Matías Weresczuk y Javier Obyszuk son dos jóvenes misioneros vinculados por la familia (son primos) y por las ganas de emprender.
Ambos son productores de yerba mate y té en Oberá, la capital nacional del inmigrante, y un buen día de 2016 al dinero que les quedó de la cosecha de sus tradicionales infusiones decidieron reinvertirlos en el montaje de una fábrica de aceite de Tung. La industrialización de esta particular nuez había dejado de existir cerca de 2010, lo que derivó en que muchos productores de Misiones comenzaron a desatender sus plantaciones. Había materia prima pero nadie que la procesara.
Del tung se extrae un aceite no apto para consumo humano pero de grandes cualidades para la industria. El aceite que ambos primos producen lo venden con la marca Kyra al por menor en el mercado interno y todo lo que les ingresa por la comercialización del producto lo reinvierten en el desarrollo de la propia empresa.
Del árbol de Tung, que crece sólo en China y -como la yerba mate- en zonas de Paraguay, Misiones y Brasil, se extrae una nuez que se procesa y cuyo aceite sirve para trabajar la madera como si fuese un barniz, pero de origen vegetal.
“Lo que ofrecemos es algo totalmente ecológico”, explicó Werecszuk a Bichos de campo. La pequeña fábrica hoy produce entre 2.000 y 2.500 litros al año, aunque esperan ir creciendo con el sueñoo de alcanzar los niveles que supo tener esta actividad cuando se lograban producir hasta cientos de miles de litros. El aceite de tung, en aquel momento, era muy utilizado por la industria naval.
Escuchá la entrevista a Matías Weresczuk.
“La fábrica la arrancamos de cero. Estuvimos averiguando por maquinaria de las viejas de fábricas cerradas, pero eran de un tamaño mayor al que necesitábamos”, contó el emprendedor. Tuvieron que recorrer mucho para conseguir los fierros necesarios para su proyecto, hasta que pudieron adaptar una prensa de soja para la molienda de la nuez.
“Nuestra limitante es la poca cantidad de plantaciones que hay. Desde que se siembra hasta que la planta da producción tiene un lapso de 5 años y por eso desde 2018 hicimos plantaciones propias y de productores que se iban convenciendo del proyecto. Pero todavía no están en producción, eso lo esperamos para dentro de 2 o 3 años”, contó Matías.
Mientras tanto se manejan con las cosechas de los agricultores que lograron convencer tras el cierre de las últimas fábricas. “En su momento los productores quedaron sin cobrar la materia prima y por eso no nos creían que les íbamos a pagar. Con algunos hubo un proceso de hasta 2 años, hasta que los convencimos porque vieron que les pagábamos”, explicó el productor y ahora industrial del Tung.
La cosecha de Tung es en forma manual, pero Werecszuk y su primo están buscando la forma de mecanizarla. “Nunca se intentó hacer una máquina y ese es uno de los grandes desafíos que tenemos. Para el año que viene tenemos pensados comenzar a desarrollar unos prototipos, pero no es tarea difícil debido a las irregularidades del terreno”.