A partir de este año, no se sabe si por la eficiencia o por la ineptitud de los funcionarios nacionales que intervinieron, la exportación de carne se llenó de cuotas, permisos y prohibiciones.
En abril comenzamos por los permisos: el gobierno creó las DJEC (declaraciones juradas de exportación de carne). De ahí en más no saldría ni un solo gramo de carne si no atravesaba ese papeleo, con el que tanto el Ministerio de Agricultura como la Secretaría de Comercio Interior pueden trabar de facto cualquier embarque de carne que ponga en peligro el abastecimiento interno del alimento.
En mayo el presidente Alberto Fernández cerró todas las exportaciones, pero de inmediato ordenó a su ministro preferido, Matías Kulfas, que diseñara un sistema de cupos. Así nació el sistema que concentró el negocio en menos manos, pues se repartieron entre 60 frigoríficos cuotas de exportación equivalentes al 50% del promedio de las toneladas exportadas en el segundo semestre de 2020. De un plumazo, afuera quedaron los “exportadores sin planta”, grupos de matarifes que habían comenzado a tallar fuerte en el negocio sobre todo de las exportación de carne a China.
La fajina de Kulfas, en acuerdo con los grandes frigoríficos del Consorcio ABC, fue efectiva, pues como ya informó Bichos de Campo, las 19.000 toneladas mensuales de carne por mes que se podían exportar mediante esos cupos se repartieron sobre todo entre los frigoríficos exportadores tradicionales, algunos de ellos extranjeros.
No se sabe si fue por idiotas o fue a propósito. Nunca se sabrá. Pero tras ese reparto quedaron muchos heridos: hubo plantas cuyo promedio no alcanzaba para llenar un contenedor y otras que habían realizados fuertes inversiones para poder exportar, pero que no recibieron cuota porque sencillamente en 2020 no habían comenzado a hacerlo ya que obtuvieron después de esa fecha su habilitación sanitaria.
Luego siguieron más prohibiciones, a exportar por ejemplo siete cortes de consumo popular (como el asado y el vacío) cualquiera sea su origen. Pero también se habilitaron nuevos cupos: uno nuevo de 3.500 toneladas mensuales de cortes kosher para Israel y otro cupo mensual para la carne de la vaca vieja o conserva que iba a China, que se acumulaba en las cámaras sencillamente porque ese tipo de carne no se consumía localmente. Este último fue luego de la derrota de las PASO, cuando la crisis en el gobierno forzó la designación como nuevo ministro de Agricultura de Julián Domínguez.
Cualquiera pensaría que ya es suficiente: hay DJEC, prohibición de cortes, tres tipos de cupos diferentes… Pero no. Hacía falta todavía más.
Eb los últimos días, en medio de un llamativo silencio, el Ministerio de Agricultura acaba de crear un nuevo cupo de exportación, que podríamos llamar la “cuota justiciera” o “reparadora”.
Esta medida fue revelada por el presidente de la Federación de la Industria Regional Frigorífica (FIFRA), Daniel Urcía, quien había hecho mucha fuerza para que esto sucediera. En la última editorial que escribió para el boletín de su entidad, Urcía informó que “el Ministerio de Agricultura y Ganadera de la Nación corrigió hace pocos días una grave injusticia denunciada por FIFRA desde el comienzo de la restricciones a las exportaciones (20/05/2021) y se le asignó ‘cupo’ a las empresas frigoríficas que habían realizado inversiones pero que no tenían antecedentes de exportación en el segundo semestre del año 2020”.
“Pasaron 6 meses, pero el ministro Domínguez cumplió lo que se había comprometido a la semana de asumir”, celebró Urcía. Cómo no alegrarse si era una discriminación evidente cometida por el propio Estado en el reparto de los cupos de exportación que también había denunciado Bichos de Campo.
Las nuevas cuotas de exportación “justicieras” reparan la injusticia que había cometido la distribución inicial de cupos ideada por Kulfas -y avalada, hay que decirlo, por el silencio del ex ministro de Agricultura Luis Basterra- para con las plantas frigoríficas que no llegaban a llenar un contenedor o que se estaba preparando para comenzar a exportar en 2021, tras realizar inversiones.
Entre los socios de FIFRA que recibieron este nuevo cupo figuran los frigoríficos cordobeses Moldes y el grupo Bustos Beltrán, que tendrán 100 toneladas asignadas para poder exportar. Otro tanto le habría correspondido al frigorífico rionegrino Fridevi. Y al bonaerense King Beef. Algo semejante ocurriría con las plantas que habían recibido un cupo insignificante que ni siquiera les servía para llenar un contenedor de 20 toneladas por mes. En esa situación estaban Frigorífico Rydhans, Visom, Ricardo Bovay e Hijos, Industrias Frigoríficas Sur, Pilotti SA, Jorge Luis Tolosa y Matadero Olivera.
Estas cuotas justicieras habrían sido habilitadas por Domínguez en los últimos días al amparo del Decreto 700/2021, firmado por Alberto. Allí se dieron ciertas potestades el ministro de Agricultura. Domínguez, quien quedó habilitado a “dictar las normas necesarias para la definición de la metodología por la que se establecerá la asignación de las toneladas exportables” así como “para establecer excepciones”.
No podemos, lamentablemente, informar todavía con precisión cuáles son las empresas beneficiarias con estos cupos correctivos y mucho menos dar detalle de los tonelajes asignados a cada una. Y es que las respectivas resoluciones no fueron publicadas todavía en el Boletín Oficial ni se ha dado a conocer información. Puede presumirse que Domínguez -que suele ser cultor de un alto perfil- prefirió no hacer olas con esta mayor flexibilización del cepo cárnico en medio de la pulseada que sostiene con otros funcionarios de gobierno, como Roberto Feletti, en medio de una escalada de los precios internos de la carne.