El ministro Luis Caputo no se caracteriza por ser una persona conocedora de la dinámica del sector agropecuario y eso le juega en contra. Por extensión, le juega en contra también a todos los argentinos.
Ya contamos en Bichos de Campo cómo perdió una oportunidad histórica al no brindar condiciones cambiarias adecuadas al agro al inicio de su mandato. Ahora vamos a explicar porqué representa una burrada mantener los derechos de exportación en cereales en la actual coyuntura.
Con una producción de maíz 2023/24 que, en el mejor de los casos, será 51,5 millones de toneladas, la oferta exportable teórica del presente ciclo comercial se encuentra en torno a 35 millones de toneladas.
Ya se registraron embarques de maíz 2023/24 por 22,2 millones de toneladas, lo que significa que ya se cobraron por anticipado derechos de exportación correspondientes al cereal por alrededor del 65% del volumen potencial. Y la cosecha recién empieza.
Es decir: eliminar los derechos de exportación del maíz (12% del valor FOB) tiene en el transcurso del presente año un impacto fiscal muy limitado para las cuentas públicas.
Pensar que el agro está conformado por decenas de miles de chacareros rústicos que no tienen otra alternativa que vender es no entender que, gracias a quince años de brutales distorsiones cambiarias kirchneristas, los productores adquirieron en ese período importantes conocimientos financieros y no van a soltar el grano tan fácilmente. Sergio Massa pensaba igual y tuvo que inventar el “dólar agro” –en sus múltiples variantes– para evitar que la falta de agrodivisas se lo llevara puesto.
De las 10,5 millones de toneladas de maíz 2023/24 comprometidas comercialmente por los productores, la mayor parte –8,67 millones– son operaciones a fijar con “precio abierto”. En los hechos, eso implica que gran parte de ese dinero está “congelado” a la espera de una recomposición de los precios del cereal. Es decir: se trata de un flujo de liquidez muy importante que está ausente en el mercado interno cuando podría no estarlo si se dieran las condiciones adecuadas.
Los empresarios agrícolas están en estos días planificando las siembras invernales, fundamentalmente trigo y cebada, y los márgenes proyectados son horribles. Es muy probable que se realicen planteos “defensivos”, lo que implicará una reducción notable de las inversiones tecnológicas y, por consiguiente, de la productividad potencial. Estamos hablando de las divisas que la economía argentina va a necesitar para fines del presente año y comienzos del siguiente.
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Eliminar las retenciones en cereales, además de incrementar los ingresos por las ventas del maíz que se está cosechando, permitiría mejorar los márgenes de los cultivos invernales y ese “combo” de mayor liquidez con mejores expectativas impulsaría con creces el ánimo inversor de la mayor parte de los empresarios agrícolas.
El ingreso de las agrodivisas es uno de los pilares del plan de estabilización del ministro Caputo, dado que las reservas internacionales del Banco Central (BCRA) deben incrementarse de manera significativa para poder unificar el tipo de cambio sin que ese proceso genere mayores sobresaltos.
Entorpecer el flujo de ingreso de agrodivisas por no tener la posibilidad de comprender la dinámica presente en el agro representaría una pena. Ojalá que en algún momento –con la ayuda de las fuerzas del cielo o de algún asesor bien informado– el ministro la pueda ver.