¿Y cuánto rindió el trigo HB4 resistente a la sequía en esta campaña, que será recordada por la intensa sequía?
Bioceres, la empresa argentina que desarrolló ese transgénico nacional y logró su liberación para su siembra en el país en 2022, había prometido presentar los resultados a la comunidad agrícola hacia fines de febrero. Pero antes -en su comunicación habitual con sus accionistas del mercado bursátil de Estados Unidos- tuvo que anticipar algo, porque es obvio que todos aguardan por saber cómo se desempeñaron estas variedades tolerantes a la sequía en la campaña 2022/23, que será recordada por la intensa sequía. Especialmente en trigo, cuya cosecha se redujo de unas 22 millones a solo 13 millones de toneladas.
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el rendimiento promedio nacional logrado por el trigo en esta campaña desastrosa fue de 22,80 quintales por hectárea, cuando habitualmente se ubica cerca de los 30 quintales.
La pregunta es obvia: ¿Zafó el HB4 de la debacle?
“Las severas condiciones de sequía en Argentina nos han permitido poner a prueba la tecnología HB4, como nunca antes. El desempeño del trigo HB4 ha sido sobresaliente en todos los frentes. En ambientes que rinden menos de 2 toneladas por hectárea, el trigo HB4 ha superado a los materiales comerciales con una mejora de rendimiento promedio del 43%, ganando en siete de cada 10 ubicaciones y promediando una tasa de ganancias de 8 de 10 al agregar las últimas tres temporadas”, dijo Federico Trucco, el CEO de Bioceres, en su comunicaciones con los que apostaron a las acciones de la compañía.
Trucco, que se había molestado con Bichos de Campo cuando en la campaña pasada difundimos los resultados del HB4 en un contexto de buenas lluvias, ya que esa variedad resistente a sequía quedaba siempre abajo de los promedios nacionales según los registros minuciosos que llevaba a cabo el INASE (Instituto Nacional de Semillas) cuando ese transgénico no había sido todavía aprobado, ahora luce exultante con los resultados en un escenario de sequía.
“Cuando se neutralizan los efectos de confusión de la genética de fondo, como es el caso de las comparaciones entre variedades isogénicas (es decir, variedades que son casi idénticas genéticamente excepto por la presencia del gen HB4), las tasas de éxito de HB4 aumentan por encima del 80%, en todos los entornos, no solo aquellos con rendimientos por debajo de las 2 toneladas por hectárea, ratificando la amplia oportunidad de hectáreas que genera la tecnología”, aseguró en su informe bursátil.
En idioma criollo, lo que quiere decir el titular de Bioceres es que la variedad desarrollada a fines de los 90 por la doctora del Conicet Raquel Chan, que introdujo genes del rústico girasol primero en soja y luego en este trigo, ha mostrado sus mejores desempeños en los escenarios dónde realmente se lo puso a prueba, con falta de agua durante el ciclo del cultivo. En estos casos, en igualdad de condiciones, al parecer ganó en rendimientos a las variedades convencionales.
Desde que el INASE dejó de monitorear la siembra del trigo transgénico (lo hizo solo en la campaña 2021/22, porque la cadena triguera temía una “contaminación” del trigo común con este transgénico si había fugas y luego el HB4 fue aprobado por el ex ministro Julián Domínguez), Bioceres dejó de informar no solo los rendimientos sino la superficie sembrada con sus semillas. Tampoco informó nada más sobre el uso de los granos cosechados de unas 6.000 hectáreas implantadas en el ciclo 2020/21 y unas 50 mil hectáreas del ciclo anterior. Ahora, en esta campaña de sequía, se estima que sembró otro tanto y que está conservando parte como semilla, para ampliar las siembras ahora que la tecnología habría sido validada a campo. También se están haciendo desarrollos para utilizan ese trigo en alimentos, pero de esto tampoco se sabe demasiado.
En este contexto, Trucco anticipó que tienen mucho resto para salir a copar todo en la campaña 2023/24. “Desde la perspectiva de los inventarios de trigo HB4, podemos cubrir hasta un tercio de las plantaciones de HB4 de la próxima temporada con materiales de segunda generación, lo que nos permite reemplazar las variedades de primera generación casi por completo para el año fiscal 24, cuando esperamos que el trigo HB4 entregue 15 a 20. millones de dólares en EBITDA incremental”, indicó en su informe.
Según el empresario, estos materiales de segunda generación “muestran una ganancia genética de dos dígitos en comparación con los materiales de primera generación en entornos de alto rendimiento, superando a las mejores variedades comerciales incluso cuando los rendimientos promedian más de 4 toneladas por hectárea”.
Los números finos serán los que debería presentar Bioceres ya no a incautos inversores extranjeros sino a la exigente comunidad agrícola argentina, que se ha mostrado ansiosa por conocer estos rendimientos en un escenario de sequía, pero también por conocer cuál será el destino de la producción. En la cita de fin de mes, Bioceres también mostrará resultados de la molienda de sus variedades de trigo. Aunque mantiene el esquema de siembras controladas, ya no soporta la presión del resto de la cadena triguera por una posible contaminación que perjudique a la Argentina en sus exportaciones.
Mientras aquí retacea información, el principal argumento de la compañía con sede en Rosario y socia del Conicet en el desarrollo del HB4 para sus accionistas en el Nasdaq es que sus variedades transgénicas colaboran a construir una agricultura que avanza hacia “la neutralidad en carbono”. Pero el argumento hizo agua en este segundo trimestre de 2023, cuando sus tasas de ganancia antes de impuestos mostraron un freno y se limitaron a solo 10,3 millones de dólares. “Los ingresos totales fueron de 94,4 millones de dólares, una disminución del 7 % en comparación con los ingresos pro forma del segundo trimestre del año pasado”.
El no tan buen resultado se atribuyó casi por completo a “la sequía histórica durante en Argentina que redujo la producción de trigo en un 50% en todo el país y retrasó la siembra de soja y maíz”.
En el mismo sentido que con el trigo, Bioceres informó que su soja transgénica HB4, que también muestra mayor tolerancia al estrés hídrico, también sigue evolucionando, “a pesar de las condiciones de siembra inusualmente difíciles en Argentina”. En ese sentido, comentó que “la mitad de la superficie actual de multiplicación de semillas se ha sembrado con variedades de nueva generación”, en tanto se lanzó el programa HB4 Soy con productores en Brasil. Esto es un sistema de siembras controladas, mientras se espera que la tecnología esté madura para salir a competir con el mercado.
“En el futuro, creemos que las condiciones climáticas extremas que estamos viendo en todo el mundo resaltan la creciente necesidad de nuestros productos. Si bien el clima puede afectar temporalmente nuestros resultados trimestrales de vez en cuando, nuestra trayectoria de crecimiento a largo plazo sigue siendo sólida”, se ilusionó Enrique López Lecube, director financiero de Bioceres.
La lógica es que finalmente la tecnología HB4 mostrará ser eficiente y podrá competir en todos los grandes países agrícolas.