“Pretender que un sistema de producción basado en solo tres cultivos (por el trigo, la soja y el maíz) sea sustentable, por más tecnología que le pongamos, a la corta o a la larga nos hará darnos la cabeza contra la pared”, nos dice Pablo López Anido, un inquieto productor en Bandera, Santiago del Estero.
En esa frase se esconde la puerta de ingreso al verdadero debate que existe en torno a la agricultura extensiva argentina, sus modos y sus objetivos. Pablo no duda en reconocer que en términos agronómicos “así no funciona el sistema”. Y propone “diversificar” como el mejor remedio a los problemas actuales de los productores. Especialmente frente a la aparición de múltiples malezas resistentes a los herbicidas. Son tantas que parecen reírse de los paquetes tecnológicos en danza.
Para quien se interrogue con honestidad intelectual (y sin dogmas ideológicos) sobre el futuro de esta agricultura, recomendamos con énfasis detenerse a escuchar a López Anido, a quien Bichos de Campo entrevistó en la última edición de la Expoagro en el stand de Aapresid, entidad a la que pertenece y defiende con ahínco.
Mirá el reportaje completo a Pablo López Anido:
Volvamos al concepto: Pablo produce en Bandera, en Santiago del estero, una región agrícola bastante áspera, y se preocupa por la sustentabilidad de su esquema de producción, porque desde el principio, además, ha padecido la aparición de las malezas resistentes al glifosato, que le complican las cosas e incrementan sus costos. Frente a este dilema, cree que el gran problema de la agricultura argentina es que está orientada a producir unos muy pocos cultivos, especialmente soja, trigo y maíz. Dice que así, ser sustentable resulta imposible.
“El problema es que la estructura económica de ese sistema, y cómo está organizado, genera propiedades emergentes que obligan a que sólo se haga trigo, maíz y soja. Y para mi la agricultura que viene pasa por mayor cantidad de cultivos y con agregado de valor local”, revala López Anido durante esta conversación.
López Anido no ve salida a mediano plazo, pero considera que el sistema productivo debe cambiar. “En su momento la liebre saltó por el lado de las malezas resistentes, pero hoy el problema es social y es importante, porque hay mucha gente que no está de acuerdo en lo que hacemos. Lo tenemos que tener en cuenta y debemos ver cómo revertirlo”, reflexiona.
La revisión, según este productor, no debería ser solamente tranqueras adentro, sino de todo el sistema de organización económica y política. Aquí, el procesamiento local debería ser prioritario. Dice López Anido que “todos los cultivos que agregan valor en origen deben vincularnos fuertes a eso, porque así tendríamos mucho más valor dentro. No le veo sentido a tener una gran producción de maíz metro cuadrado por metro cuadrado, para luego cargar el camión y llevarlo a puerto, gastando en gasoil”.
En definitiva, para López Anido, uno de los grandes problemas actuales es que el mercado no paga sustentabilidad. “Estamos produciendo commodities de muy bajo valor intrínseco. El valor está en la cantidad y en la eficiencia para producir millones de toneladas de soja, pero no en la tonelada de soja en sí”, reflexiona.
-¿Y se puede entonces producir otra cosa que no sea maíz, trigo y soja?
-Si yo quiero producir una legumbre como poroto mung, que incluso puede darme un servicio ecosistémico como cultivo, me cuesta un montón, porque me cuesta conseguir más la semilla (es más, no hay semilla legal), no hay mucho trabajo en mejoramiento genético, y su comercialización implica un proceso en donde algún agregado de valor en origen hay que hacerle, porque hay que procesarlo, y entonces se complejiza. Tranqueras adentro somos muy hábiles para incorporar cultivos, pero luego agregarles valor y venderlos, tranqueras afuera, es complicado- respondió el agrónomo.
Ver: Agro.grafías: El poroto mungo, el verdadero brote de soja
Según López Anido, “si nosotros quisiéramos, en Bandera podríamos hacer 18 cultivos diferentes. De hecho, hacemos girasol y algodón, lo que mejora un poco la ecuación de los tres cultivos, pero podríamos producir también centeno y todo tipo de legumbres. Hay incluso, cultivos como el ricino, que da un aceite de altísima calidad industrial, pero que está aún en experimentación”.
