Carlos Alberto Bravo (52) vive en el campo heredado de su padre, en la zona del paraje rural Miel de palo, a 22 kilómetros de Añatuya, en Santiago del Estero, y tiene su casa sobre la ruta 7. Hizo sus estudios secundarios en la escuela agrotécnica número 6 de la ciudad de Los Juríes, en el departamento Taboada. Por las tardes se dedica a la producción agropecuaria, en su campo de 250 hectáreas, donde tiene unas 100 cabras, 40 cerdos, 30 ovejas y algunas vacas, además de sembrar para forraje. Y por las mañanas concurre a Añatuya a ocupar un cargo público al servicio del Estado Provincial.
En esa región del Sudeste santiagueño hay productores agrícola ganaderos, pequeños, medianos y grandes. Los pequeños, crían entre 20 a 50 ovejas y muchas cabras, porque las pueden alimentar con el monte natural, ya que no tienen posibilidad de comprar maíz para alimentar muchos cerdos, por ejemplo. Los medianos suelen criar entre 200 y 350 ovejas, y unas 200 cabras en promedio. También conviven con grandes productores de soja, maíz, sorgo y demás, que alcanzan muy buenos rindes porque la tierra es muy fértil.
Carlos cumplía 16 años cuando en su provincia se comenzó a experimentar el avance de la frontera agrícola, por la que muchos productores, principalmente de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, comenzaron a comprar tierras santiagueñas a bajo precio con el fin de una explotación agrícola ganadera. En ese “aluvión”, muchos campesinos que no tenían escritura legal de las tierras que ocupaban, eran conminados a dejarlas. Su familia había recibido una orden de desalojo. Se dio cuenta de que muchos de sus vecinos eran analfabetos y estaban siendo engañados porque les hacían firmar su propio desalojo. Entonces vio que su comunidad necesitaba a alguien que supiera leer y asesorarlos, antes de firmar un papel.
En 1987 la gente de su paraje organizó una Comisión Vecinal de Campesinos en Defensa del Desalojo de Tierras y nombró delegado a Carlos. Con el tiempo, éste fue designado para integrar la Comisión Central de Campesinos de Añatuya. Luego fue delegado a integrar como secretario la primera comisión del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) en Quimilí. Fue así como empezó a defender con efectividad a la gente de su provincia, pero sobre todo de su paraje, frente a los intentos de desalojarlos de sus tierras y de sus viviendas.
Hoy recuerda que lograron que cada familia se quedara con no menos de 50 hectáreas. En su caso, logró que su familia se quedara con 250. Le pusieron por nombre Establecimiento Los Pumas. En 1990 Carlos pasó a integrar, como secretario, la Comisión Nacional de Criollos y Aborígenes que nucleaba a las provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Corrientes, Formosa, Chaco y Santa Fe. Ese mismo año se casó con Sandra Marcela Leiva, con la que tuvo 6 hijos varones y 3 mujeres.
Carlos es técnico apicultor y en 2001 fundó, junto a 7 apicultores de la zona de Miel de Palo, la “Cooperativa Apícola Atamisqui Limitada”. La misma funcionó durante muchos años, nucleando además a 50 socios, apicultores de su pago, hasta del Departamento Avellaneda. Se nucleaban para acopiar miel y vender a los exportadores. Pero las épocas de bajos precios, más lo engorroso que implica llevar adelante una cooperativa en cuanto a lo burocrático, los llevó a darla de baja. Algunos hoy trabajan por su cuenta, otros integraron otras asociaciones, y Carlos se dedicó a formar una asociación civil sin fines de lucro, que es más simple en cuanto a llevarla adelante. Hoy está tratando de que alguno de sus hijos retome la apicultura que él dejó de lado.
En el 2006 Carlos ingresó a trabajar en el Ministerio de la Producción de su provincia y abandonó su lucha desde la organización campesina pero continuó luchando por mejorar la calidad de vida de su gente desde la función pública. Durante muchos años estuvo a cargo del área de Marcas y Señales de los animales del sudeste de Santiago del Estero. En 2016 quedó como encargado del Destacamento Forestal de Bosque y Fauna, como Inspector, con oficina en Añatuya, donde trabaja de lunes a viernes de 7 a 13. Hoy sólo está a cargo del área de Bosques, entregando las guías de tránsito y el control de los desmontes a los camioneros, entre otras cosas.
