La voz de alerta surgió de Juan Uccelli, un consultor muy atento a lo que sucede en la actividad porcina. Avisó en sus redes sociales que “en julio se cayeron las exportaciones al valor más bajo de los últimos 24 meses”. Las ventas externas de carne porcina comenzaron a tallar recién a partir de 2018. Desde ahí que no paraban de crecer. Hasta ahora.
Anticipando los datos oficiales, Uccelli también informó que en el séptimo mes de 2021 también bajó “un poco” el ritmo de crecimiento de la producción porcina, pero aun así “tenemos más del 6,6% de cabezas que el año 2020 y un 6,2% más de toneladas producidas”. Bravo.
Pero el dato preocupante es que las exportaciones de carne porcina literalmente se desplomaron, porque bajaron de más de 6000 toneladas en junio de 2020 a poco más de 1000 toneladas el mes pasado.
¿Qué hizo que las ventas externas, que venían con gran impulso, se derrumbaran de manera tan drástica? La respuesta es (nuevamente) China. Los importadores de la nación asiática, de un día para el otro, interrumpieron las compras y, como la mayor parte de los envíos se destinan a ese mercado, entonces el negocio se esfumó para mostrar con toda claridad las bases endebles sobre las cuales se erige.
Si bien la “jugada” de los chinos perjudicó de manera considerable a la Argentina, no se trataría, en principio, de algo particular contra el país, sino una estrategia (empleada de manera recurrente con las compras de carne vacuna) orientada a “enfriar” el mercado para intentar desacelerar los precios de importación. Algo así como un método “no convencional” para bajar a mazazos la inflación a costa, claro, de los sufridos pero dependientes proveedores.
En ese sentido, desde comienzos del presente mes de agosto las autoridades chinas suspendieron los envíos de productos cárnicos porcinos elaborados en la planta industrial que BRF tiene en Lucas do Rio Verde (Mato Grosso). ¿El motivo? Un supuesto problema en el empaque. Como es usual en estos casos, se realizan gestiones diplomáticas para rehabilitar a la planta suspendida, algo que sucede solamente cuando los chinos lo disponen. Y nadie se queja mucho porque lo último que quieren es hacer enojar al primer comprador mundial de proteínas cárnicas.
Por suerte, frente a la “decepción” china, está el mercado interno argentino, que en el primer semestre de 2021 registró un consumo aparente promedio de 15 kilos por habitante/año, un nivel 8% superior al del mismo período de 2020, y todo indicaba que el resto del año iba a marcar un récord hasta que el gobierno nacional decidió intervenir el mercado de carne vacuna para promover una mayor oferta interna de ese producto. Ahora habrá que ver cómo termina la “película”.