El trigo pan es el principal insumo en el proceso de elaboración de la harina de trigo y, por lo tanto, es habitual que ambos productos evolucionen al mismo ritmo en las naciones normales.
Pero en la Argentina, por alguna razón, eso no sucede y los valores FOB de la harina de trigo –fijados diariamente por la Secretaría de Agricultura– en los últimos meses vienen cotizando a “contramano” de los precios FOB del trigo pan.
El punto de inflexión se presentó en la segunda semana de mayo pasado con un precio FOB del trigo que comenzó a experimentar un marcado proceso alcista al tiempo que la Secretaría de Agricultura mantuvo “planchado” el precio FOB de la harina de trigo.
Pero en la segunda semana de junio pasado se instrumentó el proceso inverso con un precio del trigo desbarrancándose mientras que los valores FOB de la harina de trigo se ajustaban notablemente al alza.
Como el FOB oficial fijado por la Secretaría de Agricultura se emplea tanto para calcular el derecho de exportación (que se paga por adelantado en un 90%) como la liquidación final por ingresar al momento de concretar el embarque, la determinación de tal valor representa un instrumento tanto cambiario como tributario para el Estado nacional.
Es decir: si se instrumenta una baja del valor FOB, en los hechos eso implica una reducción indirecta del derecho de exportación (que en el caso de la harina de trigo es del 7,0% del valor FOB), pero se incentiva la generación de divisas por exportaciones. Lo contrario sucede con un aumento del precio FOB oficial.
Vale aclarar que, en el caso del trigo pan, el valor FOB es “testimonial” porque el registro de nuevos embarques está prohibido de facto por el gobierno nacional.
En lo que respecta a la harina de trigo, para el presente mes de julio están previstos embarques –hasta el momento– de 18.535 toneladas, mientras que en lo que va de la campaña comercial 2022/23 esa cifra suma 224.481 toneladas.