Mary Perretti sostiene la máscara con una mano y la soldadora con la otra. “Ya me compré varias que se tienen solas pero se me rompen”, dice a modo de saludo y entre risas. “Me tengo que arreglar así”.
Estamos en el taller de maquinaria agrícola que Mary comparte con Esteban, su pareja, donde arreglan “fierros grandes” y que además es el espacio de arte de Mary, que se ha convertido en la “artista chatarrera” de Pellegrini, en el límite de Buenos Aires con La Pampa.
Pero no todo fue tan directo. Mary llegó a esta ciudad, proveniente de San Luis, hace veinte años. Llegó con su pareja y con dos hijos, sin embargo fue difícil porque sentía que “no conocía a nadie”; se sentía sola. Y como suele pasar cuando uno no se siente bien anímicamente, aparecieron algunos síntomas físicos que la llevaron al médico. “Hacé algo, conectate con vos y con los demás”, fue la sugerencia.
Así fue como Mary empezó un taller de teatro mientras seguía haciendo artesanías como siempre había hecho, mientras su pareja, oriunda de Pellegrini, se puso a trabajar en el taller de su padre. Un día Mary empezó a ir al taller como quien no quiere la cosa… y hoy arregla maquinaria agrícola como si lo hubiera hecho toda la vida y, además, es toda una artista.
Listo. La nota podría terminar aquí… pero hay más.
“Empecé a soldar porque lo necesitaba para mis artesanías”, relata, y “me apasioné porque veo que todo se recicla, todo se transforma, la chapa es muy versátil. Ya desde hace un tiempo hago obras y las vendo, hice muchas para La Expo Rural de acá y ahora con la pandemia hago a pedido. Me encanta cuando me vienen con una idea que me entusiasma y a la vez yo le puedo poner mi impronta, como ocurrió con el avión que hice para el aeroclub o la obra de homenaje a Juanita Bordoy, la famosa asistente de Petrona C. de Gandulfo, que está en el pueblo de Bocayuva, a 10 km de acá”.
Mary también es bombero voluntaria desde hace 15 años. La primera vez que salió a apagar un fuego fue a los 6 meses de haber parido: sonó la alarma, arropó al bebé y le pasó la responsabilidad a su pareja. “No sé bien qué me mueve a ser bombero… quizás la adrenalina, hacer lo correcto, ayudar al otro”, intenta explicar.
De todos modos también cuenta que muchas veces la sirena suena para cosas como un accidente, sacar un panal de abejas o por el clásico gatito que se subió muy alto y parece que no puede bajar… hasta que con un saltito baja y todos se quedan mirándolo.
“Eso suele pasar mucho pero de todos modos nunca hay que subestimar una situación porque a veces realmente algún animalito no puede salir por sus propios medios y hay que ayudarlo. Como una vez que un cachorro quedó atrapado en un portón y no había caso”, recuerda.
Volviendo al tema de su trabajo como soldadora y al hecho de no ser una mujer “convencional”, Mary cuenta que al principio le pasó muchas veces que llegara un cliente y pusiera mala cara al verla a ella soldando.
Ahora ocurre que muchas veces le aclaran: “Mary, esto te lo dejo para que lo arreglés vos, no lo dejes a tu marido que se acerque”, cuenta que le dicen como broma y resarcimiento.
“Sí, las cosas han cambiado mucho, aunque todavía cuando mi suegro hace un asado entre todos los hombres del taller siguen sin invitarme”, concluye entre risas.