Daniel Silisque es un productor de Villa El Perchel, una colorida zona agrícola ubicada entre Tilcara y Humahuaca, en el corazón de la Quebrada. Allí, junto a su padre, trabaja sobre 2,5 hectáreas que hasta hace no mucho dedicaba exclusivamente a la horticultura, la actividad predominante en este región., Ahora lucen diversas pasturas para alimentar a sus cabras.
Los Silisque han decidido dejar de jugar a la perinola de la verdura para enfocarse en la producción de leche y queso. “El que siembra verduras tiene un negocio inestable. Para hacerlo fácil, es como jugar una lotería: sembrás sin saber cuánto vas a ganar al final”, explicó con mucha claridad Silisque a Bichos de Campo.
El pequeño productor, cuya familia tiene esta chacra desde hace más de 25 años, contestó de ese modo a la pregunta sobre si les resultaba más sencillo producir desde que la Quebrada de Humahuaca fuera declarado “patrimonio de la humanidad” en 2004. Quedó claro que no, y que en materia de comercialización padecen los mismos problemas que los pequeños productores de todas las zonas de la Argentina.
Lo que ocurre, según Silisque, es que “en la Quebrada todos sembramos al mismo tiempo, entonces habrá en abundancia y bajará el precio. Muchos productores trabajan por parcela y en un mes ponen de 50 a 100 rayas, generalmente de lechuga, y a los 45 días que la cosechan llenan otras tantas rayas con cultivo, de tal modo de lograr una cosecha continua, pero siempre siembran con lo mismo”.
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Los “lechugueros”, como llaman en la zona a ese tipo de productores, con un poco de suerte a veces logran un buen precio. Pero muchas otras ocasiones deben tirar la producción o se resignan a venderla por debajo de sus costos. Pro eso considera Daniel que el negocio hortícola es una verdadera lotería. La verdura de la Quebrada generalmente va a Salta, Santiago del Estero, Chaco y “cuando hace falta hasta llegan furgones de Buenos Aires”.
Para escapar de esa lógica, Daniel y su padre decidió salir de la horticultura y poner casi todas las fichas en la producción de leche de cabras de raza Saanen y Anglo Nubian. La utilizan luego para elaborar quesos frescos que se comercializan en mercados locales como el de Maimará, Humahuaca, Tilcara y Purmamarca. Esto les permite tener una mayor estabilidad en los ingresos.
Los Silisque siembran alfalfa, cebada, avena y hasta triticale. El ordeñe se hace una sola vez al día cerca de las 6 o 7 de la mañana (es usual este sistema de “media leche”, donde la cabra destina el que sería el segundo ordeñe a alimentar a sus crías). Las horas restantes del día se destinan a elaborar los quesos, los cuales son producidos en fresco sin aplicar estacionamiento. “Normalmente acá se saca la leche, se hace el queso y no se le agrega nada; y así sale al mercado”, dijo Silisque.
El queso de cabra se produce por lo general en verano. En invierno los productores suelen hacer un “rotativo” de las cabras para que estas queden preñadas y saquen leche en esa estación también. De acuerdo al productor, la demanda por este producto es alta en la zona. “Se suele comer con choclo, en empanadas o con habas. Hay mucha variedad para combinarlo y sobre todo es un negocio más estable”, explicó.
“Con lo que sacás de verdura no te alcanzará para pagar a la peonada, y terminás tirándola o dándola a los animales. En cambio, con la producción de queso de cabra no estás pendiente sobre si sube o baja el precio. Entonces dormís tranquilo sabiendo cuánto sacarás de tu producción por día; porque tenés mercado y sabés dónde llevar tu mercadería. Nunca voy a tirar el queso como sí me pasa con la verdura”, concluyó.