Con un rodeo de 18.000 animales adultos, entre ovejas, borregos y capones, y 7.000 corderos, el productor uruguayo Joaquín Martinicorena maneja, junto a su hermano, la majada de la raza Ideal pura más grande del mundo, en la localidad de Salto. Detrás de ese abultado número, hay 130 años de historia productiva que inició de la mano de su bisabuelo, en la estancia y posterior cabaña Anita S.G, y que acompañó el desarrollo de esta actividad en ese país al otro lado del Río de la Plata.
“Mi padre agarró el manejo de la empresa a fines de la década de 1950, y es allí que comienza con la raza Ideal y más adelante con el Hereford en bovinos. El Ideal se introdujo en Uruguay en 1913 desde Australia. En sus orígenes era 75% Merino Australiana y 25% Lincoln. Tenía una lana de entre 23 y 23.5 micras hace 30 años, y ahora está en torno a las 21.5 y 22 micras. La idea es que se llegue a afinarla hasta las 20 a 21 micras”, relató Martinicorena a Bichos de Campo.
Esa raza en particular es una doble propósito, que los productores orientales aprovechan para hacer y comercializar tanto lana como carne a países como China, Brasil y otros tantos de Europa. Incluso llegan a Estados Unidos con algunos cortes sin hueso.
“Los mercados de carne vacuna y ovina, y también en lana, han cambiado bastante, principalmente en lo que es el envío de Carne a China desde el 2010 para acá. China se lleva el 65% de la carne que exporta Uruguay, que también aumentó mucho su producción”, introdujo el productor.
Martinicorena añadió que “hace 20 años se faenaban entre 1.200.000 y 1.400.000 vacunos por año, y en los últimos cinco años pasamos a estar arriba de los 2.400.000. Ahora bien en ovinos, Uruguay era un país muy lanero pero ese viene disminuyendo, De los más de 20.000.000 de ovinos que tuvieron a fines de la década de 1980, después del crack del sobrestock australiano de lana, Uruguay pasó al doble propósito del ovino. Hoy estamos en torno a las 6.200.000 cabezas de ovinos en todo el país”, indicó Martinicorena.
En lo que respecta a la facturación, Uruguay obtiene entre 100 y 120 millones de dólares por la exportación de carne, y entre 150 y 160 millones por la lana.
“Tenemos una industria peinadora que sigue con tres plantas de muy buena tecnología y últimamente hemos reconvertido todo lo que es la trazabilidad de los lotes. En las marcas de vestimenta cada vez piden saber más y también en todo lo que es producción orgánica, sustentable y bienestar animal”, aseguró el productor.
Además, desde 1966 el vecino país posee el Secretariado Uruguayo de la Lana, una institución dedicada a optimizar la esquila y la sanidad en los rodeos.
“Se ha mejorado mucho en lo que es el condicionamiento para cosechar, es un plan que tiene más de 35 años y que mejoró la calidad de la lana uruguaya. La lana fina de Uruguay de menos de 20 micras compite con la lana buena de Australia. Actualmente tenemos tres empresas topistas que hacen el tren de lavado y exportan tops. Hay una que está muy especializada en Europa. Las otras dos también están en Europa y en China. Lo que también hay es un par de exportadores de lana natural, es decir sin procesar, que se enfarda y se exporta a países del este de Europa, además de China e India”, señaló el productor uruguayo.
Y agregó: “Gracias a todo el trabajo que se hizo, si una lana con más o menos 19 micras se paga 8 dólares en Australia, en Uruguay se puede pagar 7.50 el kilo”.
-¿Qué caracteriza a los planteos ovinos en Uruguay?- le preguntamos al productor.
-Hay muchos pequeños productores. l igual que acá tenemos problemas con perros salvajes y jabalíes, y algunos inconvenientes con la mosca de la bichera. Estamos por ingresar en un plan de erradicación, como el que se hizo desde Estados Unidos hasta Panamá, para liberar moscas estériles que impiden la reproducción del macho. En Uruguay se estima que por esto se pierden entre 30 y 40 millones de dólares por año.
-¿Cuántos productores hay?
-Con ovinos aproximadamente entre 8.000 y 10.000 productores, sobre un total de 35.000 ganaderos.
-¿Considerás que se trata de un sector tecnificado?
-Sí. Hace más de 30 años se empezó con el curso de perros de trabajo, y hay mucha difusión de esa tecnología para manejar no solo más cantidad de animales, sino para juntarlos o transportarlos de un campo a otro. También se han formado muchos esquiladores. Hay muchos esquiladores de Uruguay que ya lo tienen como profesión y cuando se termina la zafra, en febrero, se van a Estados Unidos o a España con permiso y vuelven en junio para empezar la esquila de preparto.
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-¿Cómo es el consumo cárnico en Uruguay?
-Se exporta y se consume más en el interior, en establecimientos rurales. Ha bajado de cuatro kilos por cabeza por año, en un país con 3 millones y medio de habitantes, a dos y medio kilos por cabeza. Es complicado cambiar las costumbres. Por otro lado, el consumo de pollo ha crecido, pasando de 7 kilos por habitante a 24. El cerdo está en torno a 15 o 16 kilos por habitante, y de carne vacuna estamos en 48 kilos por habitante por año. Todas las carnes andan en torno a 86 kilos.
-Entre las dos producciones, la bovina y la ovina, ¿cuál elegís? ¿Qué producción en la que la que te conquista más?
-Se complementan. Hay años en que el mercado está muy bueno para la lana y suma bastante. Este año fue seco y el ovino se comportó productivamente muy bien, mientras que en el vacuno hubo que aflojar la carga y suplementar. Se complementan en tema manejo y también en las cuestiones de mercado, que hacen a la diversificación.