El socio de Aapresid añade que se se hicieran otros cultivos, eso impediría que las malezas resistentes sigan proliferando como lo hacen actualmente por toda la geografía. “Si yo a las malezas les doy otro sistema productivo, les es más difícil germinar, porque les estoy cambiando la información de modo permanente. Pero si en cambio les doy siempre las mismas señales, les es más fácil adaptarse a las características ambientales. Por eso la diversificación de cultivos genera un valor importante”, enfatiza.
Obviamente, López Anido está a favor de una incorporación urgente de los denominados cultivos de servicio, en reemplazo del tradicional barbecho químico, que es un cambio que está proponiendo fuerte Aapresid a todos los productores.
Sobre estos cultivos de servicio, López Anido dijo que “son una tecnología de procesos, y no de insumos, Cuando vos hablás de soja RR, hablás de una tecnología de insumos. Por ejemplo, en mi lote anda muy bien el melilotus como cultivo de servicio, pero anda bien si lo hago solo en el 10% de la superficie. Ahora, no por ser un insumo que me anda bien, debo pretender hacerlo en todo el campo. Que lo haga en un 10% de la superficie no significa que esté mal hecho o que se haga poco; a lo mejor es justo lo que hay que hacer, y se vuelve un proceso que te habilita para otra cosa”.
Ahora bien, el problema para incorporar estas tecnologías de procesos sigue siendo el mercado, que no premia a los productores que busquen diversificar o modificar las formas de producir de las últimas dos décadas.
-¿El mercado paga por esa mejora de procesos?
-No. Repito. El sistema está organizado como describí antes. ¿A quién le puede interesar pagar un maíz más caro porque tiene un proceso especial? Por eso digo que nosotros podemos lograr esos mismos procesos de mejoramiento de campo con productos a los que podemos agregar valor. Vuelvo al poroto mung, que es un cultivo fantástico y que en sólo 90 días te da cosecha y te permite un servicio de fijación de nitrógeno. El tema pasa por si lográs comercializarlo y tener algún tipo de renta- respondió.
Otro desafío pendiente para amigar al agro con la sociedad, según el productor, debe ser el cambio de la matriz energética. “Yo creo que en algún momento va a cambiar; lo ilógico sería pensar que dentro de 60 años vamos a producir con la misma matriz energética basada en el petróleo”, se ilusiona.
“En Bandera, por ejemplo, tenemos viento, luz y producción de biomasa de sobra para generar energía sustentable, hasta con gramíneas perennes. Entonces, ¿Por qué tenemos que importar energía? ¿Cómo sería si fuéramos los productores los dueños de la energía? Cambiaría nuestro rol y nos pararíamos de modo diferente. Eso ya existe tecnológicamente, y en Río Cuarto lo están haciendo”, describe el inquieto productor.
En la región agrícola de Santiago del Estero donde produce López Anido, en cambio, “nos pasa que hoy no puede entrar otra desmotadora (planta procesadora de algodón) porque no hay electricidad suficiente para instalarla, y la que ya hay trabaja de modo limitado por la poca disponibilidad de energía”.
Excelente comentario.En un todo de acuerdo.El problema termina siendo lo económico.;a muchos nos gustaria probar otros cultivos pero el bolsillo lo impide.¿Que gano haciendo sorgo o lentejas x ej.si despues no tengo comprador ?
Sr. Lopez Anido. Comparto sus conceptos plenamente y me animó a decirle ese pensamiento lo va a llevar a producir cultivos orgánicos..
Un ejemplo nada más, el de los cultivos de servicios.
Los orgánicos desde antes de la utilización en lo convencional lo vienen usando con el uso del rollo de la Universidad de Rodaile.
Cuando quiera me puede llamar y con gusto le puedo informar sobre mi experiencia como inspector durante 11 años en una certificadora de productos orgánicos.
Saludos cordiales
Ing.Agr Daniel Pittaioli
1161001915