Para los santacruceños el guanaco es una plaga que se reproduce sin control. De los 265 mil ejemplares que la provincia contabilizaba en el año 2000, según el INTA para el 2015 ya superaban el millón (1,4 millones de ejemplares, para ser exactos). Entre los ganaderos son considerados un verdadero problema: se comen el pasto para las ovejas, saltan –y a veces dañan- los alambrados de los campos, ocupando cualquier parcela disponible, e incluso pueden atacar a quien se acerque.
Por eso cuando Antonio “Tonchi” Kusacovic vio que su vecino “Cachito” Agustín emprendía la primera esquila de guanacos de este año se puso contento. “Son totalmente salvajes. Se ponen malos cuando los vas juntando y si los apuras mucho te encaran y te pasan por encima”, contó a Bichos de Campo.
Con la resolución 243/2019, emitida por la Secretaría de Ambiente de la Nación, se impulsó un plan de manejo sostenible del guanaco y se definieron políticas de aprovechamiento racional como la esquila. Es que algo había que hacer con un animal que se reproduce muy rápido y no tiene casi depredadores. Por lo menos que devuelva algo de todo lo que come, en fibras.
A pesar de todas las teorías, Tonchi tiene su propio relato sobre cómo la provincia de Santa Cruz llegó a esta situación. “Hay más de 1,2 millones de hectáreas abandonadas en la provincia. De los 1200 campos que hay, 600 están abandonados”, dijo.
Esto lo atribuye a que luego de la división que se realizó de las tierras, entre quienes llegaron primero a la provincia, los campos viables pasaron a ser solo aquellos cercanos a la cordillera o a la costa, donde los regímenes de lluvia fueron mejores. Los campos del centro pasaron a un segundo plano, donde se volvió más difícil criar y mantener a las ovejas.
Como un condimento casual para esta nota, Tonchi vive en esa zona céntrica, en la localidad de Gobernador Gregores.
Recordó que de chico presenciaba a los gauchos de la zona hacer chulengueadas, o el acto de atrapar a la cría del guanaco, faenarlo y vender su cuero. “Eran cosas que hacíamos, un ingreso extra. Con toda la revolución verde, el chulengo no vale nada porque ya no se usa ropa de cuero”, contó.
Luego de que estas costumbres desaparecieran y que en la década de 1990 se prohibiera la explotación del guanaco para obtener carne y fibra, este camélido comenzó simplemente a ocupar y reproducirse en los campos desocupados.
Un regulador natural de población eran las nevadas, frente a las cuales el guanaco es muy frágil. “Cuando nieva mueren muchos guanacos pero no nevó más. El régimen de lluvias y temperatura ha cambiado mucho, va para atrás”, aseguró Tonchi haciendo referencia a los embates del calentamiento global.
Todo este devenir es lo que, para este productor patagónico, causó que la población del guanaco esté así. Y aunque hayan circulado estudios de expertos en camélidos que aseguran que el guanaco puede ayudar a frenar la desertificación, lo cierto es que para muchos productores este animal dificulta la producción ovina. “No se pelean pero el guanaco compite con la oveja porque se come todo el pasto”.
Ahora bien, aunque la esquila sea una opción para obtener algo de rentabilidad de estos animales silvestres, no es para nada tarea sencilla. No sólo se necesita tener bastante personal, sino también inversiones para armar las mangas. El alambrado, formado por 8 o 10 hilos, tiene que ser alto. Y meterlos dentro del corral puede ser una odisea y por eso Tonchi afirma que es importante el factor sorpresa: si la manga este en una zona baja del terreno, cuando el guanaco se largue a correr por el campo, no la verá e ingresará al corral sin darse cuenta.
La fibra del guanaco le sigue en calidad a la de la vicuña. Lo que importa son las micras o la finura de las fibras. La lana de vicuña tiene 12 micras mientras que la de un guanaco chico tiene 13. A medida que crezca esto puede engrosarse un poco.
Pero como dice Tonchi, recién “se está haciendo experiencia” y no hay muchos expertos esquiladores. Su vecino “Cachito” recibió un pedido de 1.000 kilos de lana de guanaco, pero por cada ejemplar que pudo encerrar solo consiguió entre 550 y 600 gramos. El manejo no es fácil pero la práctica dará sus frutos, siempre con la supervisión del Consejo Agrario Provincial (CAP) que controla el buen trato de estos animales.
Con el inicio de la parición en estos días, comienza una veda que se extenderá hasta enero. Luego podrá retomarse esta difícil actividad y seguirá el proceso de aprendizaje.