En la ciudad de Río Cuarto, tres mujeres profesionales trabajan en algo muy noble: tratan de devolver la esperanza a quienes padecen alguna discapacidad física o mental desde el Centro de Terapia Asistida por caballos (TACAS). El proyecto ha sido impulsado por la Sociedad Rural de Río Cuarto, como otro modo de acercar el campo a la ciudad. Asisten muchas personas de entre 3 y 40 años de edad en busca de alguna mejoría valiéndose del don sanador de los caballos.
Hasta la fecha, más allá de que la utilidad de la equinoterapia haya sido probado en muchos casos, tanto la provincia de Córdoba como el país en general carecen de reglamentaciones para que desde las obras sociales se reconozcan los beneficios de esta técnica y de esta manera se puedan cubrir los altos costos de un tratamiento de este tipo. Es lo que se reclamó hace unos días en el Tercer Foro Nacional de Equinoterapia, que se desarrolló en Pehuajó.
Pero volvamos a Rio Cuarto, donde la experiencia de integrar a los caballos a un tratamiento de salud se desarrolla desde hace varios años. Cuenta Soledad Oviedo, que es la médico veterinaria del centro, que desde el año 2008 muchas personas con patologías psicomotoras han mejorado su calidad de vida a través del vínculo con caballos. El equipo multidisciplinario del TACAS se compone además por una psicopedagoga y una acompañante terapéutica.
“Sí o sí. Para que esta actividad funcione como centro tiene que estar trabajada por un equipo interdisciplinario. Con una acompañante terapéutica especializada en discapacidad. El equipo tiene que cubrir tres áreas fundamentales, que es el área de salud, el área de educación y la parte ecuestre”, dijo Oviedo.
Mire la entrevista con Soledad Oviedo y Lorena Busto:
En el caso particular del centro TACAS cohabitan las tres profesionales, pero en el diálogo con Bichos de Campo señalan que los equipos también pueden estar compuestos por otros especialistas, como kinesiólogos, médico, fisiatra y psicólogo.
Si bien en este tipo de tratamiento el protagonismo lo tiene el caballo, explica la psicopedagoga del centro, Lorena Bustos, que el vínculo no se da por generación espontánea y previo a la terapia se sostiene un intercambio con la familia para tratar de “fortalecer ese vínculo entre el paciente y el caballo”.
-¿Cada paciente elige su caballo o ustedes buscan el caballo adecuado para el paciente? – le preguntamos a Soledad Oviedo.
-Depende de la edad del paciente. Acá llegan niños, niñas, adolescentes, personas adultas, no hay límite de edad. Si bien los más chiquitos vienen a partir de los dos años, vemos el tipo de discapacidad que tienen. Eso también es a tener en cuenta a la hora de elegir un caballo. Por ahí con los más chiquitos les presentamos caballos de alzada menor y bueno, por ahí cuando son adolescentes o adultos, un caballo de mayor alzada.
Además aclaró: “Entre las tres lo que hacemos es hacer un plan de tratamiento donde se detalla la metodología del trabajo, la sesión, cuánto va a durar, qué caballo se va a usar, qué equipo de monta se utiliza. Entonces hay varias cosas que hay que tener en cuenta. Es una actividad terapéutica que tiene que ser complementaria a las otras actividades que los chicos realizan por fuera.
-¿Qué tipos de enfermedades se pueden llegar a sanar utilizando la terapia con caballos?-le preguntamos a Lorena.
-Las patologías más frecuentes que tenemos acá tienen que ver con el autismo. Tenemos muchas patologías motoras, también algunos tipos de discapacidad como Síndrome de Down de diferentes tipos. Alguna dificultad psicológica, también tenemos algunos tipos de ansiedad. Hay algún tratamiento en relación a la conducta.
-¿Y el caballo sana o es el trabajo de los especialistas que están detrás de la terapia el que lo hace?
