Por estas horas, Soledad Barruti debe ser uno de los personajes públicos más irritantes para los productores agropecuarios argentinos, especialmente luego de que se sumó y le dio un empujón grande a una campaña pública para detener la posible instalación de enormes granjas productoras de cerdos para China. Ella, sin embargo, acepta hablar con Bichos de Campo con una sonrisa a cuestas y sin ánimo de pelear. Pero sí de discutir y de sentar su posición: está claramente en contra del modelo del “agronegocio” y expone sus argumentos.
Soledad es autora de dos libros que han sido best-seller dedicados a analizar cómo comemos los argentinos: “Malcomidos” y “Mala Leche”. Además es directora de “Bocado, investigaciones comestibles”, que reúne el trabajo de una red latinoamericana de periodistas dedicada a temáticas vinculadas a la alimentación, los sistemas alimentarios y los territorios.
-Gracias por recibirnos. Estamos haciendo un programa sobre cómo comemos los argentinos y queríamos hablar con vos para que nos digas por qué decís que comemos tan mal los argentinos…
-No lo digo yo. Lo muestran todos los estudios que hablan sobre la conducta alimentaria en nuestros país. Hay ciertos parámetros que definen lo que debería ser una alimentación saludable y nosotros estamos muy fuera de ellos. Comemos muy poca fruta y verduras respecto de lo que habría que comer. Tomamos una cantidad de bebidas azucaradas que empiezan muy temprano en la infancia. Comemos una cantidad de carbohidratos refinados en lugar de comer comida diversa. En definitiva, tenemos una alimentación muy monótona y esto es una particularidad respecto del resto de la región. En América Latina hay mucha más variedad.
Mirá la entrevista a Soledad Barruti:
Soledad tiene tanta audiencia y vende tantos libros porque hay una gran cantidad de gente que -como ella- está preocupada por los modos de la alimentación que nos ofrece la vida moderna y el sistema alimentario que hemos sabido construir. Hasta aquí eso no debería molestar, porque esta es una preocupación compartida incluso por muchos grupos de productores -por ejemplo, los de carne vacuna o los de frutas-, que ven cómo caen sus ventas hacie el mercado interno. Y a la inversa, los productores de legumbres deberían estar contentos con su prédica, pues Soledad enfatiza que en otros países hay un consumo mayor de esos cultivos, que acá deberíamos imitar.
¿Por qué molesta tanto al sector Soledad Barruti?
-La Argentina tiene una gran diversidad en la oferta de alimentos. ¿Por qué no la aprovechamos entonces?
-Es cierto. Podés encontrar de todo. Pero nosotros estamos atravesados por las lógicas del supermercadismo, que hace que esto no nos llegue. Nosotros no tenemos cultura de mercado ni facilidad de que los productores lleguen al consumidor con sus producciones. Tenemos una dinámica que hace que en algunos lugares, por ejemplo, las frutas y verduras no estén. Estoy hablando de los barrios más populares del Gran Buenos Aires y la Capital Federal.
Los productores suelen criticar a los supermercados y se quejan de cómo éstos imponen las reglas de juego para llegar al consumidor: vos entrás si cumplís ciertas condiciones, pero vos no entrás. Barruti lo marca y remarca. Establece que la cadena comercial es responsable de que muchas veces los alimentos frescos que producen los productores no lleguen a todos los posibles lugares de consumo. En especial, a los más necesitados. ¿Por qué irrita tanto entonces?
-¿De quien es la culpa de que comamos tan mal? ¿De los clientes, los consumidores? ¿O es culpa de las cadenas productivas y comerciales? Porque quizás si hubiera demanda, las cadenas comerciales funcionarían mejor.
