Las empresas que producen biocombustibles declaran estar trabajando a pérdida en los últimos meses, un poco por el impacto del coronavirus, que desplomó el consumo de combustibles de todo tipo, pero otro tanto por los vicios y males de la política local.
Manuel Ron es el titular de la empresa Bio4, ubicada en Río Cuarto, al sur de Córdoba, en la zona núcleo maicera. Cuenta que la pandemia les pegó fuerte. La caída en el consumo de naftas debido a las restricciones a los movimientos de personas hizo en los últimos meses se reduzca la operatoria.
“Hoy estamos trabajando al 70% de la capacidad instalada. Hay una capacidad ociosa importante. Algunos le encontraron la vuelta produciendo alcohol para el Covid, pero la producción para el carburante bajó fuertemente”, explicó el empresario.
Mirá el reportaje a Manuel Ron:
Pero el otro gran problema del sector, y que también afecta a los productores de biodiesel, es el congelamiento del precio impuesto desde el gobierno. La producción de biocombustibles está regulada desde que se inició esa actividad, que tiene como principal mercado la venta a las petroleras para el corte obligatorio de las naftas y el gasoil. Por eso es el gobierno el que debe actualizar los valores bajo cierta fórmula.
“El valor está congelado desde diciembre. Mientras, aumentó el tipo de cambio, el precio del maíz y eso se comió todo el margen: hoy trabajamos a pérdida”, dijo Ron taxativo a Bichos de Campo.
El precio de venta para la actividad lo fija la Secretaría de Energía. Pero ese proceso que debería ser netamente técnicos, “es netamente político desde marzo de 2019, cuando Gustavo Lopetegui era el secretario del área, veníamos con precios artificiales para paliar la inflación. Llevamos más de un año con una distorsión de precios grande”, relató el empresario que está al frente de una inversión millonaria. Bio4 fue la primera de una serie de plantas que se instalaron para procesar el maíz de la zona y convertirlo en bioetanol.
La situación de congelamiento de los precios se agravó ahora, ya que el gobierno acaba de autorizar una suba del 4,5% en los precios de la nafta y el gasoil que venden las petroleras. El biodiésel y el bioetanol que se usan para cortar esos hidrocarburos al 10% y al 12%, respectivamente, no fueron actualizados.
Esa cuestión, además de generar fuertes pérdidas tiene consecuencias que la Argentina está pagando en otros rubros y que dificultarán el arranque de la economía del país ya que desincentiva inversiones o exige tasas de retorno mayores.
La falta de previsibilidad en las reglas de juego tiene un alto costo. “Cuando se le ofrece a un inversor (la posibilidad de desembolsar dinero en el país) no lo hace si no tiene una alta tasa de retorno de 3 años, y eso se traduce en precios muy altos y no competitivos. Es el famoso costo argentino”, explicó el empresario de Bio4.
Esta situación de fondo tiene también costos sociales, porque hasta afecta la distribución demográfica, que podría ser mucho más federal y menos concentrada en los grandes centros urbanos. “Después se escucha a los políticos hablar del desarraigo y la cuestión se cae de madura: lo que complica es la falta de inversiones en el interior productivo para que la gente no se tenga que mudar”, afirmó Ron en la entrevista con Bichos de Campo.
En busca de señales de largo plazo, Ron cree que se podría tranquilamente elevar el corte interno de la nafta con bioetanol, actualmente de 12%, hasta llevarlo al nivel de Brasil, donde llega al 27%. Para eso hace falta la prórroga del marco normativo del sector, que vence en abril de 2021, y que haya reglas de juego claras.
En contra de estas aspiraciones de quienes producen combustibles renovables, por supuesto, aparece el poderoso lobby petrolero, que no quiere incrementos en el corte de las naftas porque le resta mercados. Ron considera que si se resolvieran estos debates pendientes “hay cabida para más inversiones” en el sector del bioetanol.