Los últimos números oficiales sobre consumo de carnes asuntan. En mayo pasado, las ventas de pollos, cortes vacunos y cerdo al mercado interno retrocedieron parejo. La suma anualizada de las tres carnes se colocó apenas por arriba de los 100 kilos por habitante y por año. Esto sería algo menos de un 10% menos respecto de los 110 kilos en que había cerrado el 2019.
Veamos la fotografía. Según la estadística oficial para mayo pasado, tercer mes de cuarentena, los argentinos consumieron en promedio el equivalente a 45,4 kilos de carne vacuna, 41,1 kilos de carne aviar y 14,9 kilos de carne porcina. La suma da 101,4 kilos.
Veamos la película. Tomando los primeros cinco meses de 2020, de los cuales gran parte se han vivido en cuarentena por el coronavirus, los consumo promedio fueron de 49.3 kilos para la carne vacuna, de 43,9 kilos para el pollo y de 13,7 para el cerdo. La suma era de casi 107 kilos.
Al cierre de diciembre pasado, con los datos de todo 2019, los consumos de estas tres principales carnes estaban en 51,3 kilos para la vacuna, 44,6 kilos para la aviar y en 14,8 kilos para la porcina. La suma daba 110,7 kilos. Era hasta ahí un nivel de consumo de proteínas animales considerado adecuado por todos los analistas. Por cierto, un nivel semejante al de los países más desarrollados.
Hay dos lecturas que pueden hacerse a partir de estos datos. La película dice que continúa cayendo el consumo de carnes. La fotografía, que esta caída se acentuó bastante a partir de mayo, cuando se terminó el efecto freezer registrado a comienzos de la cuarentena (cuando todos se apuraron en acumular reservas de carne). Y cuando se comenzó a sentir la malaria, es decir el impacto de la pandemia sobre los ingresos de una enorme porción de la población.
Hasta aquí, es únicamente el pollo el que está disimulando algo la situación. Si se comparan los datos de estos primeros cinco meses de 2020 con los de igual lapso de 2019, es la única carne que mejoró su performance, pues el consumo aparente aumentó 1,7%. Como la producción había crecido más (un 2,9%), las exportaciones fueron las que absorbieron el excedente de oferta, ya que crecieron casi 8%.
En el caso del cerdo, en tanto, la producción en estos cinco meses se redujo un 2,6%, pero el consumo se redujo todavía más, el 7,2%. También aquí un llamativo crecimiento de las exportaciones (40%) permitió canalizar el excedente.
La carne más consumida sigue siendo la vacuna, aunque el pollo se acerca de modo amenazante hacia ese trono. Aquí el consumo se redujo 3,5% en lo que va del año, mientras que la producción creció un 2,5%. Este sobrante de carne permitió que las exportaciones sumaran unas 50 mil toneladas más que en el ciclo anterior, con un salto del 18%.
En los tres casos, el buen desempeño de las exportaciones aún en tiempos de pandemia permitió evitar -al menos hasta fines de mayo- una saturación de la oferta orientada hacia un mercado doméstico que comienza a mostrar con claridad que ha perdido mucho poder adquisitivo.
Esto indirectamente actúo como colchón para los precios pagados a los productores ganaderos, aunque en el caso del porcino retrocedieron fuerte (cerca del 30%), las avícolas ya están vendiendo muy cerca de sus costos, y los productores de bovinos tienen un escenario de precios estancados, que podría complicarse cuando a fin del invierno crezca la oferta de hacienda a los mercados.