-Hay una realidad que se retroalimenta a si misma. Las personas no andan por las puertas de los almacenes pidiendo frutas y verduras, y estamos cada vez más atiborrados por los productos ultraprocesados. Son productos hechos con ingredientes más sencillos sobre los que se genera un maquillaje gigante con aditivos que nos hacen creer que estamos comiendo cosas que no comemos. Muchas personas creen que están comiendo frutas en sus yogures con frutas. Eso sucede mucho. La gente realmente cree que le están dando un valor agregado, para decir algo que ahora se usa mucho, cuando al agua le están metiendo un polvito, porque se creen que ahí hay algo de fruta. Tenemos distorsionada la información en cuanto a la alimentación. Y tenemos una carencia absoluta de políticas públicas que promuevan el acceso a alimentos frescos. Por el otro lado tenemos una población cada vez más empobrecida que va buscando ofertas en los supermercados, y estas ofertas son de estos productos ultraprocesados que son más calóricos y que generan saciedad y que van dando la idea de que finalmente de alguna manera estamos comiendo.
Soledad, en este punto, carga contra la industria alimentaria. Contra el poder del márketing que despliega ese sector para hacerle creer al consumidor que come lo que no come. Muchos productores de alimentos frescos también se quejan, y mucho, de los manejos de esa misma industria. En ese caso suele ser porque le pone precios irrisorios a la mercadería de descarte, por ejemplo en frutas y verduras, cuando el productor no llega a cumplir con los parámetros mínimos. La juguera, por caso, que paga centavos por un kilo de fruta que hubiera valido mucho más si no hubiera estado un poco machucada. Pero que después vale fortunas dentro de un empaque coqueto en un supermercado.
Si Barruti critica a esa industria y los productores también… ¿Por qué irrita tanto?
-Comer sano resulta usualmente mucho más caro que comer mal. Aunque el valor agregado está de cierto lado de la góndola, el producto procesado termina siendo mucho más barato …
-Porque esa es la lógica del ultraporcesamiento, donde hay un puñado de corporaciones que te logran vender muy caro lo barato. Cuando vos traducís a ingredientes lo que te está dando la góndola, no te está dando diversidad alimentaria. Te está dando diversidad de imágenes, de conceptos, de colores o de perfumes, pero no te está dando muchos ingredientes diferentes. Te está dando siempre harinas, azúcar, aceite y derivados de la industria láctea. Eso es lo que compone la mayoría de los productos con que vos cargás el changuito.
-¿Qué harías vos frente a esta situación?
-Creo que lo que hay que hacer es incorporar a los productores de alimentos sanos a las dinámicas productivas de nuestro país. Hay que pensar cómo se genera un acceso a la tierra para los que saben producir alimentos. Hay un documento súper interesante de cuando se armó el Foro Agrario, en donde encontrás respuestas ante un país que no está jugándose para la producción de alimentos sanos y diversos sino que está jugándose al agronegocio, como respuesta total. O sea, a conseguir la plata con la que después las personas van a sl supermercado. Y no a hacer un gran mercado de alimentos diversos.
-¿Debería intervenir el Estado?
-Sin duda creo que tiene que haber políticas públicas que orienten al consumidor hacia la elección adecuada, porque es tal la manipulación de la publicidad que estamos atravesados todo el tiempo por mensajes que nos llevan a desear cosas que después nos hacen daño, sobre todo pensando en nuestros hijos.
¿Por qué irrita tanto Soledad Barruti? El escenario que describe es el que recorremos todos los que vivimos en una gran ciudad y vamos de vez en cuando al supermercado. Ella lanza propuestas con las que muchos no deberíamos estar en desacuerdo: habla de cuidar la alimentación de los chicos a través de comedores escolares que ofrezcan alimentos sanos. Y de que las compras directas de esos alimentos debieran ser hechas desde el Estado directamente a los productores, sin intermediación parasitaria. Cuenta ejemplos de Brasil y Centroamérica que al aparecer funcionaron y beneficiaron no solo al consumidor sino también a los productores.
