Carlos Fernández Balboa es educador ambiental, museólogo, especialista en patrimonio y en el escritor Guillermo Hudson, considerado el primer ambientalista argentino y cuyas obras retratan una pampa que ya no existe.
–¿Puede definir a Hudson en 3 renglones?
-Naturalista, ambientalista y humanista argentino. Reconocido como uno de los más importantes escritores de lengua inglesa en el siglo XX. Y como muchos argentinos célebres, ignorado en su país.
–¿Qué diferencia hay entre la pampa que él describía y la actual?
-La parcialización de la tierra a partir del alambrado en 1888; luego la incorporación del ganado y los monocultivos como la soja modificaron todo. Hudson pudo ver una pampa casi virgen donde abundaban los venados y no había límites para galopar.
–¿Queda algún lado así hoy?
-El Parque Nacional Campos del Tuyú en Buenos Aires o algunas pequeñas zonas en San Luis. Muy poco espacio en relación con la pampa húmeda idílica del gaucho y que todavía muchos extranjeros suponen que tenemos.
-¿Cómo pueden vivir en armonía naturaleza y conservación?
-Conservar implica utilizar racionalmente y eso está en contra del modelo ultra-capitalista donde el sobreconsumo es la regla. En este proceso la naturaleza siempre pierde y todo lo que se haga (como crear parques nacionales) será un paliativo a una segura destrucción futura si no se modifican las pautas de consumo. Hudson lo advierte en su obra Un naturalista en el Plata ya en 1892, por eso se lo considera uno de los primeros ambientalistas argentinos.
–Usted que trabaja en educación ambiental, ¿qué falta para unir al urbanita con la naturaleza y al campo?
-Lo mismo que le falta a toda la sociedad en este momento: empatía y un poco de humanidad. Hemos evolucionado en la naturaleza y es extraño que hayamos quedado tan desconectados, porque estar en contacto con ella nos beneficia física y espiritualmente.
–¿Con empatía se refiere a respetar al entorno?
-A prestarle atención al entorno y a las otras personas: caminar en la naturaleza con los sentidos abiertos y mirar a los ojos a nuestros interlocutores. Tener contacto con la naturaleza porque es una necesidad fisiológica como animales que somos. Recomiendo un libro que me impactó: La dosis natural: por qué la naturaleza nos hace más felices, de Florence Williams.
-¿Y cómo acercamos al ambientalismo con el campo?
-Creo que el ambientalismo cayó en la trampa de tratar de “combatir” el sobreconsumo con las mismas herramientas que impone el capitalismo. Por eso la palabra “sustentabilidad” se ha vaciado de contenido tanto como “ecología”. Son palabras que toma el mismo sistema imperante para no cambiar nada. Por otro lado, los primeros ambientalistas (de Argentina y del mundo) eran naturalistas, tenían un contacto directo con la naturaleza, veían su destrucción y luego se convertían en activistas para impedirla. Hoy hay ambientalistas de escritorio que hasta se jacta de no leer y de confundir el yaguareté con el yacaré. Creo que cambió mucho la visión ambiental y si no salimos de nuevo al campo para después motivar a los urbanitas sobre lo que pasa, todo se convierte en una cuestión cíclica que no conduce a nada.
–¿Y qué hacemos?
-No todo está tan mal como las noticias lo pintan. Deberíamos dejar de mirar tantos noticieros e invertir ese tiempo en cultivar la amistad. Creo que el camino es volver a encontrar el disfrute en la naturaleza: tratar de que la mayor cantidad de gente experimente salidas al campo, a mirar en lugar de ver y a tener contacto con los animales, desmitificando que son peligrosos, dañinos, etcétera. No hay nada que reemplace al contacto directo…tanto de la naturaleza como de las personas entre sí. La tecnología es muy buena e irremplazable para muchas cosas, pero hay una sobrevaloración de la información y de los sistemas tecnológicos. Lo cierto es que no podemos vivir sin la naturaleza y sin el contacto con el otro, e ignorar esto es coquetear con el suicidio. El hombre se dará cuenta a tiempo.
*Carlos Fernández Balboa es Licenciado en Museología y Educador ambiental con una maestría en el Instituto de Investigaciones Ecológicas de Málaga (España). Autor de 22 libros y varios artículos de su especialidad, actualmente se desempeña como docente de materias vinculadas al patrimonio cultural y natural en las universidades de San Martin, Avellaneda, Buenos Aires y en la Universidad de Entre Ríos. Es el museólogo del Parque Ecológico y Cultural Guillermo Enrique Hudson, solar natal del escritor, en la provincia de Buenos Aires.