Adrián Orio, dirían hoy los pibes, es “todo lo que está bien”.
Ingeniero agrónomo de Lincoln, un día decidió que debía emprender algo propio. Lo ayudó su esposa, que es pediatra pero trabaja a la par. Su segundo razonamiento fue que debía agregar valor a algo que ya conocía: los granos. Se puso a estudiar qué opciones tenía y se definió por los huevos, porque descubrió que muchos de los vecinos de su ciudad compraban los que venían de muchos kilómetros de distancia. Cuando notó que no tenía luz eléctrica en el pequeño campo que había adquirido, montó paneles solares y hasta un molino de viento que también genera energía. Cuando supo que el agua no era de buena calidad, instaló una planta de ósmosis inversa.
La Granja Avícola Lincoln está ubicada a 12 kilómetros de la ciudad, en la llamada zona de chacaras. Una bandera argentina luce orgullosa. Los galpones con ponedoras, relucientes, fueron construidos a medida que el proyecto iba creciendo. Dentro de una sala, dos mujeres se ocupan de seleccionar los huevos por tamaño, los limpian de ser necesario, y los ordenan en cajas de dos tamaños, los maples y las tradicionales hueveras de seis unidades. Adrián se dio cuenta de que algo faltaba y diseñó una coqueta etiqueta que rodea esa caja y la hace notar. Los vecinos de Lincoln empezaron a reconocer muy pronto los huevos de su propia localidad. Han pasado solo cinco años y Orio ya abastece de huevos a la mitad de los vecinos de su ciudad.
-Vos sos agrónomo y todavía trabajabas asesorando campos de terceros. ¿Cuándo fue que dijiste ‘me voy a meter en este quilombo’?
-Ya hace cinco años decidimos con la familia emprender algo propio. Teníamos un amigo que estaba en este tema y como que fue un poquito el impulsor para incorporarnos en el negocio del huevo. Primero dudamos entre producir cerdos o ponedoras, pero por una cuestión de inversión nos decidimos por lo segundo. La chacra se compra en el año 2015 y en 2017, el 23 de junio, empezamos a ingresar en las primeras ponedoras.
-Es una fracción pequeña. ¿Eso te obligaba a hacer algo intensivo?
–Sí, son 26 hectáreas porque todas las chacras en la zona son de 26 hectáreas. El emprendimiento avícola ocupa tres hectárea y media.
-¿En el resto producís los granos que luego utilizas de alimento para poder agregar valor acá?
–Exacto. Yo siempre digo que las tecnología de proceso me fascinan. O sea, hay que sembrar el maíz, cosechar el maíz, molerlo para las gallinas, dárselo de comer a las gallinas, producir el huevo y ver el huevo, al final, en la góndola.
Dicho de otro modo, Orio está cubriendo toda la cadena en veintipico de hectáreas.
Mirá la entrevista:
Adrián, como contó, siembra el maíz, que es el insumo básico para el balanceado que las gallinas comen mientras producen los huevos. También hace algunas hectáreas de soja, porque necesita proteína. En ese caso, entrega el grano a una aceitera cercana, que le devuelve el expeler luego de extraer el aceite. “El resto lo compro, porque es calcio que no lo puedo producir o expeler de girasol, que tampoco puedo producir”, cuenta, como lamentándose de esa imposibilidad.
-¿Y cómo hiciste si acá no había luz? ¿Por eso los paneles que tenemos acá atrás?
–Exacto. Arranqué con pocos paneles y fui aprendiendo porque no es fácil, tiene su parte cultural. Cuando hay pronósticos de lluvia, por ejemplo, y se vienen varios días seguidos nublados, tengo que lograr moler antes para tener alimento disponible. Básicamente los paneles alimentan además del circuito de galpones, la vivienda del encargado y la planta que hace el alimento balanceado. Además de esta cinta transportadora (nos muestra un caño aéreo que lleva el alimento hasta los galpones).
Adrián tiene una reserva integrada por baterías que se cargan con la energía del sol y le dan autonomía para varios días. Incluso mueve con energía solar otra pequeña planta para el tratamiento del agua que extrae con una bomba. “No tenemos la mejor agua en la zona y ahí incorporamos un equipo de ósmosis inversa para darle agua de calidad a las gallinas”, relata. Y prosigue: “Lo que pasa es que cuando tenés un período, como ahora que hace dos o tres meses que no llueve, la concentración de sales es muy alta y les provocaba diarrea”. La máquina de ósmosis inversa lo que hace es purificar el agua y bajar el contenido de sal.
-Te pusiste a experimentar de lo lindo- apuntamos, señalando también un pequeño molino de viento que también tiene un pequeño generador de electricidad.