-La Argentina tiene un problema que es también una gran virtud: le sobra comida por todos lados porque le sobran tierras. Si vos pusieras todas estas tierras a producir alimentos de ese modo, seguramente deprimirías los precios y provocarías un daño grave a los productores. ¿Vos no te imaginás compatibles los dos modelos? Es decir, ¿es posible una convivencia entre lo que vos llamás agronegocios y una agricultura enfocada más al abastecimiento de alimentos sanos para la población.
-Para mi no, en la medida que el agronegocio plantea una serie de conflictos que inevitablemente te alteran. Yo tengo mi granjita agroecológica y al lado tengo un campo que fumiga permanentemente o tiene a sus animales encerrados en galpones, y yo tengo que convivir con lo que generan esos campos. No son prácticas contenidas en si mismas, encapsuladas como en un laboratorio. Están en el aire. Hace un tiempito fui a la casa de un amigo que tiene una granja divina, llena de agroecología, y al lado tenía un viñedo de los que se fumigan muchísimo. A la mañana vos te despertabas después del rocío y te pasaba el camioncito con los humos para pasar por los viñedos los fungicidas. Eso hace que la persona que quiere producir sin venenos se vea atravesada por el veneno de al lado. Ni hablar después de lo que queda en forma permanente.
-¿Qué queda en forma permanente?
-La tierra es un bien común, las aguas son un bien común. Y están estudiados los residuos que deja el agronegocio. ¿De qué manera vamos a convivir si yo te estoy generando este daño y vos estás tratando de contenerlo trabajando desde la biología, desde los productos que multipliquen la biodiversidad y no que la anulen? Es imposible que convivan uno con otro, cuando además uno tiene mucho más poder que el otro. La capacidad de daño del agronegocio, y de recibir políticas públicas, es mucho mayor.
La Soledad con la que podemos llegar a coincidir e incluso admirar, la que nos ha dado una lección de sentido común respecto de lo mal que comemos los argentinos, de golpe lanza sus primeros gruñidos: no es posible la convivencia, define. Lo hace convencida de hablar en nombre de las víctimas y no de quienes ponen las reglas de juego. ¿Será acaso por eso que irrita? ¿Porque cierra puertas al entendimiento en vez de abrirlas? ¿Quién debería abrir las puertas? ¿Quién es la víctima? ¿Y el victimario?
-Si escuchás la biblioteca del otro lado, que es algo que nosotros hacemos, le dicen remedio a lo que vos llamás veneno. ¿Será que acaso la ciencia ha perdido la brújula? ¿Los Estados no son buenos reguladores?
-Mirá, me parece que no existe la ciencia como identidad, hay distintas corrientes. Hay personas que trabajan con pipeta y ambo blanco dentro de las mismas empresas que producen esto y que encuentran en el modelo científico la manera de justificar y hacer crecer el sistema. Del otro lado hay otra ciencia. No hay un consenso científico que diga que el mundo debe ir para acá. El debate es apasionante.
-¿Y vos de que lado estás?
-Creo que esto es absolutamente cortoplacista. Entender esta forma de trabajar y estos negocios requiere saber que el mundo tiene una fecha de vencimiento. Nosotros tenemos que pensar cómo hacer para regenerar esto. No estamos hablando de un mundo que no está sufriendo las consecuencias de la relación abusiva que tenemos con la naturaleza. Ya lo estamos sufriendo. Entonces tenemos que encontrar la ciencia que nos sirva para corregir eso y para poder convivir en el mundo de otra manera.
Soledad es terminante y utiliza casi siempre las palabras justas. Es muy buena comunicando los conceptos en los que cree y por ello quizás resulte tan irritante: solemos ser más indulgentes con quienes exponen dudas o muestran sus flaquezas. Ella casi no deja margen para el debate. Es más, ella misma provoca los debates en los que se siente segura. Se pregunta y se responde al mismo tiempo. Quizás sea ese el costado irritante de esta entrevista.
