“Los ministros Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Luis Basterra ( Agricultura, Ganadería y Pesca), junto a representantes de los sectores del campo y de la industria de la carne, brindarán una conferencia de prensa al término de la reunión que mantienen en este momento en Casa de Gobierno”, informaban los voceros de la Casa Rosada mientras se desarrollaba la reunión encabezada por el presidente Alberto Fernández, con integrantes de toda la cadena de ganados y carnes.
En esa reunión, quedó claro que no era tal el “acuerdo” que había venido anunciando el gobierno sino la imposición de una serie de medidas que todo el sector privado critica a viva voz. Por eso, cuando finalmente comenzó la conferencia de prensa, los dos funcionarios aparecieron solos.
Kulfas y Basterra, desde esa soledad, anunciaron que se había firmado un decreto disponiendo que las exportaciones de carne iban a ser cuotificadas hasta fines de agosto para achicarlas un 50% y así volcar más carne al mercado doméstico, con la improbable esperanza de que esa sobreoferta haga bajar los precios internos del alimento. Nadie en el sector privado piensa que eso vaya a suceder y, en cambio, se considera que el cepo exportador perjudicará a los productores sin beneficiar al consumidor.
Parece mentira que en el gobierno algunos se ilusionaran con que fuera posible la fotografía de la Mesa de Enlace convalidando estos anuncios. Ni bien se levantó la reunión, algunos dirigentes fueron invitados a participar de los anuncios, pero se negaron con elegancia.
En cambio, Carlos Iannizzotto (Coninagro), Carlos Achetoni (Federación Agraria), Nicolás Pino (Sociedad Rural Argentina) y Jorge Chemes (CRA), aprovecharon el momento para sacarse una colección de fotografías de la nueva Mesa de Enlace dentro de los suntuosos pasillos y salones de la Casa Rosada. Quizás imaginaron que la extrañarán, pues no volverá durante un largo rato si se desencadena, como todo hace presuponer, una nueva escalada del extenso conflicto entre el kirchnerismo y las entidades agropecuarias.
Fuera del edificio estatal, los dirigentes rurales comenzaron a vapulear este cepo a las exportaciones de carne.
Para intentar el montaje de un acuerdo, a la reunión organizada por Kulfas (que cursó las primeras invitaciones por mensajitos de celular) fueron convocados casi todos los actores posibles, aunque faltaban representantes de la industria frigorífica “consumera” y de los matarifes, dos actores claves en el abasto de carne a la población. Pero estaban además de los dirigentes rurales José Martins (Consejo Agroindustrial Argentino), Juan José Grigera Naon (Instituto de Promoción de Carne Vacuna), Dardo Chiesa (Mesa Nacional de Carnes), Juan Eiras (Cámara Argentina de Feedlot), Alberto Fantini (Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados), y Mario Ravettino (Consorcio ABC). Ninguno de ellos aceptó sentarse junto a los funcionarios.
Con diplomacia Martins y Chiesa -integrantes del Consejo Agroindustrial que hace veinte días le pidió a Alberto intervenir en las negociaciones y solo fue convocado a estos anuncios, permanecieron entremezclados en la platea, como si fueran periodistas. Con ellos prometió Kulfas comenzar a discutir un Plan Ganadero que el gobierno había anticipado toda la semana para hoy, pero que al final ni siquiera tenía redactado. Se creó una comisión para hacerlo en los próximos 30 días.
Vayan y den la cara, parece haberles dicho a sus dos ministros el presidente Fernández. La soledad del poder, deben haber sentido Kulfas y Basterra. Sobre todo éste último, que también ha sido un convidado de piedra en las negociaciones entre el titular de Desarrollo Productivo, la secretaria Paula Español, y los grandes popes del Consorcio ABC.
Este grupo de frigoríficos exportadores, como se presuponía, es el únicos que parecen haber salido acordando algo de este tramo de conversaciones con el gobierno, ya que Kulfas anunció también que se reestablecería la provisión de cortes más baratos en las cadenas de supermercados, que son aportador por los socios del Consorcio ABC. No se establecieron los volúmenes, que habían sido fijados en 8.000 toneladas mensuales en abril, antes de que comenzaran a recortarles los embarques.
Pero ni Mario Ravettino -que se sentó en todas las negociaciones, con todos los gobiernos- aceptó esta vez sentarse junto a los ministros a la hora de los anuncios.
Anuncios que no fueron fruto de un acuerdo. Porque nadie del sector privado parece estar de acuerdo con ellos.