La filial argentina de la empresa de insumos agropecuarios Syngenta anunció que incursionará también en el negocio de la exportación de granos: comenzará con cerca de 1,2 millones de toneladas de porotos de soja.
Para eso, la multinacional de origen europeo que hace un tiempo pasó a manos de la empresa ChemChina, firmó un acuerdo con otro conglomerado importante de aquel país, Sinograin, que se encarga, en nombre de Beijing, de concretar importaciones de materias primas básicas que necesita el gigante asiático. Los embarques comenzarían en enero y se completarían con granos obtenidos en Argentina y Uruguay a partir de los “planes canje” que ofrece la compañía.
La confirmación de ese acuerdo se realizó hoy bajo el sol implacable de Venado Tuerto, en una mega planta de semillas que en algún momento fue argentina (pertenecía a Nidera) y luego pasó a manos asiáticas cuando ChemChina compró primero a esa compañía y luego a la suiza Syngenta. Hasta aquí llegó el presidente, Alberto Fernández, y casi medio gabinete (lo acompañaron los ministros Matías Kulfas, Marín Guzmán, Luis Basterra y Wado de Pedro, entre otros funcionarios). El gobierno, ávido de dar algunas noticias positivas, saca agua de las piedras.
Es que en realidad el anuncio es viejo: lo hizo el canciller Felipe Solá el 30 de octubre, luego de mantener conversaciones telefónicas con los directivos de Sinograin. Allí, los asiáticos le anticiparon que pensaban ampliar sus compras de soja argentina de 3 a 4 millones de toneladas en 2021, y además adquirir unas 300.000 toneladas toneladas de aceite de soja. De la harina de soja, el principal producto de exportación de la Argentina, ni noticias: desde hace meses que la industria aceitera local reclama que se concreten algunas importaciones de ese subproducto de la molienda local, con valor agregado y esos añadidos. Pero nada.
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La novedad, entonces, se limita a saber que Syngenta será la encargada de proveer el adicional de importaciones que necesita Sinograin para cubrir la demanda de soja de la industria aceitera china. Los 1,2 millones de toneladas a embarcar desde enero, a los valores actuales, implican cerca de 500 millones de dólares adicionales para la Argentina.
¿Y cómo hará Syngenta? La empresa es la segunda mayor proveedora de insumos (semillas y agroquímicos) a nivel global, detrás de Bayer (que se fortaleció en la cima tras absorber a la estadounidense Monsanto en 2018). Desde esa posición, que se repite en el mercado local, Syngenta financia una gran parte de sus ventas a los productores a través de los “planes canje”: insumos pagaderos con granos por cosechar. Por eso dispone habitualmente dispone de un buen flujo de materia prima.
Hasta ahora Syngenta no intervenía en el negocio comercial posterior: se desprendía de esa soja y del maíz como cualquier productor, vendiéndolo a los compradores habituales del mercado. Pero a partir de este acuerdo con los compradores chinos, decidió sacar licencia de “trader” y se dedicará a la exportación de esos porotos de soja. Es algo que ya hacen algunas otras empresas que proveen insumos al agro. Lo hacía Monsanto en su momento de gloria y lo hace ahora, por ejemplo, YPF Agro.
Por ahora, según fuentes de la compañía, no sueñan ni de lejos con tener elevadores y puertos propios, como otras compañías exportadoras. Utilizarán para comenzar instalaciones de terceros. Entre los grandes jugadores del negocio agroindustrial ya hay una empresa china también, Cofco, que compró hace unos años parte de las instalaciones portuarias de Nidera y las que pertenecían a Noble.
En el acto en el que Alberto Fernández y sus principales ministros aprovecharon para mostrar datos favorables, Syngenta anunció además un plan de inversiones por 25 millones de dólares hasta 2022, pero que casi nada tiene que ver con esta incursión en el negocio de la exportación, sino que apunta a consolidar su presencia en el mercado de insumos para el campo.