Dentro del partido de Las Flores, en provincia de Buenos Aires, existe un paraje llamado Rosas. Se trata de un sitio habitado por menos de100 habitantes, que recuperó bríos y comenzó a recibir visitantes a partir de la instalación allí de un Centro Educativo para la Producción Total, los famosos CEPT o escuelas de alternancia que funcionan en la provincia de Buenos Aires.
Allí, en los últimos años y todos los meses de diciembre, se realiza una fiesta popular novedosa: la del cordero deshuesado. Nació de las ganas de los vecinos por ser solidarios con el establecimiento educativo que recibe chicos que quieren hacer el colegio secundario sin resignar sus chances de vivir y crecer en el medio rural.
Claudio Palomeque es el presidente del Consejo de Administración de este CEPT, que es el último que se creó en la provincia. Durante quince años fue el policía de este modesto lugar -hoy está retirado- y trabajó junto a otros históricos vecinos del lugar en el reclamo para instalar el edificio del establecimiento en una serie de edificios aledaños a la estación ferroviaria de Rosas.
“Fuí presidente de la escuela primaria, vicepresidente de un club de fomento que tenemos acá y bueno, me invitaron a participar dentro del CEPT. Por varios períodos que vengo siendo presidente con otro grupo de amigos”, indicó. El Consejo de Administración es una suerte de cooperadora que colabora para que a los chicos no les falte nada durante los días que pasan y duermen en la escuela.
Mirá la entrevista con Claudio Palomeque:
“Empezamos con una matrícula de 12 chicos y hoy tenemos 85 chicos. Son 67 familia que mandan sus hijos acá. Así que de esa parte estamos muy contento y orgullosos y confiando en el trabajo que hacen los profes. Es como una familia más y ellos ponen todo lo suyo porque el chico está una semana dentro del CEPT y dos en su casa”, nos explicó.
En ese ir y venir solidario, a Claudio y sus compañeros se les ocurrió cierto día que había que hacer una fiesta para recaudar fondos. Lo dice con orgullo: “Yo fui uno de losque traje la idea de la fiesta del Cordero Deshuesado”, proclama. “El fin era juntar fondos para el CEPT, para la familia, para que a los chicos no les faltara nada”, define. “Porque los chicos vienen una semana y esa semana hay que alimentarlos, tienen que estar bien dormidos, bien abrigados”, completa.
Como se puede ver en las propuestas de Buenos Aires Turismo, la Fiesta del Cordero Deshuesado llegará a su octava edición el domingo 4 de diciembre en el paraje Rosas, que queda sobre la Ruta 3, unos kilómetros antes de llegar a las Flores desde Buenos Aires.
Palomeque es pura pasión a la hora de hablar de cómo se gestó esta nueva fiesta popular bonaerense, que fue agrandándose y cada vez demandó la colocación de más mesas, más tablones y más sillas en una zona anexa al centro educativo que antes ocupaban las vías de un tren que ya hace años que no pasa por ese ramal. Siempre se quedaron cortos.
“La primera fiesta esperamos 400/500 personas, y casi 800 tuvimos. A la segunda fuimos creciendo, creciendo, creciendo hasta que llegamos las 1200 personas”, relata. Esa es la gente que compra sus tarjetas previamente y tiene derecho a ocupar un lugar en las mesas, porque además ese día de la fiesta suelen sumarse muchas familias que llegan con su propia mesa de camping y se instalan cerca del lugar y del baile que se arma después del almuerzo.
-Esta pregunta es de interés personal. ¿Por qué le sacan el hueso si el costillar de cordero es una de las cosas más ricas?
–Lo único que se le deja al cordero son las manitos y las patas. Los garrones que le llaman. También un pedacito de costillar. Pero después se le saca lo que es el hueso de la paleta. Queda todo carne.
-¿Y se cocinan al asador?
-Siempre. Estamos entre 120 y 130 corderos que ponemos en el asador para ese día y se consume todo. La gente que viene a pasar el día, compra un kilo o dos kilos de cordero hecho y disfruta del día acá. En el verano esto es hermoso, tiene una sombra espectacular, todo natural. Se pasa todo el día en conjunto con los vecinos.