Los obstáculos que los productores frutícolas más chicos enfrentan en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, probablemente no sean los mismos que reconozcan los productores integrados, que obtienen sus propias cosechas y son grandes exportadores. Las complicaciones en el recambio generacional, la falta de financiamiento para mejoras en las chacras, y el abandono de hectáreas productivas por los altos costos y la falta de rentabilidad sin dudas golpean a unos más que a otros, y las estadísticas oficiales lo comprueban.
Sin embargo, un sector cree que lo peor ya pasó y que la reestructuración que afrontó la región en los últimos años condujo a una nueva situación de equilibrio desde donde se podrá volver a crecer. Así lo analizó Nicolás Sánchez, presidente de la Cámara de Fruticultores Integrados (CAFI), que representa a las empresas “integradas” del sector. Él mismo es uno de los empresarios más importantes del sector, ya que maneja la empresa Patagonian Fruit y su controlada Moño Azul.
“El Valle sufrió y sufre procesos de recambio generacional que en la chacra son difíciles. El chacarero tuvo hijos, les pagó la educación y ellos son profesionales, es difícil que vayan a la chacra con el sacrificio que implica. El padre estaba arriba del tractor, hacía todas las labores, hacía que la unidad de negocio sea rentable. Hoy ese modelo ya no es rentable para la estructura que requiere. Es difícil y sobre todo en países donde tenemos las variables tan volátiles. Los que más sufren son los que menos posibilidades de aguantar esos avatares tienen. A veces los productores tienen menos capacidad financiera, tienen menos acceso a bancos”, dijo el empresario a Bichos de Campo.
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Frente a esto surge la pregunta de si no sería conveniente fortalecer a esos productores, que son quienes pueden aportar la cantidad de fruta que Argentina precisa para posicionar mejor su producción y pensar en acercarse a los niveles de otros países de la región.
Ante esto, Sánchez consideró: “Desde ya que habría que incentivar la producción primaria. Esta es una actividad que es bastante compleja, que requiere un capital de inversión bastante fuerte. Nosotros tenemos que invertir y estar siete años con flujos negativos para después empezar a vender y tener flujos positivos, que es lo que tarda un árbol en crecer y en darte la fruta. Eso hace que sea difícil escalar o crecer. Acá hay modelos de negocio que son productores pequeños, medianos, integrados y grandes. Pero las herramientas faltan para todos. No hay créditos de largo plazo o créditos que se ajusten a la carencia que tienen las inversiones nuestras. En Chile tienen créditos de 15 o 30 años y acá en Argentina son a dos o tres años”.
-Se están perdiendo unidades productivas. Parece un movimiento bastante contradictorio el de necesitar producción pero ir hacia menos unidades.
-Hubo una época en que desaparecieron muchas hectáreas, unas 15.000 hectáreas en los últimos 15 años. Pero del 2003 en adelante se plantaron también unas 10.000 hectáreas nuevas. Hubo un recambio en el tipo de unidades productivas que tenemos hoy, donde pasamos de tener hace 20 años uno 20 a 25 mil kilos por hectárea de productividad, a tener hoy arriba de 40 o 45 mil. Las unidades productivas que tenemos hoy son mucho más eficientes que las que había antes, y hoy el Valle está en un sendero de crecimiento de vuelta. Ese proceso que vivimos de atraso cambiario feroz, del 2009 en adelante, afectó mucho también acompañado del tema generacional. Hoy en día ves un Valle mucho más equilibrado, reestructurado y con plantaciones nuevas por todos lados.
-¿Entonces ves para el futuro un repunte de la actividad?
-Sí, soy muy optimista.
-¿Pero puede tratarse de un equilibrio en menos manos?
-No porque la cantidad de productores es esa. Se reestructuró y es la que tenemos hoy. Y entre las empresas también, porque las grandes que había en su momento desaparecieron. Exprofrut, que era una de las más importantes, desapareció, Moño azul la tomamos nosotros como empresa, pero la empresa grande que era desapareció. Acá no es que fueron productores o empresas. El proceso fue de reestructuración para todos. No importa la unidad productiva, si era integrado o no integrado, hasta brookers digamos.
-¿Cómo podemos pensar en un repunte de la actividad en medio de las dificultades del recambio generacional, donde quedan pocos productores jóvenes?
-Hay de todo. También hay nuevos actores que eran un poco más pequeños, que de repente fueron empezando a crecer. Hoy en día no es que hay un modelo de grande o de chico. Hoy ves chacras de diez hectáreas que son híper rentables. Ves casos de productores que tienen 25 hectáreas y tienen un galpón, cuatro cámaras y están integrados completamente. Y vos decís ¿pero cómo? Bueno, hay de todo tipo de casos y modelos de negocio en el Valle que funcionan.
-Algo de lo que también se habla mucho desde la llegada del nuevo gobierno es de una posible reforma laboral. ¿Las empresas nucleadas dentro de CAFI lo analizan como una variable que podría ser positiva?
-Desde ya que sí. Nosotros somos una industria que generamos mucho empleo, generamos más de 50.000 puestos de trabajo en el sector, con lo cual nos interesa. Tenemos un convenio colectivo que es bueno para el trabajador y a veces es un poquito excesivo para el empleador. Creo que rever el tema laboral sería importante y sobre todo la carga impositiva que tiene.
-En una reunión entre CAFI y las autoridades, ¿qué pedirían?
-Ya nos reunimos y pedimos varias cosas. Nos importa mucho la apertura, los mercados, nos importa el importa financiamiento. También pedimos que intentemos mantener competitividad positiva para las exportaciones en general, y que si la perdemos nos bajen impuestos, que nos dejen en condiciones para poder ir a competir al mundo. Y financiamiento para invertir, además de que no nos pongan retenciones que son muy negativas para el sector.