La presentación de Vicentin para entrar en concurso de acreedores no fue ni por asomo el fin de una historia que sigue dando material. Mientras los plazos de la justicia comercial se dilatan por la cuarentena obligatoria, en la Cámara de Diputados de Santa Fe se conformó una comisión especial para seguir de cerca el caso.
En este marco, el miércoles un grupo de diputados encabezado por Luis Rubeo, titular de esa comisión, se entrevistará con el juez de la causa y los intendentes de Reconquista y Avellaneda, ciudades del norte provincial donde nació Vicentin. Los legisladores buscan contar con copias de todo lo actuado en la causa hasta el momento e insisten que se debe investigar el default con mayor profundidad. Recordemos que en diciembre pasado la aceitera se declaró en estado de estrés financiero. En ese momento tenía deudas por unos 1.400 millones de dólares, de los cuales al menos 400 millones eran con sus proveedores de granos, la mayoría de ellos de Santa Fe.
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Mientras tanto, en el senado de la Nación todavía está por tratarse un proyecto de ley que fue presentado por un grupo de legisladores del Frente de Todos, con Oscar Parrilli a la cabeza, para crear una Comisión Bicameral que pretende investigar las presuntas irregularidades en la relación crediticia de la empresa agroexportadora con el Banco Nación durante la gestión de Javier González Fraga. En el caso de la entidad oficial, se estima que Vicentín acumuló créditos impagos por unos 180 millones de dólares.
Durante la última semana, también asociada al default de Vicentin, llegó una novedosa manera de hacer negocios. En algo inédito en el sector la firma bonaerense ALS le propone a los productores pagar hasta un 40% de sus compras de insumos con las acreencias que tienen con la agroexportadora a la que le vendieron granos. De esta manera los agricultores logran descontar parte de su deuda y obtienen insumos a cambio.
Quizás también lo más llamativo es que la empresa de fertilizantes prevé contar con la espalda financiera suficiente para esperar a cobrar las deudas durante un año o más, que es cuando comenzaría resolverse el concurso de acreedores. Según explican los dueños de la firma de insumos, es una manera de hacerse conocidos en el sector y que los productores prueben sus fertilizantes.
Lo cierto es que esta iniciativa enseguida levantó suspicacias en el sector porque no son pocos los que sospechan que Vicentin puede estar detrás de esta movida. Pero desde la cerealera dicen que solo es un acuerdo entre privados y que nada tienen que ver.
Otra relacionada al negocio de los agroinsumos, pero no por levantar sospechas sino más bien expectativas, es la rosarina Bioheuris. Esta startup nacida en la ciudad de Rosario y dedicada al desarrollo de sistemas de control de malezas, avanza a paso firme en sus líneas de I+D en edición génica para los cultivos de soja, sorgo y alfalfa.
Carlos Pérez, director de Estrategia de la compañía, destaca que actualmente las malezas resistentes causan pérdidas de hasta el 50% de rendimiento en algunos cultivos. En este marco, Bioheuris trabaja en la combinación de líneas elite de semillas y tecnologías de resistencia a herbicidas con el objetivo de desarrollar sistemas de control de malezas.
El eje de la empresa está puesto en fomentar planteos agrícolas más sustentables sin perder productividad. Con la edición génica como aliada prometen un manejo de malezas más eficiente y reduciendo el uso de herbicidas.
Si bien la firma argentina por el momento no cuenta con un producto terminado, espera en el corto plazo comenzar a ofrecer su sistema de control de malezas. “Estamos convencidos que el futuro está de la mano de la edición génica, tenemos a nuestro favor los costos y la velocidad de las investigaciones”.
“Mientras producir un transgénico tiene un costo de alrededor de 100 millones de dólares a lo largo de 12-15 años de desarrollo, la edición génica puede tener un costo de alrededor de unos 10 millones y 8 años de desarrollo. El futuro es muy promisorio y Bioheuris apunta a ser líder en este segmento”, cuentan desde la firma.