El proyecto de gallinas felices Las Consentidas es hijo de la pandemia, así de simple y directo. Y por esas paradojas de la vida, este aislamiento obligatorio fue el momento “ideal” (aunque el adjetivo suene raro) porque a sus creadores les permitió poner el cuerpo y el tiempo a un deseo que tenían desde hacía tiempo. Se ubica en Lobos, provincia de Buenos Aires.
Las Consentidas es una iniciativa familiar de producción de huevos de gallinas pastoriles inspirada en la filosofía y las prácticas de la agroecología y la permacultura. Son 300 ponedoras (negritas y rojas INTA) que andan entre los pastizales y los montes y que viven en un gallinero móvil que construyeron especialmente para ellas. Las gallinas comen toda la variedad de nutrientes que encuentran pastando en libertad y refuerzan su alimentación con una dieta equilibrada que aspira a estar basada progresivamente en granos agroecológicos enriquecidos con selenio y omega.
“Es todo parte de un proceso que empezó cuando compramos el campo, armamos esta comunidad, empezamos a despegarnos un poco de la vida de la ciudad y a conectarnos más con la naturaleza”, explica Pablo Fazio, parte del equipo emprendedor compuesto por dos parejas. “Veníamos trabajando en nuestras huertas agroecológicas y monte de frutales, sin uso de pesticidas, porque para nosotros es importante vincularnos con lo que comemos en forma más directa, sin tanta intermediación”.
Los emprendedores provienen todos de distintas actividades (escribanos, consultores, negocios varios) y la idea de cada uno es continuar con sus trabajos pero estando cada día más conectados con la tierra, con el proyecto y con las otras ideas que quieren implementar.
Los protagonistas de esta historia (Pablo, Ana, Flor, Esteban) cuentan que sus familiares y amigos están felices con la iniciativa y que son parte fundamental porque los ayudan con el boca en boca, lo que les permite vender la producción. También dicen que, cuando los visitan, al final terminan colaborando con el cuidado y la alimentación de las gallinas, así que todo es una situación de beneficio para todos.
“Tenemos idea de elaborar nuestro propio alimento y disponemos de algunas hectáreas para hacerlo. En principio ya dimos los primeros pasos, estamos trabajando en desarrollar nuestra propia fórmula con maíz agroecológico libre de pesticidas y enriqueciendo la mezcla con proteínas, omega y selenio de origen natural”, explica Pablo.
Las gallinas felices lo son, en gran parte, también gracias al gallinero móvil que diseñaron ellos mismos y que encargaron a un herrero local. El sistema es muy simple: se trata de una estructura de hierro con nidales apoyada en dos esquíes y acompañada por un perímetro de redes de seguridad. El gallinero se rota por el campo, asegurando de este modo la higiene, el abono de la tierra y la regeneración de la pastura a medida que nuestras gallinas la consumen.
“Estamos muy agradecidos con este proceso, con esta experiencia. Nunca imaginamos que las gallinas iban a ser tan generosas con nosotros y que se podía construir un vínculo afectuoso con ellas. Es mucho trabajo pero se compensa con los saludos y los cánticos que nos regalan y las caricias que nos permiten darles todos los días”.
Por el momento venden los huevos en forma directa a la red de amigos que tienen, a almacenes orgánicos de la zona y de Buenos Aires, y ya han recibido pedidos de varios restaurantes que quieren trabajar con productos de calidad. Al mismo tiempo están fomentando la formación de nodos comunitarios para la compra teniendo como objetivo el ahorro de energías y llegar con sus huevos de gallinas felices a más lugares y personas de forma organizada. Por ahora la difusión la realizan a través de redes y de recomendaciones y con eso van bien.
“Sentimos que en estos difíciles momentos que transita nuestro planeta poder crear proyectos productivos regenerativos es la responsabilidad que nos toca”, reflexiona Pablo. “Creemos en una ética del cuidado de la Tierra, los animales, las plantas y las personas; nos comprometemos en los proyectos ´con sentido´, por eso decidimos criar gallinas consentidas”.