En 2014 Carlos fue elegido Presidente de la Asociación Civil “Todos en acción” de El Malacara, a 32 kilómetros de Añatuya, departamento Taboada. Está integrada por 50 socios de todos los parajes de la zona. Ese mismo año reactivaron la “Fiesta del Agricultor”, que se había dejado de hacer por muchos años. Se realiza los 8 de septiembre y colaboran todas las familias de los socios. Se elige la reina de la fiesta.
Luego le agregaron a la misma, la “Exposición Caprina, Porcina, Ovina del Sudeste Santiagueño”. Y posteriormente le sumaron la parte Artesanal, para promover a todas las personas que realizaban artesanías a fin de que pudieran vender sus productos. Así quedó hoy “La Fiesta del Agricultor y Exposición Caprina, Porcina, Ovina y Artesanal del Este Santiagueño” y llevan realizadas 18 fiestas, porque se suspendió por los dos años de la pandemia y esperan volver a realizarla este año.
Concurren unas 5000 personas provenientes de Bandera, Quimilí, Colonia Dora, Salavina, Los Juríes, Tacañitas y de todos los parajes del Sudeste santiagueño. Su objetivo es que sobre todo, los pequeños productores puedan mostrar lo que son capaces de producir y que ellos mismos puedan comprar reproductores para mejorar la calidad de sus animales. Hoy también se exponen y venden aves. Además, trabajan para que las familias del campo puedan tener luz eléctrica. Ya han logrado que los parajes Kilómetro 11, Miel de palo, El malacara y Pozo Herrera tengan luz.
Junto a pequeños, medianos y grandes productores, gestionaron con éxito, que se construyera un acueducto de 110 kilómetros, que hoy beneficia a los parajes de Lotes 58 y 69, Kilómetros 25 y 11, Miel de palo y parte de la localidad de El Malacara. También gestionan viviendas sociales ante el Ministerio de Desarrollo Social. El gobierno provincial les deposita el dinero, la ONG compra los materiales, contrata a los albañiles y los beneficiarios ayudan en la obra para acelerar la entrega. Ya han levantado 22 casas y van por más.
En el ámbito deportivo cuenta Carlos que habían logrado jugar campeonatos de fútbol en la Liga de Veteranos de Añatuya, pero tenían necesidad de que otros muchachos de su paraje pudieran jugar también en la Liga. Hace tres años que 8 equipos juegan en el paraje El Malacara, gracias a la gestión de la ONG, y eso lo enorgullece.
Durante 6 años, Carlos realizó un programa de radio por FM, “El campo también existe”, junto a la locutora Zulma Gómez, para difundir la tarea y los frutos de los trabajadores rurales, pero sobre todo, desde ese medio masivo ha logrado concientizar que los campesinos concurrieran a la Exposición que venían realizando los 8 de septiembre, con ánimo de comprar reproductores para mejorar sus razas, sobre todo de sus cabras. De ese modo, cada año las podrán exponer con más orgullo y vender sus animales a mejor precio.
Carlos se ha pasado su vida luchando por los demás, golpeando puertas, recorriendo despachos y viajando mucho. Hoy reconoce que muchas veces ha descuidado la atención a su esposa y a sus 9 hijos. Piensa trabajar dos años más, fuertemente en lo comunitario, y luego dedicar más tiempo a su familia. Está orgulloso de que un hijo y una hija estén estudiando el profesorado en Historia y que otro hijo se haya recibido de profesor de Lengua y Literatura, en diciembre de 2021, con 22 años.
“A pesar de ser una familia muy humilde podemos dar testimonio de que no hay que conformarse con lo que uno es o tiene, sino que debe ir por más. Y este título de nuestro hijo nos prueba que es posible cambiar la realidad presente, personal, familiar, como pueblo, provincia o país.
Carlos y los miembros de su asociación eligieron dedicarnos el gato “El campo te está esperando”, con letra de Carlos Carabajal y música de Carlos Oscar “Peteco” Carabajal, por el grupo Los Carabajal.