Los productores del norte de la Patagonia no tienen nada para envidiarle a los del centro del país. Ya han demostrado largamente que sus tierras son ideales para producir frutas (en especial peras y manzanas) pero que también pueden perfectamente ser orientadas a la producción de granos.
Una postal que dejó esta campaña de granos gruesos 2024/25, que está llegando a su fin los días pasados, es histórica: Un productor logró cosechar soja por primera vez en el Alto Valle de Río Negro.
Es el resultado de un proceso iniciado hace algunos años en el valle medio de Río Negro, en donde, gracias a la posibilidad del riego, ya se obtienen muy buenos rindes de maíz, de trigo y también hubo ensayos con la oleaginosa.
Pero en el corazón de la zona frutícola todavía no se había sembrado soja. Quien logró la hazaña ahora fue la firma Esperanza SRL, que trabaja en un amplio mapa productivo y produce forrajes hace más de una década. Sus campos están ubicados en la zona de General Roca, uno de los centros económicos y turísticos clave de la provincia.
El ideólogo detrás del proyecto de sembrar soja allí es Francisco Pili, un ingeniero agrónomo roquense que propuso incorporar el poroto a la unidad de negocios que, como muchas otras en la región, está abocada a la producción de alimentos para el engorde animal.
Tal como informó el diario Río Negro, Esperanza SRL se dedicaba originalmente a rescatar chacras y abocarse a la fruticultura, hasta que Pili decidió virar a la producción de cultivos extensivos.
Probablemente haya influido la experiencia que acumula la provincia. Por iniciativa de Aapresid, allí se desarrolla el programa Valles Irrigados del Norte Patagónico, que apunta a desarrollar sistemas productivos extensivos y sustentables bajo riego. Eso es clave para una zona en la que llueve alrededor de 200 milímetros anuales.
Con ese trasfondo, uno de los establecimientos modelo en la producción de soja y trigo es Caita Có, que está ubicado en la zona media del valle, a 45 kilómetros de General Conesa. Para obtener granos optaron por un sistema de riego mixto, con manto y pivot central, y demostraron que la provincia también puede proyectarse en la producción de esos granos.
De hecho, Caita Có ha sido noticia días atrás por los rindes obtenidos en la última campaña, que oscilan entre los 4.100 y los 5.200 kilos por hectárea y superan a varias zonas de la Pampa Húmeda.
En sus chacras de Cervantes y Mainqué, el agrónomo Pili logró conjugar su proyecto de cuando era estudiante con las necesidades de la empresa hormigonera. Es así como cuentan con un sistema agrícola-ganadero que coexiste con la extracción de piedras.
Ahí mismo, en esa tarea de reconversión de tierras frutícolas, ya hace 14 años que producen maíz, y ahora demostraron que son buenos también con la soja. En su ensayo, que llevaron a cabo en unas 10 hectáreas, tuvieron rindes muy similares a los registrados en la zona media del valle.
El secreto también está en la falta de agua. Porque, si bien obliga a invertir muchos recursos en un sistema de riego, la ausencia de lluvias en el norte patagónico evita la proliferación de hongos y plagas, previene de muchas heladas tardías y eleva las temperaturas. Con pautas de manejo adecuadas, los resultados han demostrado ser buenos.
Aunque en el caso de la firma Esperanza SRL los granos sean destinados en su totalidad al alimento bovino, ya que tienen muchas cabezas de ganado y brindan servicio de hotelería, el hito logrado sienta precedentes.
La soja del Alto Valle se suma a las experiencias satisfactorias en la región inferior y media del río Negro. Con la infraestructura adecuada, y las inversiones que, aseguran, llegarán más temprano que tarde, muchos más productores podrían animarse a la actividad.
A demás que en la Patagonia, en todo el país habría que implementar un Plan Nacional de Riego Artificial con financiación de algún banco de fomento (BIRF, BID, BCO. MUNDIAL). No solo en las tierras actualmente productivas, sino también en aquellas de baja productividad, a través del uso de tierras fiscales y la conformación de Cooperativas de trabajo. Asi se formaron las colonias “gringas” del país. No solamente habría más exportaciones y recaudación de divisas para el fisco, sino que además se generaría una corriente inversa de trabajadores, que ahora irían del AMBA hacia el interior, volviendo a sus provincias de origen en muchos casos. SOLO HAY QUE TENER DECISIÓN POLÍTICA!