuinas. Sobre todo ahora, que parecemos haber llegado finalmente a pampa y la vía.
Este contexto envalentonó a los integrantes de la cadena, que además desde hace tiempo repiten que la producción de las distintas actividades está estancada por la falta de reglas de juego estables y la inexistencia de un plan de estímulos a quienes producen. En la Argentina de la crisis muchos sectores que antes lucían lustrosos hoy se están desinflando peligrosamente, incluida la soja, por cuya “renta extraordinaria” se inició hace doce años todo este desatino histórico.
Para desactivar las bombas hay que hacerlo con cuidado. Martins explicó que la idea del flamante Consejo Agroindustrial ya no consiste en “ir con un paquete y decirle a los gobierno qué es lo que hay que hacer”, sino que ahora pretenden debatir “cómo nos sentamos juntos, gobierno, política legisladores a armar algo que sea sostenible”.
Existe, por supuesto, un paquete de propuestas en torno al cual quieren conversar estos actores claves de la actividad económica. Le han propuesto el pomposo nombre de Estrategia de Reactivación Agroindustrial y contiene una serie de rumbos o medidas que a juicio del sector deberían ponerse en marcha para llegar a metas ambiciosas, como incrementar en 13 mil millones de dólares las exportaciones o crear nuevos 700 mil puestos de trabajo, sobre todo en las provincias. Pero no vale la pena ahora detenerse en discutir eso. Lo importante ahora es saber si acaso, alguna vez, pudiera llegara discutirse. Romper la inercia del conflicto permanente.
Los promotores de esta movida cuentan que hasta ahora encontraron muy buena predisposición de varios ministros del gabinete de Alberto, inclusido el canciller Solá, el titular de Agricultura Luis Basterra, el de Producción Matías Kulfas, y el de Trabajo Claudio Moroni. Esperan ser recibidos también por el titular de Economía, Martín Guzmán. Otro que se mostró muy proactivo al recibir la propuesta de la cadena fue el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que muy rápido pensó en convertirla en proyecto de ley.
Como se ve, todos los dirigentes mencionados forman parte del ala más “sensata” del gobierno, como gusta decirse ahora.
Un espaldarazo importante de esta estrategia del nuevo bloque agroindustrial también llegó de la Unión Industrial Argentina (UIA). Varios referentes del Consejo mantuvieron el jueves una reunión con el titular de esa entidad, Roberto Acevedo, quien proviene de la empresa aceitera AGD y por lo tanto conoce al dedillo la historia de desencuentros del sector con el gobierno. Allí se decidió comenzar reuniones de equipos técnicos para tratar de compatibilizar el plan agroindustrial con el que presentó la propia entidad fabril para el periodo 2020/23.
“Mientras la agenda de temas sea realista y no política, vemos muchas posibilidades de cooperación entre ambas organizaciones”, dijo a Bichos de Campo uno de los referentes industriales que participó de ese encuentro. Aunque haya muchos vasos comunicantes (en la Copal hay empresas con una pata en cada lado), nadie piensa en una fusión ni nada parecido sino en una confluencia de intereses.
La UIA, como la Sociedad Rural, forma parte del G6 (grupo de los seis), las entidades empresarias que posaron (o fueron invitadas a posar) junto al presidente Fernández en el acto oficial por la Independencial. Esa foto despertó críticas del kirchnerismo menos conciliador. O la parte insensata del oficialismo, dirían algunos. Es la pertenencia a ese exclusivo club del que mucho no forman parte (de hecho, la mayoría del agro está excluido) lo que explica también por que la SRA quedó afuera por ahora de este Consejo. “SI quieren sumarse se sumarán. Nosotros no vamos a esperar a nadie”, deslizó uno de los coordinadores del bloque frente al desplante de la entidad presidida por Daniel Pelegrina.
Como sea, las suspicacias que se abrieron tras la reunión con la UIA generó entre los agroindustriales la necesidad de blanquear sus intenciones, para que no sean malinterpretadas. De allí la presentación de este viernes, medio a las apuradas. Los organizadores seguían contando las nuevas cámaras vinculadas a la producción que iban pidiendo participar del flamante abroquelamiento.
