En el norte argentino el abigeato es moneda corriente y en algunos casos viene acompañado con niveles de violencia más que preocupantes.
“Es una banda grande que anda armada y opera en la región que se volvió una zona roja en cuanto a robos y que abarca a localidades como Machagai Qutilipi, Sáenz Peña o Villa Berthet”, contó el productor Antonio Barrios, quien hace pocos días sufrió la carneada de cinco terneras que eran “la mejorcitas que estaba dejando para madre” indicó.
En apenas un rato, este pequeño productor perdió nada menos que el 5% de sus existencias ganaderas, ya que en el campo que alquila en Quitilipi hay 100 animales, entre toros, vacas, vaquillonas y terneros. Si se estima un valor de las terneras en 50.000 pesos, se esfumaron nada menos que 250.000 pesos.
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En su caso el robo no llegó a concretarse porque los delincuentes advirtieron la presencia del peón de un campo vecino y decidieron fugarse dejando la carne tirada. Era uno de esos días donde la ola de calor del verano se hacía notar con temperaturas que superaban los 40 grados.
“Vino la policía y se llevó la carne, me la entregaron a la noche, pero que voy a hacer yo con las medias reses, no tengo donde ponerlas, se me pudrió todo”, se lamentó Barrios.
El abigeato en la zona tiene varias causas. Una de ellas tiene seguramente tiene que ver con el altísimo nivel de pobreza que tiene el país y en particular el norte argentino, pero dice Barrios que también se relaciona con la falta de accionar judicial.
“Falta más justicia, acá el que robó hoy, mañana sale. No me quejo de la policía, pero como me dijo uno: ‘nosotros lo entregamos al fiscal y al otro día están afuera’. Nadie queda preso y mientras tanto estamos abandonados. Intentamos cuidar lo nuestro, pero no podemos andar día y noche y menos en mi caso, ya que el campo no tiene casa. Así que tengo que volver al pueblo después de trabajar todo el día, donde está mi familia”.