Desde el 2000 y cada dos años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en conjunto con el ministerio de Agricultura, realiza una Encuesta Sectorial Lechera (ESL). Se trata de la fotografía que mejor retrata la situación de los establecimientos lecheros de la región Pampeana. Constituye una herramienta clave para determinar los principales problemas de este sector productivo y desarrollar políticas públicas coherentes a partir de información precisa.
La Encuesta detalla datos a nivel productivo tales como la superficie trabajada por cada tambo, la tenencia de la tierra, el rodeo de vacas, las instalaciones y equipamiento, la mano de obra ocupada y sus condiciones de vida, el uso del suelo, las estrategias de alimentación, la producción diaria de leche, la productividad por vaca, los resultados económicos. También pregunta sobre la percepción de los productores sobre las perspectivas a cinco años. E indaga en la estructura familiar de los tambos y en la mano de obra que trabaja y vive en el establecimiento.
Laura Gastaldi, quien trabaja en el INTA Rafaela, principal cuenca lechera de la Argentina, es la responsable general del equipo de trabajo que lleva adelante la ESL. En el ciclo 2018-2019 este equipo relevó la información de 194 establecimientos lecheros distribuidos proporcionalmente por provincia en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.
“La idea es tratar de conocer, además de la estructura de los tambos, quién está detrás de cada establecimiento y el perfil del que toma las decisiones. También indagamos más y tratamos de llegar a la conformación de la familia que rodea a ese tambo”, explicó Gastaldi a Bichos de Campo.
Marina Maekawa, de la Agencia De Extensión Rural Trenque Lauquen, ya en la cuenca oeste bonaerense, también trabaja en este proyecto crítico. “Tratamos de mantener la muestra encuestando siempre los mismos tambos, y cuando hay bajas se reemplaza, pero en general se mantiene bastante la muestra”, nos contó.
Mirá la entrevista completa a Laura Gastaldi y Marina Maekawa:
Ambas técnicas del INTA relataron que en el trabajo a campo de los últimos años hicieron hincapie en la parte de recursos humanos, dado que la actividad lechera es una de las actividades que mantiene más mano de obra en el campo. “La gente que trabaja en el tambo vive allí. Por eso es necesario, más allá de la cantidad, saber qué calidad de vida está teniendo esa gente para que pueda quedarse en ese lugar”, justificaron.
Uno de los aspectos que reveló la ESL es que en buena cantidad de tambos hay serios problemas para asegurar la continuidad de la actividad, pasando el mando a nuevas generaciones. “Aunque un productor de 55 años (ese es el promedio de edad en el sector) está aún activo, es bastante bajo el porcentaje de los que quieren seguir en la actividad. Cerca del 50% tiene alguien que seguirá en la actividad, pero el otro 50% no lo tiene claro”, explicó Maekawa.
Lo que ocurre, según explicaron las investigadoras, es que “la mayoría de los tambos son chicos, donde la posibilidad de retribuir la mano de obra no es tan elevada, y entonces no resultan atractivo como alternativa laboral para las nuevas generaciones”.
A su vez, influyen la calidad de vida, de servicios y el acceso a la infraestructura. “Por eso es importante que, además de buscar eficiencia, se vea el tema de la escala ya que, a mayor escala, hay más posibilidades de que se pueda continuar la actividad por los descendientes”, dijeron.
Gastaldi remarcó que analizar los tambos en general es complicado porque “es muy heterogéneo el sector en cuanto a la estructura del tambo y el perfil de la familia propietaria. Entonces se pueden analizar mejor por estratos. De todos modos, la muestra apunta a hacer una descripción de la situación promedio a nivel general, por una cuestión del tamaño”.
Gastaldi reveló que “a rasgos generales, en estratos inferiores, con tambos de menos de 100 vacas en ordeñe, que es la realidad de cerca del 30% de los tambos del país, te encontrás con un productor cuyo perfil en cuanto a sus estudios y asesoramiento que recibe es cada vez más crítico, mientras que en estratos grandes, la mayoría de los productores tienen algún estudio de tipo universitario”.
“En los estratos chicos tenés un tambero que vive en el campo, que muchas veces está involucrado en la tarea de ordeñe, y otra de las cosas que se ve es que todavía tiene escasez de asesoramiento, pero si lo tuviera, le permitiría empezar a manejar mejor los recursos que tiene para manejar sus niveles de eficiencia”, resaltó Gastaldi acerca de los tambos de la región pampeana.
Maekawa reforzó la necesidad de ver la empresa con mirada integral y de apuntalar la capacitación. “Todavía vemos que el asesoramiento en cuanto a la gestión y todo lo que tiene que ver con los números, le cuesta más al productor chico, mientras que por lo general las empresas más grandes tienen un asesoramiento más integral. Por eso hay que ayudar al chico a que pueda ver la empresa como un todo, porque por lo general el veterinario va al tambo y hace las tareas de reproducción, y por ahí no está mirando las otras partes”, declaró.
“Esta Encuesta, más allá de darnos un diagnóstico de la lechería, también ayuda al INTA como institución, para fijar las líneas de trabajo o ver dónde tener que apuntar. En esta ultima cartera de proyectos, una de las líneas es la gestión empresarial, para ayudarlo al productor a mejorar este aspecto”, manifestó Maekawa.
En cuanto a la parte de instalaciones y equipamiento, Maekawa comentó que, “por lo general las instalaciones tienen una antigüedad de 10 años para arriba, y toda la maquinaria también, pero creo que eso también va acompañado de la falta de políticas de financiamiento como para que los productores puedan cambiarlo”.
La próxima ESL saldría publicada en 2021, pero todo estará supeditado a que consigan financiamiento para llevarla a cabo. esta es una opinión de Bichos de Campo: sería horroroso que así no fuera.
“Cada dos años hay que remar para conseguir los fondos. La última encuesta pudimos hacerla gracias a fondos del BID, y algunas industrias lácteas también colaboraron en financiamiento, pero si todos los actores colaboráramos, podría hacerse más fácil. Es nuestra idea seguir con esta línea de acción del INTA”, dijeron las investigadoras.