El Consejo Agroindustrial, a partir de esta presentación pública, espera ahora tener la oportunidad de conversar directamente con el presidente Fernández. Le quieren proponer que se discuta rápidamente este plan y que pueda ser conciliado con otros. La principal aspiración es que todo el proceso concluya en una ley marco, que debería ser sancionada antes de fin de año. La apuesta, ya se dijo, es que se generen estímulos para que la agroindustria pueda traccionar la economía, creando empleo y generando divisas.
Martins explicó que se ilusionan con la creación de una “mesa nacional exportadora”, que defina “propuestas sustentables para exportar más pero con mayor valor agregado”. En el proyecto de ley deberían resolverse dos grandes temas pendientes, a juicio de la cadena: el de la estabilidad fiscal para quienes produzcan y exportan, además de palancas para el financiamiento, por lo menos para los próximos diez años. Otros puntos para el debate deberían un plan de desarrollo de la agrotecnología (incluyendo claro, la Ley de Semillas), la creación de un régimen de amortización acelerada de inversiones, y una agresiva política de apertura de mercados.
“Deberíamos definir las cosas en no mas allá de 60 días. Por eso la intención es la de hablar con todos los sectores. Pongámonos a trabajar”, enfatizó el vocero del bloque agroindustrial.
Es obvio que ahora la pelota quedó del lado del gobierno. ¿Pero de qué gobierno? ¿Mueven los sensatos o patean los otros? Esas es la gran pregunta que se hacen los agropecuarios, incluidos los dirigentes de la Mesa de Enlace que -aunque siempre recelosos- aceptarían deponer las armas para intentar un cambio diferente al de los últimos doce años.
En la agenda de reuniones que se plantea llevar adelante el reluciente Consejo Agroindustrial, un casillero importante corresponde a la máxima autoridad de la Cámara de Senadores. Si se le pone un tilde, quizás podamos tener gran parte de la respuesta.
Las entidades que componen el consejo:
- ACSOJA
- ARGENTRIGO
- ASAGIR
- Asociación Semilleros Arg. – ASA –
- Asociación Forestal Argentina – AFoA –
- Asociación Desarrollo de la Pesca – ADPA –
- Bolsa de Cereales de Buenos Aires
- Bolsa De Cereales de Bahía Blanca
- Bolsa De Cereales de Córdoba
- Bolsa De Cereales de Entre Ríos
- Bolsa De Comercio de Chaco
- Bolsa De Comercio de Rosario
- Bolsa De Comercio de Santa Fe
- Cámara Algodonera Argentina
- Cámara Arg.de Biocombustibles – CARBIO –
- Cámara Arg. De Empresas De Nutrición Animal – CAENA –
- Cámara Arg. de Feedlot
- Cámara Arg. de la Alfalfa
- Cámara Arg. De Productores Avícolas – CAPIA –
- Cámara Arg. Del Maíz Pisingallo – CAMPI –
- Cámara Arg. Del Maní
- Cámara de Industriales Arroceros
- Cámara de Industriales de Maíz por molienda seca.
- Cámara de La Industria Aceitera de la Rep. Arg. – CIARA –
- Cámara de Legumbres de la Rep. Arg.
- Cámara de Puertos Privados Comerciales
- Cámara de Sanidad Agropecuaria Y Fertilizantes – CASAFE –
- Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Cereales
- Centro de Corredores y Agentes
- Centro de Empresas Procesadoras Avícolas – CEPA –
- Centro de Exportadores de Cereales – CEC –
- Confederación Intercooperativa Agropecuaria – CONINAGRO –
- Confederaciones Rurales Argentinas – CRA –
- Consorcio Exportadores de Carnes – ABC –
- Federación Agraria Argentina – FAA –
- Federación Arg. de la Industria Molinera – FAIM –
- Federación de Centros de Acopiadores de Cereales
- Federación Olivícola Argentina
- Frutas de Argentina
- MAIZAR
- MATBA ROFEX – MTR –
- Mesa Nacional de Carnes