La producción ganadera viene disfrutando de altos precios y esto alimenta a su vez, como cuando vivíamos en medio de la euforia por la soja, a muchas voces que hablan de un “boom ganadero” y ese tipo de cosas. Pero la estadística no les está dando la razón y, por el contrario, desacredita esas fabulaciones. Y hay analistas mucho más serios que suenan antipáticos simplemente porque anticipan que por este sendero vamos camino a una nueva crisis, ya que más pronto que tarde la carne disponible no va a alcanzar para satisfacer tanto la demanda actual del mercado interno y la exportación.
Uno de esos “antipáticos” necesarios es Andrés Costamagna. En un informe publicado en el sitio Ganados y Carnes, anticipó que “el stock ganadero argentino será de menos de 51 millones de cabezas” a fines de 2025, agravando una tendencia de decrecimiento que arrancó en 2020 y no se detiene a pesar de los buenos precios que reciben los productores.
Lo que hace Costamagna todos los años es analizar las cifras de la vacunación contra la fiebre aftosa para estimar los datos probables del stock bovino que cada fin de año emite la Secretaría de Agricultura. “La primera vacunación tiene una correlación altísima con el stock final, de más o menos 98%. O sea que usando el número de lo vacunado, en marzo de cada año, podés estimar con bastante certeza (más o menos 200.000 cabezas de diferencia), el stock final al 31 de diciembre del año corriente”, explicó el analista y directivo de la Sociedad Rural Argentina.
En ese sentido, Costamagna advirtió que “desde el año 2020 a la fecha la vacunación contra la fiebre aftosa mostraba una caída del stock ganadero argentino de 2,6 millones de cabezas”. Eso, con el cálculo realizado hasta fines de 2024.
Ahora, en base a la información de la Primera Vacunación del 2025, “lo que vemos es que la tendencia tiende a agudizarse y el stock no se ha recuperado, sino que ahora el diferencial entre la vacunación 2020 y la vacunación 2025 es de 3.6 millones de cabezas”.
Por el contrario, parece haber una aceleración de esta tendencia al achicamiento del rodeo vacuno, pues la cantidad de animales vacunados cayó en 1,3 millones entre la vacunación de 2024 y la vacunación de 2025.
El estudioso aclaró que la sequía que castigo a la Argentina productiva entre 29022 y 2023 ya no puede ser utilizada como excusa para esta tendencia al achicamiento. “Con lo cual, lo que en realidad estoy queriendo decir es que si seguimos a este ritmo, perdemos stock para abastecer el consumo interno y la exportación”, advirtió.
Lo que ya se permite pronosticar este análisis es que el stock bovino argentino al próximo 31 de Diciembre de 2025 será inferior a 51 millones de cabezas, pues se ubicaría “entre 50,3 millones y 50,7 millones de cabezas”.
Hay varios elementos que se configuran para sostener esta estimación:
- Por un lado, con el cierre de los números de cabezas faenadas en septiembre, “vemos que prácticamente es la misma cantidad de cabezas que las faenadas en 2024, y una 760.000 cabezas menos que en 2023, año de liquidación por sequía”. Por lo tanto, Costamagna avisa que “debemos esperar que la faena de este año sea similar a la del año pasado”.
- Según esta mirada, “la faena seguirá siendo alta, con una tasa de extracción por encima del nivel de equilibrio para la Argentina (25%), ubicándose cerca del 27%”.
- “Para afirmar el diagnostico de la liquidación, en la faena 2025 la participación de las hembras supera el 47%, pero se integra principalmente por hembras jóvenes, vaquillonas, cuando la faena de vacas se ha reducido en su participación”, agrega el analista.
- Y remarca que “el efecto de liquidación post sequía 2023 no ha terminado, y la necesidad de capital para recuperar pasivos generados por la agricultura aún no se han cubierto. Así, la necesidad de hacer caja lleva a no esperar a que las terneras tengan cría y se vuelvan parte de los planteles de cría”.
Para Costamagna, está más que claro que este ritmo no es sostenible y que en algún momento la carne disponible no llegará a satisfacer las demandas combinadas del mercado interno y la exportación. ” O sea que hay que meterle más kilos a cada animal y hay que producir más terneros por vaca. Esa es la idea”, indicó.
Pero nadie parece escucharlo con atención, y mucho menos desde las esferas que pueden llegar a decidir algunas políticas públicas de estímulo a la producción. Las voces que hablan de un momento maravilloso para la ganadería hacen mucha más bulla que estos diagnósticos crudos, aunque sean estos los que tienen la razón.