Se pregunta y se contesta:
-¿Hay otra manera de darle de comer a toda la población carne de cerdo sin producir en granjas industriales? No, no lo hay, sin dudas. Ahora, ¿debería comer la población esa cantidad de carne? ¿Cuánto tiempo sostiene el mundo ese nivel de consumo? ¿De qué manera? ¿Podemos pensar en un planeta que resista eso? La verdad es que no. Si pensás en que todo el mundo consume carne como lo hace Estados Unidos, necesitamos 14 planetas.
-¿Y los Estados?
-No creo que en este momento estén funcionando para beneficiar a la población sino a los sistemas económicos que lamentablemente no nos está haciendo bien a nosotros, ni ahora ni a futuro.
Barruti dice lo que piensa la mayoría de los productores de este país, que los Estados no sirven para gran cosa. ¿Por que es tan irritante entonces?
-La Argentina tiene 35 millones de hectáreas agrícolas, pero después tiene 150 millones de hectáreas ganaderas… ¿Cómo te imaginas a una Argentina sin explotar toda esa superficie?
-No, lo que pasa es que ahí me vas a agarrar por el lado de decir… Es como una suerte de sueño utópico de pensar una reforma agraria y de pensar que realmente debería haber una redistribución de tierras y de recursos, y una planificación entre todos del uso de los bienes comunes. Pero debería haber al menos un acuerdo en el que no por ser dueños de una gran cantidad de tierras vos podés hacer lo que quieras en esa tierra. Pero me parece que es lo que está en crisis en este momento, cuando se habla de la crisis civilizatoria, y no solamente de un negocio o de un problema de contaminación. Es una crisis realmente sistémica, es una crisis de sentido.
Soledad a veces logra calar profundo. E irrita porque nos enfrenta a nuestros propios fantasmas y a ciertas preguntas existenciales.
-¿Una crisis de sentido?
-Nosotros estamos viviendo de una manera en que no nos hace felices, ni nos deja mejor alimentados y encima de todo puede generar una debacle muy profunda en un futuro próximo. ¿Vamos a seguir sosteniendo esta Humanidad? ¿Queremos seguir siendo eso? Son cuestionamientos que exceden al mundo rural. Pero necesitamos repensarnos.
-Todo muy bien. Pero a esta altura, ¿no hay una suerte de dictadura o de imposición hacia una minoría que son los productores que quedan? ¿No están siendo convidados de piedra en este debate?
-Mirá, yo creo que hasta ahora son los que son los dueños y han dirigido la batuta. En muchos casos hay productores que están haciendo su propia transformación. Yo he hablado mucho con ellos. En algunos casos aparecen enojados y en otros aparecen preocupados. No hay una masa de productores que tengan los mismos problemas y las mismas inquietudes. Está bien preguntarse si todos ellos tienen acceso a la misma información, si saben el daño que le genera (este sistema) a su salud y a sus tierras. En alguno casos si, y te van a decir ‘son las cosas que pasan’.Pero en otros casos no. Yo no creo que la información esté dada, realmente.
En este punto sí que suena irritante cierta petulancia de Barruti, que cree saber más que los propios productores, o al menos siempre se siente en condiciones de poner en duda todo lo que sabe la gente que produce. No parece ser el mejor camino para evitar el choque.
Aunque, angel y demonio, ella es capaz de recular en diez metros y establece que la falta de comunicación es un problema. También para ella.
-En todos los casos pasa que muchas veces estamos repitiendo la misma información, unos y otros, y eso hace que sea muy difícil incorporar nuevo contenido. Pero cuando se da la oportunidad hay muchos productores que ven que esto no los está dejando bien parados.
-Vos estás en esta fuerte campaña para frenar las granjas de cerdos para proveer a China, que es un proyecto que muchos creen que es una posibilidad de desarrollo para provincias postergadas. ¿Qué les contestas a los que dicen que Soledad frena ese desarrollo?
