“Cambio y fuera” es el título del nuevo informe mensual de noviembre realizado por la consultora Zorraquín + Meneses, que a esta altura se convirtió en un clásico para entender las reacciones de las empresas del sector agropecuario frente a los movimientos macroeconómicos y políticos.
En esta edición los especialistas analizaron el triunfo electoral de Javier Milei, y las implicancias tranqueras adentro, es decir, el impacto que generó por estos escasos días posteriores a las elecciones, y trazando un panorama futuro de lo que puede venir de acuerdo a sus estimaciones.
En primer lugar los consultores avisan: “Todo cambió y nada cambió. Luego de un intenso año de elecciones, todo terminó. Hubo un ganador: Milei. Hubo un perdedor: Massa, más todo lo que representaba. En términos simplistas, perdió la continuidad y ganó el cambio. Pero todos sabemos que el cambio no es una foto sino un proceso y que por ahora la realidad es la misma”.
Analizando lo que puede llegar a pasar en primer término, para los analistas aducen que tendrá lugar una devaluación y un tipo de cambio único para exportar e importar. “En este tipo de escenarios en general la principal respuesta positiva la tiene la agricultura y algunas economías regionales que tengan gran componente de exportación. Y el beneficio llega más tarde, a veces demasiado, para actividades como la ganadería, la lechería y todos los que dependen en gran medida del mercado interno. Todo indica que no hay margen para mucho gradualismo y que los dirigentes que asumen creen que la solución arranca con un shock, o sea que el verano será movido” aseguraron.
En este punto concreto, la mirada sobre el negocio ganadero es pesimista en el corto plazo, pero mejorando en el mediano plazo si se dan variables y decisiones que tomaría el nuevo gobierno: “Complicado momento para tomar decisiones de largo plazo para la ganadería. Se suman varios factores. Por un lado la expectativa de una devaluación del dólar oficial, lo que habitualmente genera una pérdida en el valor y los precios reales de la hacienda, con el agregado de un fuerte aumento esperado de costos de producción (suplementos, combustibles, insumos, arrendamientos). O sea que en el corto plazo la expectativa tiende a ser mala”.
Empero, Meneses y Zorraquín manifiestan: “A su vez, si estas correcciones de la macroeconomía funcionan, tenderá a recuperarse a mediano plazo la capacidad de compra del consumidor argentino, pero además si hay un único tipo de cambio y un cierre de la brecha cambiaria, se pondrá más competitiva la exportación de carnes. O sea que a mediano plazo las expectativas mejoran. Esto se da en un marco donde durante el 2023 ha caído levemente el stock vacuno (en parte por la sequía) y además cayó la oferta de novillos y vacas al mercado, aumentando la oferta de animales más livianos (vaquillonas y novillitos)”.
A su vez, el estudio realizado por los especialistas recalca que es de esperar que ante una oferta algo menor y una demanda algo mayor, los precios tengan una fuerte recomposición en términos reales.
“¿Esto es pronóstico? De ninguna manera, es sólo una tendencia esperada. Hacer pronósticos en este escenario es fácil, lo difícil es que se cumplan”, describe el informe sectorial, argumentando: “El precio del novillo actual está en el orden de los 1000 $/kilo y sostenido, mientras que el precio del ternero se mueve entre los 1200 y 1400 $/kilo, en una época donde no abunda la oferta de invernada. Obviamente con esa relación de compra/venta arriba de 1,30 y un maíz que copiará la devaluación, el negocio del feedlot es más que vidrioso hoy en día. Los corrales todavía están bastante llenos y empiezan a vaciarse en diciembre/enero. Ahí empieza otro partido”.
Para concluir con el panorama ganadero, los elaboradores reflexionan: “La cría presenta precio de vientres preñados que van de los $300.000 a los $550.000, con una demanda moderada por parte de los compradores. Si se da el escenario descrito, en el 2024 deberíamos ver que el valor de los vientres se mantenga competitivo. Para un negocio biológico lento como es la ganadería, las distorsiones y cambios abruptos de variables no suelen ser buena noticia. Pero en este caso, si esos cambios llevan la economía a un sendero de mayor normalidad, estas noticias pueden ser alentadoras”.
En el caso de la lechería, el informe cataloga al momento actual como: “Pronóstico reservado para la actividad por ahora”, puesto que según el relevamiento actual, en octubre el precio de la leche Siglea fue de 130,17 $/litro (1834,52 $/kilo de sólido), lo que representa un aumento del 10% respecto al mes anterior y un 123% respecto a un año atrás. Primer mes luego de varios donde el aumento intermensual se arrima al índice de inflación. Pero mirando los doce últimos meses, todavía la corre de atrás.
Según el índice OCLA, el precio se encuentra un 13% abajo del costo por litro. Para noviembre se estima un valor de la leche de 140 a 145 $/litro, en línea con la inflación esperada o algo por debajo. Si es así, la foto seguirá igual de borrosa.
“Se considera inevitable que el nuevo gobierno se verá obligado a hacer una corrección importante del tipo de cambio, y esto va a pegar fuerte y negativamente en la estructura de costos de los tambos, en particular los de alimentación y los de arrendamiento. Y, como suele ocurrir, el precio en pesos que recibe el productor va a tardar en recomponerse en términos reales. Noche negra por ahora”, describe el informe.
Asimismo, los consultores analizaron la coyuntura del negocio agrícola, donde por ahora, resta esperar a ver qué sucede: “El mercado de granos local no solo está divorciado de internacional, sino que además estuvo paralizado. La combinación de baja producción de la campaña 22/23 y la duda sobre quién ganaba el balotaje generaron este efecto. No hay granos y el que todavía tiene algo se aferra a ellos hasta saber qué va a pasar. Esto está afectando seriamente, entre otros sectores, al complejo sojero que se estima posee un 73% de su capacidad ociosa, cifra nada menor, y también al sector de los alimentos para animales. No hay mucho por hacer, esperar parece ser la consigna”, resumieron.
La producción que dependa del mercado interno tiene asegurado un futuro complicado. Caerá el poder adquisitivo de la mayoría de los consumidores. Caerá la demanda.