El Circulo de Periodistas Agropecuarios de la provincia de Córdoba (CIPAG) expresó en un breve comunicado su repudio al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, por el modo en que contestó a una sencilla pregunta del colega de Río Cuarto, Germán Tinari, durante una visita el viernes -junto al jefe de Gabinete Juan Manzur y al dueño del grupo AGD Roberto Urquía- a la planta de bio4 en Córdoba.
Tinari preguntó lo que queremos preguntar todos los periodistas especializados en el país: ¿Ministro, qué va a pasar con el cepo? Domínguez, lejos de su estilo, perdió los modos franela que tanto lo caracterizan y agredió gratuitamente al periodista: “Su pregunta no era seria”, le espetó.
Ministro, perdón que digamos lo que le vamos a decir. Para Bichos de Campo la que no es serie fue su respuesta.
Hubiera sido mucho más sano que Domínguez contestara con la verdad ante la pregunta.
-¿Ministro, qué va a pasar con el cepo?
-No sepo.
Ha sido recontra pertinente la pregunta del colega cordobés; es la misma que haríamos nosotros en caso de tener la chance de cruzarnos con el ministro Domínguez en un acto público o en una conferencia de prensa. Sucede que faltan menos de dos meses para que -el 31 de diciembre- termine la vigencia de una serie de reglamentaciones del gobierno y que han generado un sistema de prohibiciones y de cupos que constituyen un cepo a la exportación de carne vacuna, como el que ya rigió entre 2006 y 2015 y que tanto daño le provocó a la ganadería.
Veamos: hasta el 31 de diciembre está vigente la prohibición de exportar siete cortes vacunos hacia cualquier destino, entre ellos el asado y el vacío. También en esa fecha operaría el vencimiento del sistema de cupos al 50% que se estableció en junio y que ya se prorrogó en dos ocasiones, pues originalmente vencía el 31 de agosto y luego el 31 de octubre. Además el propio Domínguez creó un nuevo cupo de exportación para la carne de vaca conserva, que también se anunció en principio hasta fin de año. Adicionalmente hay una tercera cuota de exportación de carne kosher para Israel. Lo único de continúa “liberado” es la Cuota Hilton, la cuota americana, la 481 y otros contingentes arancelarios.
¿Es cepo? No sepo.
Hay un montón de definiciones en el diccionario sobre la palabra “cepo”, desde el artefacto que se coloca en la rueda de los autos, a una trampa para animales, a un elemento de tortura. Todas ellas hablan de inmovilizar, de sujetar. Al ministro Domínguez no le gusta que se utilice dicho vocablo para definir este conjunto de restricciones al libre comercio, pues -y algo de razón tiene- el negocio de la carne vacuna ha seguido fluyendo, mal o bien, y los volúmenes se exportación se han ido acrecentando con el correr del segundo semestre del año.
“El mes pasado se han exportado 50 mil toneladas”, le llegó a decir el funcionario al colega Tinari y tiene razón. A través de una cuota o la otra, se está exportando bastante bien, y los volúmenes solo se han achicado cerca del 15% respecto de los valores récord a los que habían llegado en 2020. Es decir que no hubo un freno. El cepo, en este caso, no alcanzó para inmovilizar a nadie.
Incluso en dinero contante y sonante los frigoríficos exportadores -que son solo 60, pero de los cuales solo 20 manejan el 80% o más de los cupos- las exportaciones de carne de los últimos meses son tan importantes e incluso superiores a las del año pasado. Y es que los precios han subido casi 25% en relación al año anterior. Esa suba compensó con creces a los frigoríficos los menores volúmenes enviados al extranjero.
En este contexto, Domínguez no quiere oír hablar de cepo. Y mucho menos quiere que le pregunten. Para él, las exportaciones están prácticamente liberadas, pues la gran cantidad de cupos habilitados ha logrado casi emparejar la estadística y hasta se han incrementado los ingresos de los frigoríficos.
Le recordamos al ministro que cuando Néstor Kirchner, el estadista, cerró las exportaciones de carne vacuna en marzo de 2006 y luego entronizó a Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray para administrar un sistema de cupos parecido al actual, al principio hubo récords de producción, con picos en 2009. Pero en 2010 la carne subió 100%, cuando todos nos dimos cuenta de que los productores ganaderos habían estado liquidando sus stocks porque no estaban claras las reglas de juego y porque a ellos no les llegaban las mieles de la exportación. Por el contrario, en ese momento una vaca costaba menos que un par de zapatos.
Es lo mismo que sucede ahora: Por ahora el cepo exportador -o si Domínguez prefiere “el complejo andamiaje que ha instrumentado el gobierno nacional para controlar las exportaciones de carne vacuna”- está impidiendo que los mejores precios internacionales de la carne lleguen al productor, pues hasta aquí ha actuado desacoplando lo que sucede en el mercado internacional de lo que pasa aquí adentro. Afuera la carne argentina sub 25%. Aquí dentro baja un 2%. El productor la ve pasar y otros embolsan la diferencia.
¿No es cepo? Bueno, pero es una estafa grande como una casa. De hecho, en una repetición de lo que sucedió en 2006/2009, ni siquiera se conoce a ciencia cierta quiénes son los frigoríficos que pueden seguir exportando carne gracias a los permisos otorgados por funcionarios del gobierno. Bichos de Campo ha presentado un pedido de acceso a la información pública justamente para que la cartera conducida por Domínguez informe el listado de DJREC (Declaraciones Juradas de Exportación de Carnes) se han autorizado desde que comenzaron las restricciones.
Lo peor de este escenario es que nadie sabe qué va a suceder con este sistema a partir de su vencimiento proyectado el 31 de diciembre. ¿Seguirá? ¿Se desmantelará como prometió el propio Domínguez? ¿De qué depende? ¿Cuál ha sido la evaluación oficial sobre los resultados de las restricciones? ¿Quién decide al respecto?
Los ganaderos no tienen idea de qué va a pasar luego del 31 de diciembre. Tampoco los periodistas que, como Tinari, tienen la obligación de preguntar. ¿Pero lo sabrá Domínguez?
Lo más probable es que tampoco el funcionario lo sepa, porque la decisión no ha sido tomada todavía, porque no se tomará en función de análisis técnicos, porque dependerá del escenario político que surja a partir de la elección legislativa del próximo domingo. Y porque ni Domínguez y acaso tampoco el jefe de Gabinete Manzur parecen estar muy firmes en sus puestos a pesar de su reciente y fulgurante ingreso al gobierno de Alberto y Cristina.
Por eso hubiera sido mucho más sano que el diálogo entre el ministro de Agricultura y el colega cordobés hubiera sido el que sigue:
-Ministro, ¿va a continuar el cepo a la carne?
-No sepo. Ypi lapa veperdapa espe quepe nopo sepe napadapa depe lopo quepe vapa apa supuceperdepr elpe lupunespe quepe viepenepe.