-Que mientras pensamos que eso es desarrollo, es lógico que piensen eso. Cando se detiene una megaminera te dicen lo mismo. Pero hay que pensar por qué el desarrollo involucra siempre las mismas cuestiones. Por algo China se quiere sacar de encima la producción de cerdos. China no viene a poner criaderos acá porque sea buena, se está sacando de arriba dos problemas gigantes. Tiene dos plagas enormes que se desparramaron. Entonces por qué nos vamos nosotros a comprar ese problema. Son debates que no se dan.
Soledad se torna intratable r Inflexible. Realmente irrita.
-Estoy de acuerdo con vos en eso, discutimos muy poco algunas cosas. El tema es si hay que desandar todo el camino recorrido o si podemos encontrar respuestas en esta marcha…
-Eso es pensar que pueden surgir las soluciones del mismo lugar que ocasionó los problemas. Yo creo que no. Yo creo que somos una sociedad creativa y con inteligencia que puede pensar formas diferentes. Que estamos abrazados a este sistema como si fuera el único. Pero en esta pandemia aprendimos que podíamos prescindir de un montón de cosas que creíamos vitales y que no lo son. Podemos pensar de una manera progresiva. No es pensar cuestiones radicales que empobrezcan a todo un sector de la población. Es pensar como paulatinamente podemos ser una mejor Humanidad. Y vivir mejor, porque nadie está viviendo bien así. Hay un montón de cosas que nos están enriqueciendo, pero la calidad de vida de la humanidad está deteriorándose.
Soledad patina cuando hablamos de agronomía. Molesta este trapié dentro de un discurso tan perfecto e impenetrable. Le pedimos un ejemplo de alguien que haga bien las cosas en el país y se va derecho al mejor campo que tienen para mostrar los defensores de la agroecología en la Argentina: la estancia La Aurora. Barruti dice que cree que queda en Venado Tuerto, en Santa Fe, a 400 kilómetros al norte de Buenos Aires. Pero en realidad está ubicado en la otra dirección, 400 kilómetros al sur, en el partido de Benito Juárez. “Hace trigo y un montón de cosas con agroecología”, nos cuenta, desconociendo cómo pueden influir esos 800 kilómetros de distancia en el sentido de las cosas y las posibilidades de los cultivos.
-Pero allí no se puede hacer a gran escala ni soja ni maíz…
-El tema es para qué queremos producir soja y maíz. ¿Para sostener este mismo modelo y alimentar este mismo sistema? Hoy se produce soja y maíz porque es lo que se vende. Pero si pensamos en cambiar este sistema, vamos a terminar produciendo otras cosas.
Soledad Barruti no se rinde nunca y siempre tiene una respuesta a mano. Cierto es que la mayor parte de las veces suma un interrogante que nos deja pensando, nuevamente. Nos deja pensando. Es por eso, sin duda, que resulta tan irritante.
Me parece muy interesante que se comparta el espacio a personas que incorporan otros conceptos, otras discusiones y otras lógicas. Desde ya concuerdo con muchas de las discusiones planteadas por Soledad. Felicito a Bichos por hacerlo.
Cual concepto? El referido a la Ciencia por ejemplo?
Por favor, un mínimo de seriedad.
La agricultura biodinámica es una pseudociencia.
Ella tiene el derecho a citarla y un periodista tiene derecho a consultarla. Pero eso no cambia el fondo del asunto, es una pseudociencia y la persona que crea que es una ciencia está equivocada. No hace falta conocer la posición de Saturno o la fase lunar de un cierto momento para podar una planta de vid. Quien crea lo contrario asume una posición irracional.
O sea, que haga falta eliminar las libertades y derechos de propiedad de un monton de gente para darle el gusto a esta persona, hablamos de koljos comunistas, sería todo esto un simple detalle.
Todo tan irritante….
realmente considero que muy interesante y que nos muestren lo que estamos comiendo esta bueno , después cada uno tiene la elección . con respecto a los planteo hay generar el debate y tratar de llegar al respeto de derechos de todos.
siempre interesante leer a soledad.