Semanas atrás la empresa jujeña Ledesma finalizó su zafra 2020 con una producción de 342 mil toneladas de azúcar física, lo que representa un crecimiento del 5% respecto a la temporada del año anterior.
En este período, la firma molió alrededor de 3,6 millones de toneladas de caña de azúcar, de las cuales casi tres millones fueron toneladas propias, y 600 mil de cañeros independientes.
A su vez, la producción estimada de alcohol fue de 80 millones de litros y Ledesma decidió reconvertir una parte del bioetanol que había producido para destinarla a alcohol farmacéutico, para colaborar en el abastecimiento de insumos sanitarios a la población en el marco de la pandemia.
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Así, la producción de alcohol quedó en 15 millones de litros y la de bioetanol en 65 millones.
A su vez, para 2021 Ledesma anunció que planea inversiones por más de 10 millones de dólares para el fortalecimiento de su producción de energía renovable -que abastece la mitad de la energía que utiliza la empresa en sus procesos productivos- y la innovación tecnológica.
Continuando con la agroindustria, esta semana se espera una nueva reunión entre el Consejo Agroindustrial y el gabinete económico encabezado por Martín Guzmán. En este contexto la industria aceitera -que tiene a Gustavo Idígoras en la mesa de negociaciones con el gobierno- remarca el fuerte retroceso que experimentó el sector durante el último año.
Según las proyecciones, la molienda de soja en Argentina durante 2020 cerrará en 38,4 millones de toneladas, lo que la convierte en el registro más bajo de los últimos seis años, de acuerdo a estimaciones elaboradas por la consultora Agritrend.
En línea generales, la industria exhibe una capacidad ociosa del 55%, situación que recortará el ingreso de divisas de este año en 2.700 millones de dólares y de recaudación fiscal en 750 millones, según ese análisis.
Finalmente, se profundiza el reclamo del Banco Nación contra Vicentin.
Concretamente, el banco que preside Eduardo Hecker, acaba de terminar un informe donde, según argumenta, quedaron expuestas “inconsistencias contables” por parte de la compañía aceitera que ingresó en default en diciembre de 2019, hace casi un año.
La lupa sigue puesta en el balance 2019, que se conoció hace muy pocos meses. En el informe, el Banco Nación cuestiona aspectos que la empresa señaló como motivos para su caída en desgracia, como una sequía en 2018 y la devaluación, entre otros factores.
Según el reporte, el Banco Nación también detectó “marcadas inconsistencias” a nivel contable. Al respecto, indicó: “Mientras que en la información suministrada inicialmente en el balance de sumas y saldos sobre el ejercicio 2019 había mostrado un impacto limitado de sólo 1.900 millones de dólares, en el balance definitivo la pérdida fue de 52.000 millones”.
Por su parte el concurso de acreedores sigue sin mostrar novedades y las causas penales continúan en la etapa de investigación, en paralelo el nuevo directorio insiste que el próximo año buscarán salir del concurso de la mano de un acreedor de capitales nacionales.