-Desde el arranque. Hay un montón de gente que me pregunta por esto y la verdad que funciona muy bien. Estoy contento. Ahora lo estamos ampliando un poquito más, así que de a poco se va creciendo- nos responde, señalando su pequeño parque de paneles solares.
-¿Con cuántas ponedoras trabajás?
-Son cinco galpones, pero tenemos ocupados dos y medio con 20.000 gallinas. Estamos sacando 12.000 huevos. La semana que viene empiezan a producir unas 3.000 gallinas nuevas, así que vamos a andar cerca de los 15.000 huevos diarios. Ese huevo se cosecha el 70% a la mañana y el otro 30% se recolecta la tarde. Y bueno, eso es lo que vendemos al otro día.
-¿Y dónde los venden?
-El mercado mío es Lincoln. Siempre el objetivo fue abastecer la zona, la demanda local.
-¿No había nada antes?
-Hay productores, pero la mayoría del huevo que se consumía en Lincoln venía de los mercados centrales, tanto de Rosario como de Buenos Aires. Hoy el 50% del huevo que se consume en Lincoln es mío y también abastecemos los pueblos hacia el sur del partido General Pinto. Y bueno, la idea es de a poquito ir ganando mercado.
-¿Es una suerte de compre local o kilómetro cero?
-Eso fue algo bueno que hizo el el gobierno municipal que dio un impulso a todo lo que es compra local con todos los productos. Impulsó un montón de productos que se hacen localmente para que lleguen a la góndola. Este huevo recorrió 12 kilómetros. En cambio, el que trae el distribuidor de fruta y verdura a Lincoln hizo 300 kilómetros desde el Mercado Central, más otros 300 kilómetros porque la mayoría del huevo llega de Entre Ríos. Entonces recorrió 600 kilómetros e hizo una emisión de dióxido de carbono de 600 kilómetros. La idea es que la gente tome consciencia.
-Además del movimiento económico que genera en la zona. Porque finalmente esto es una pequeña agroindustria.
-Sí. Hay gente que trabaja acá y cuando vas creciendo podés incorporar más cantidad de gente. Esto es una cadena. Lo que estamos tratando de lograr es que la gente tome consciencia que comprando huevos locales no estamos dañando tanto el ambiente pues se genera menos huella de carbono.
Y todo con energías renovables. Y con maíz que también se produce en el mismo lugar. Y con mano de obra loca. Y no es todo, porque además una vez por semana, cuando se limpian los galpones de gallinas, el guano que se retira abastece una suerte de compostaje. El resultado es un biofertilizante que se esparce en los propios campos que siembra Orio, en un circulo cerrado, economía circular. “Creo que con el tiempo vamos a hacer un menor uso de fertilizantes químicos reemplazándolo con algo natural”, arriesga Adrián.
-¿Hay algo que se te escape?
-La mayoría de cosas se hacen acá. Pero tenemos una empresa seria que nos provee tanto de la gallina, como del núcleo, donde están todas las vitaminas, todos los aminoácidos.
-Te iba a preguntar eso. En un momento dijiste ‘llegó un nuevo lote de gallinas’. ¿Desde dónde llegó? ¿Importan las gallinas?
-Sí. Yo compro la gallina re criada de Feller, que está en Crespo, Entre Ríos. Son los que me proveen hoy las gallinas. Dentro de poquito me van a proveer solo del pollito BB, porque la granja va a engordar su propia gallina. Pero la genética que la hagan los que saben. Yo soy productivista, sé producir, me gusta producir.
Adrián luce incansable. Siempre tiene algo nuevo que mejorar y emprender. Dice que la mayoría de las ideas para seguir innovando se le ocurren cuando está cortando el pasto.
Solo felicitarlo y consultar si el proximo paso es poner las gallinas a campo y si los insumos de las gallinas son libres de fertilizantes y agentes quimicos. Para futuro seria genial y saber el balance de un sistema y otro
Cuanta gente ya iso esto desde el 60 hasta el 85 y 90 donde se fundieron miles y miles de productores en la zona de entre ríos.
Todos los pueblos cercanos a crespo
Perdieron casas campos novillos apostando a la gallina.
Cuantas fabricas de alimentos cerraron
Darle de comer a las gallinas son valores billonarios y todos los días.
si el precio no acompaña o no tenes buena postura te fundis en muy poco tiempo.
Se monopolizo con grandes granjas como (feller grupo mota) y otras granjas producen masivamente imposible de competir en precios y calidad.
El huevo sale todo los días no lo podes guardar ni especular una suba.
. Y el guano siempre se uso y se utilizo en los campos como abono . Para el que sabe es un abono muy fuerte.
Pero para todo eso tenes que tener gente que junte ,maquinaria para desparramar.
Desde Puerto Rico, que siga adelante el negocio del huevo se vende solo y todos los días eso es alimento y las personas lo usan a diario ,no te quites Adrián te felicito.