-El caballo es un ser vivo que tiene la capacidad de interactuar con las personas. Es muy perceptivo por su naturaleza de ser un animal presa en la naturaleza y es capaz de poder leer nuestro lenguaje corporal y determinar si somos peligrosos o no para él al acercársele, tiene su intuición. Cuando las personas montan están a una altura superior y dicen ‘me siento especial acá arriba’. Ven las cosas de otro modo, se sienten autónomos con su propia responsabilidad de cuidar al caballo y eso les ayuda para las actividades diarias.
-¿Cuántos pacientes y con cuántos caballos cuenta el TACAS?
-Bueno, en este momento nosotros tenemos 23 que van desde niños hasta 40 años más o menos. Ese es el margen, niños, adolescentes y adultos. Caballos tenemos cuatro grandes y dos pequeñitos, que por ahí esos son los que se utilizan para crear más el vínculo desde la primera vez que se le presenta un caballo a un niño.
-¿Y cómo se preparan los caballos para hacer equinoterapia? ¿Alguna raza especial?
-Bueno, por lo general el requerimiento es que tienen que ser mansos, obviamente. Después presentar una cierta conformación muscular. Los caballos musculosos tienen una determinada alzada. Sabemos usar los de la raza criolla, son animales con una alzada intermedia que son fuertes, musculosos y después bueno, todo el entrenamiento que reciben aparte para la terapia, porque acá se utiliza mucho material didáctico como pelotas, aros, peluches, música, que los caballos desconocen. Entonces hay que hacer una habituación con ese animal, con todas esas cosas extra que tiene la actividad. Lo mismo que conocer la rampa, sillas de ruedas que son todos elementos extraños y que al caballo lo puede asustar.
-¿Son tangibles los beneficios de la Equinoterapia?
-Sí, yo creo que sí. A lo largo del año se logra ver el proceso y la evolución, o al menos eso es lo que charlamos con los papás, que son los que diariamente comparten con los chicos y con profesionales de las otras terapias que se hacen externas a este centro. Nosotros nos reunimos con cada profesional que atiende a cada chico fuera y ahí vamos trabajando en los objetivos en común a lo largo del año. Entonces vemos que podemos reforzar desde este lado del centro y ellos ven que se puede reforzar desde el otro lado.
Consultamos a las profesionales también cuánto puede llegar a durar un tratamiento. Y contestaron: “En realidad no hay un alta. Se puede llegar a dar el alta en algunos tratamientos particulares, pero por lo general es una actividad que los chicos la hacen durante un determinado tiempo, si se puede, durante la mayor cantidad de tiempo posible”.
-¿El tratamiento es costoso para un paciente?
-La equinoterapia es una actividad cara, es una terapia cara por todo lo que involucra, no solo tres profesionales, sino mantener a los caballos. Si alguien tuviera que hacer un centro, tenés que tener un predio, contar con instalaciones, no solamente para los caballos, sino también infraestructura para las personas con discapacidad. Una rampa para poder subir y bajar a los pacientes de arriba del caballo… de por si la terapia es cara.
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En 15 años de trabajo y recibiendo a personas de todos los grupos etarios y distintas patologías, el centro TACAS debe enumerar varias hazañas o por lo menos debe ser parte de la mejoría de unos cuantos pacientes. Sin embargo, para el sistema de salud, y en particular las obras sociales, la equinoterapia no es reconocida todavía como una especialidad válida, aunque a lo largo y ancho del país existe un red que nuclea un poco mas 240 centros terapéuticos.
“Nosotros estamos luchando porque Córdoba todavía no tiene una ley provincial que reconozca a la equinoterapia como actividad terapéutica y que después sea reconocida en el plan médico obligatorio. Entonces es lo que por ahí está costando. Tenemos algunos chicos acá que vienen con obra social y logramos trabajar con algunas, pero no todas lo reconocen. Lo mismo pasa a nivel nacional, se está luchando por una ley nacional de Equinoterapia que reconozca los mismos principios que las provincial o viceversa”, termina diciendo Lorena.