Progreso es una pequeña localidad ubicada en el centro exacto de Santa Fe. Allí se crio Javier Baudracco, quien había nacido en Córdoba. Rodeado por una la geografía productiva decidió estudiar para convertirse en ingeniero agrónomo.
La región donde creció está muy cerca de la cuenca lechera más importante que tiene nuestro país, y es por eso que Javier con el tiempo llegó a ser docente en la Universidad Nacional del Litoral, ubicada en la ciudad de Esperanza, a pocos kilómetros de Progreso. Es como La Meca educativa en materia de lechería. El tambo y la producción lechera está en el ADN de la región, al punto que en dicha universidad donde Javier trabaja, hay un tambo que sirve de academia y además genera algunos ingresos.
Con los años Javier se convirtió en un experto analista de la coyuntura tambera, algo que sustenta con su maestría en el tema obtenida en Nueva Zelanda, capital mundial de la eficiencia en lechería.
Cuenta Baudracco que a él siempre le atrapó la producción láctea: “Pasé mucho tiempo en las vacaciones ordeñando de unos tíos en Pozo del Molle, Córdoba y ahí me apasioné. Nueva Zelanda es conocido por ser un país muy eficiente, y el principal exportador del mundo pese a ser un país muy chiquito en superficie y en habitantes, pero el exportador número uno del mundo. Además tiene fama de ser muy eficiente en sistemas pastoriles, y por eso me fui para allá”.
Cuenta Javier que de aquellas latitudes trajo los conceptos de sustentabilidad del tambo, algo que pone en práctica diariamente acá. Y lo explica: “A mí me gusta decir que es un sistema productivo que nos permita hoy satisfacer nuestras necesidades, sin comprometer las necesidades de nuestros hijos, de nuestros nietos. Es decir, que la tierra quede sana, que el ambiente que es sano para que las generaciones siguientes también puedan seguir aprovechando los recursos naturales como lo hacemos nosotros”.
Sobre esto, Baudracco profundiza extendiendo la charla a las demandas de los consumidores de lo que un tambo hace: “Hay temas que todavía no llegaron a Argentina, porque a veces estamos muy en lo urgente y lo cotidiano, pero el tema del permiso que la sociedad te da hoy para producir, la licencia social, la demanda del consumidor. Nosotros en definitiva somos productores de leche, pero tenemos que responder al consumidor que termina eligiendo en la góndola un producto. Eso nos define un poco el sistema”.
Mirá la entrevista completa con Javier Baudracco:
Sin embargo, Javier es un especializado analista de la coyuntura de la actividad, donde el tambo sufre recurrentes crisis y son los productores y productoras los principales damnificados de ello. La baja rentabilidad, las condiciones productivas difíciles, la escasez de herramientas crediticias, y la concentración del rubro en manos de los grandes tambos. Todo juega en contra de los más chicos, que muchas veces no pueden competir, ni siquiera convivir, y terminan cerrando sus puertas destinando esas tierras a alquileres para desarrollar agricultura.
“Tambos de 60, 80, 100 hectáreas bien manejados, que no es fácil, con eficiencia pueden ser rentables”, dispara Baudracco sobre el tema.
-Entonces, ¿cómo se conjuga esto con la sustentabilidad? ¿es posible eso?
-Hoy tenemos información de varios años. Nosotros tenemos una meta económica muy clara, hay que cuidar a la gente y el ambiente, pero lo primero que tenés que hacer es tener buena renta. Entonces nosotros tenemos una meta de un buen resultado. Después de pagar todos los gastos, amortizaciones y el alquiler de la tierra -porque a muchos productores les toca alquilar la tierra- nos tiene que quedar una renta suficiente para poder vivir bien y mantener bien el sistema productivo.
-¿Qué es lo que se le demanda al tambo? ¿Qué desafíos hay?
-Estamos estudiando mucho lo que está pasando en Europa, que siempre se adelanta a los procesos. Y en Europa hay dos cosas muy fuertes. Una es el bienestar animal, se está trabajando mucho en eso, que después termina con implicancias en la góndola. Y otra es lo que se llama la licencia social, lo que la sociedad permite y lo que la sociedad quiere elegir. Y eso está relacionado también al ambiente. Entonces los sistemas pastoriles tienen un gran potencial. Hoy se habla mucho de emisiones de dióxido de carbono, que el suelo tenga la capacidad de secuestrar carbono y de retener mucha agua. Y eso también nos prepara para lo que se habla del cambio climático, de poder resistir los embates climáticos, de exceso de precipitaciones o déficit como ahora, que es un momento crítico para los tambos.
-¿Cómo salimos de eso?
-Con mucha planificación y con mucha gerenciamiento, estando muy presente y armando equipos de trabajo sólidos. Tenemos que trabajar en crear equipos sólidos, muy comunicados como en todas las empresas, con valores muy importantes para que el trabajo en equipo pueda dar su fruto.
-Hay tambos chicos que están a punto de cerrar o pasan un momento muy difícil por diferentes factores.
-Una de las cuestiones clave es el traspaso generacional, porque los productores de Argentina, que ya llegan a una edad de 60 o 70 años, a veces miran y no encuentran quién quiere seguir. Y entonces en ese sentido hay cuestiones que ayudan a que el traspaso sea más atractivo. En eso estamos trabajando mucho en infraestructura, en la medida que uno hace más agradable el trabajo de cada día. En el tambo podemos atraer más a los jóvenes, familiares o no familiares que vengan y se hagan cargo de la actividad.
-¿Y por qué ahora no pasa eso?
-Bueno, son muchas cosas, pero nosotros tenemos que generar cambios. ¿Y qué podemos hacer? Generar mejores condiciones habitacionales, o mejores condiciones de trabajo. Porque de por sí el trabajo en el tambo puede ser muy bien remunerado. Eso ya está. Ahora eso solo no alcanza. Hay que generar una buena infraestructura para generar francos. Hoy las nuevas generaciones son más flexibles, quieren descansar más, quieren tener internet y tener comodidades, variar el trabajo y tengo que rediseñar los sistemas y estamos trabajando en eso para hacerlos más atractivos. Y tenemos por suerte ejemplos de jóvenes que agarran la posta.
Muy buena información! Comparto totalmente los conceptos vertidos por el colega profesional y Docente de la UNL, Ing. Agr. Javier Baudracco
Nueva Zelanda tiene entre otras virtudes, el sistema share milker, eso genera nuevas inquilinos tamberos, que con créditos y rentabilidad terminan pagando sus rodeos y hasta comprando campos, acá es todo lo contrario, la industria es su socia , acá todo lo contrario, un país que pone el plazo fijo al 90% es inviable
Cuado se terminé gobiernos qué premien la vagancia la delincuencia y perpetuarse en el poder trabajar en serio es muy difícil