En cuestión de horas buena parte de la zona pampeana argentina pasó de la sequía a la inundación y el lugar común es atribuir tal fenómeno al “cambio climático”.
Pero las sequías recurrentes seguidas por excesos hídricos que provocan grandes inundaciones en la zona pampeana son un problema presente desde el Virreinato del Río de la Plata.
De hecho, es el tema preponderante tratado por Florentino Ameghino en su ensayo “Las secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Obras de retención y no de desagüe”, que fue publicado en 1884, es decir, en una época en la cual el “cambio climático” no formaba parte de la agenda pública.
Desde esa época –y antes también, por supuesto, pero nadie lo refleja tan bien como Ameghino– la preocupación central era cómo mitigar tanto los desastres generados por las inundaciones como las calamidades provocadas por la sequía.
Pasaron 137 años y siguen presentes las mismas inquietudes cuando nos vemos sorprendidos por un fenómeno de lluvias excesivas que, como acaba de suceder, puede llegar a contrastar con una severa restricción hídrica.
Ameghino, tal como hicieron muchos otros después, comprendió que las obras de infraestructura eran la clave para gestionar tanto los déficits como los excesos de agua en la zona pampeana.
En 2001, por medio del decreto 1381, se creó –precisamente luego de una gran inundación en la zona pampeana– una “tasa de infraestructura hídrica” que comenzó a aplicarse sobre la venta de nafta y GNC.
Si bien el decreto 1381 establece claramente que los fondos debían emplearse para el “mantenimiento y servicios de infraestructura hídrica de recuperación de tierras productivas, mitigación de inundaciones en zonas rurales y avenamiento y protección de infraestructura vial y ferroviaria en zonas rurales y periurbanas”, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner destinó la mayor parte de las partidas para financiar obras en el Conurbano bonaerense y represas en la provincia de Santa Cruz.
Con la llegada de Mauricio Macri al gobierno, si bien se reactivaron obras de canalización en la Cuenca del Salado, dejaron de publicarse los datos de recaudación y asignación de recursos provenientes de la “tasa de infraestructura hídrica”, con lo cual desde entonces es un misterio qué sucede con esos fondos.
En cualquier caso, ya sea para lamentar la falta de agua como el exceso de la misma, la constante desde la época de Ameghino es la falta de infraestructura destinada al sector agropecuario argentino a pesar de la elevada y creciente carga tributaria que viene aplicando, década tras década, el Estado.
El agua que ha caído y sigue cayendo es de no creer. Todo inundado en el Partido de Gral Viamonte pic.twitter.com/PkpHaSny6E
— Damian Rodriguez (@elchamaco_1) January 22, 2022
Foto @elchamaco_1