El ministro de Seguridad Aníbal Fernández difundió una desinformación relativa al “pase” de Matías Lestani a las filas del gobierno de Alberto Fernández y generó un gran revuelo en redes sociales.
El funcionario compartió un artículo publicado por El Cronista, titulado “Gesto del gobierno hacia el campo: un técnico de la Mesa de Enlace será el nuevo secretario de Agricultura”, el cual, por cierto, no carece de inexactitudes.
Un técnico de la Mesa de Enlace será el nuevo Secretario de Agricultura. https://t.co/aV9sop8G05
— Aníbal Fernández (@FernandezAnibal) January 6, 2022
Primero, porque Matías Lestani no era un técnico de la Comisión de Enlace Agropecuaria, sino de una de las cuatro instituciones que la conforman (CRA), que no es lo mismo.
Segundo porque, lejos de tratarse de un “gesto del gobierno hacia el campo”, en realidad se trataría más de una “tocada de traste fenomenal”, porque en pocos días más el gobierno se prepara para aplicar un incremento indirecto de los derechos de exportación en cereales –a través de un fideicomiso– y la nueva intervención será avalada por un funcionario que algunas horas atrás supuestamente representaba los intereses de una entidad agropecuaria.
De todas maneras, se trata del “título” que probablemente estuvo buscando Cristina Fernández de Kirchner cuando decidió recurrir a los servicios de Julián Domínguez como ministro de Agricultura, quien posee un enorme capital político para desgastar al adversario hasta cansarlo y marearlo.
La “movida” de Domínguez, tal como anticipó Bichos de Campo, tiene como objetivo neutralizar al agro por medio de la cooptación de voluntades y la división. Se trata de una estrategia que, si bien es tan antigua como la humanidad misma, sigue más vigente que nunca.
¿Por qué es tan importante el título en cuestión? Porque para la mayor parte de la ciudadanía, que no tiene porqué conocer los detalles de la política agropecuaria y los problemas presentes en el campo, el hecho de que alguien de la “Mesa de Enlace” pase a formar parte del gobierno implica entender que algunos productores están de acuerdo con la actual política del gobierno nacional, cuando en los hechos eso claramente no ocurre.
CRA, por medio de un comunicado, intentó neutralizar el “golpe” veraniego que representó el “pase” de Lestani, el cual, en términos políticos, es tan dañino como el “golpe” de calor que está quemando los cultivos en buena parte de las regiones agrícolas argentinas (que son las divisas que faltarán en 2022).
Cuando se observa la situación presente en Brasil, donde una sola entidad nacional (CNA) representa los intereses de todos los productores agropecuarios, quienes desde 2018 la financian de manera voluntaria (antes de esa fecha los aportes eran obligatorios), entonces puede advertirse la brutal diferencia con la situación presente en la Argentina.
La Confederação da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA) tiene, por mencionar solamente algunos números, 219 representantes del agro en ministerios, agencias e instituciones públicas, quienes, además de monitorear el “clima” presente en el gobierno de turno, promueven la implementación de políticas propicias para el desarrollo del agro.
La dirigencia que forma parte de la estructura local, regional y nacional de la CNA es también un “semillero” de funcionarios, tal como es el caso, por ejemplo, de la actual ministra de Agricultura, Tereza Cristina Correa da Costa Dias, quien proviene de las filas de la Federação da Agricultura e Pecuária de Mato Grosso do Sul (Famasul).
Si hacemos un poco de historia, el surgimiento de la “Mesa de Enlace” en 2008 ni siquiera fue un movimiento proactivo, dado que se trató de una acción “reactiva” para conferir una voz institucional a las múltiples movilizaciones espontáneas de productores, trabajadores del agro y vecinos de pueblos que habían decidido cortar las rutas para frenar un impuestazo que era una suerte de confiscación tácita de los ingresos de las empresas agrícolas.
Desde entonces, la “Mesa de Enlace”, con diferentes altibajos, quedó instaurada como la representación formal de los intereses del agro argentino, aunque esa tarea no pueda ser siempre cumplida por falta de presupuesto, visión y, porqué no, en algunos casos también escrúpulos.